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•ᵈᵃʸ 25: Looking into each other's eyes/Mirándose a los ojos•
Sus ojos brillaban como estrellas cada vez que su mirada quedaba fija en la contraria.
El sentimiento de amor golpeteaba fuertemente en su pecho, acelerando sus latidos y provocando que la sangre suba a sus mejillas. Recorría cada pequeño detalle de su rostro, tomándose el tiempo de apreciar como su ceño se fruncía cuando estaba confundido o enojado, como las curvas de sus labios levantaban sus pómulos cuando le dedicaba una sonrisa, como sus ojos se cerraban mientras ladeaba su cabeza hacia un lado con el sonrojo rara vez cubriéndolo en mayor parte, como sus labios entreabiertos y expresión pacifica lo hacían ver angelical al dormir.
Podía enumerar y enumerar las cosas que amaba de Maehara, explicando el porque sin duda alguna llegando a quedarse mudo debido a que las palabras no le hacían justicia a las sensaciones que lo recorrían entero.
Sus piernas temblaban cuando en el silencio las miradas fijas mantenían conversación, haciéndole imposible retenerla por mucho tiempo. Las palabras quedaban atascadas en su garganta y el aliento lo abandonaba cuando un guiño juguetón y coqueto quebraba los momentos de seriedad. Sin olvidar las pequeñas risas que intentaba disimular cuando sus ojos se abrían de par en par con asombro, recordándole lo infantil que podía resultar a veces.
(...)
Los ojos son las ventanas del alma, dicen. Y Maehara estaba de acuerdo con aquella cita, pues los ojos de su amado le decían una y mil cosas con solo conectarlos con los suyos. El oro pálido en ellos lo llamaba, invitándolo a ver más allá de solo el bonito color o las pupilas dilatadas, lo invitaba a ver su alma. El puro color blanco estaba allí, reluciendo como un diamante, el cual subía de intensidad, intensidad que se reflejaba en las galaxias que sus orbes le mostraban.
"Te amo..." "Te necesito..." "No me dejes..." "Abrázame..."
Ambos se comunicaban al verse fijamente, transmitiendo sus sentimientos, sus temores, sus preocupaciones, necesidades mediante aquella conexión que iluminaba ambos colores similares con una chispa que danzaba en sus pupilas, encogiéndose hasta ser un pequeño punto debajo del circulo negro.
Cuando la mudez los atacaba a ambos, una cálida acción como un abrazo, una caricia, o una sonrisa lograban consolar, pero la inquisitiva y preocupada mirada lograba obtener una respuesta a lo que atormentaba al otro.
Incluso si quedaban a oscuras luego de apagar la luz, sus ojos no se despegarían del contrario. Con el color negro rodeándolos y llenando la habitación el brillo cálido de amor los iluminaba a los dos, recordándoles que la atención siempre estaría en el otro, siempre lo guiaría hacia el otro, como si se tratara de imanes imposibles de alejar.
Una mirada de Maehara le recitaba un Te amo con dulzura. Una mirada de Isogai le hacia ver que se sentía amado por él. Y viceversa. No importaba quien empezaba viendo a quien, los dos terminaban con la cercanía, chocando sus narices con sonrisas coquetas y tímidas, envolviéndose en un beso que demostraba todo lo que sus labios callaban y lo que sus ojos gritaban.
"Cada vez que te miro me acuerdo de cómo nunca podré dejar de amarte"
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