Te vere mañana

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Juliana Pov.

No puedo creer que no haya llamado.

Mi teléfono no sonó ni una sola vez desde que volvimos a Nueva York.

Aunque una parte de mí sabía que esa era una posibilidad. Cuando Valentina cerraba un trato, preparaba una fiesta de celebración.

El trato se convertía inmediatamente en “noticia antigua” cuando empezaba la segunda fiesta, y ella comenzaba a buscar un nuevo objetivo.

Había leído las informaciones de lo feliz que se encontraba en la celebración de clausura, cómo le dijo a todo el mundo que su prometida fue incapaz de ir por “motivos personales”.

Así que, tomé eso como una señal para mantener la distancia. Incluso había considerado aparecer por la fiesta, pero cambié de idea en el último minuto.

—Alégrate, Juli. —Mi hermana puso una taza de chocolate humeante frente a mí—. Al menos llegaste a follar con ella. Fue increíble todo el tiempo, ¿cierto?

—¿Es todo en lo que piensas sobre esos días, Rocío?

—No. —Sonrió—. Sí. No pude evitar reírme. —Sí, siempre. —Bueno, atesora esos momentos hasta que encuentres a alguien más. Estoy segura de que ya ha pasado a la siguiente. Es Míster Soltera del año, después de todo.

—Recuérdame no volver a venir a ti cuando necesite consuelo.

—No entiendo por qué es un gran problema. —Sacó un cupcake del refrigerador—. Has trabajado para ella durante dos años. Te sentías atraída por ella, pero no lo suficiente para cruzar la línea. Te invita a hacer un nuevo contrato temporal, uno donde básicamente te está liberando por los últimos días, y te estás quejando de ello. No es como si estuvieses enamorada de ella. ¿Cierto?

No respondí.

—Oh, Dios mío… —Se dejó caer frente a mí—. Supongo que debería haberlo visto como la razón por la que te negabas a salir y tener citas con gente nueva después de tu última ruptura.

—Eso no tuvo nada que ver con Valentina.

—Creo que tiene todo que ver con ella. ¿Por qué otra razón pasarías todo ese tiempo extra con ella antes del acuerdo? —Parecía como si estuviese a punto de lanzarse a uno de sus discursos “profundos” no tan reveladores, pero hubo un repentino golpe en la puerta.

—Yo contestaré. —Me apresuré a la puerta y me encontré frente a nuestra madre—. ¿Mamá? —dije—. Pensé que no vendrías hasta el fin de semana.

—¿Cuándo ibas a decirme que estabas comprometida? —Parecía herida—. Tuve que leerlo en el Financial Times. Tenía que volar hasta aquí antes de lo que planeé en un principio porque simplemente sabía que no me esconderías algo así durante tanto tiempo. ¿Lo harías?

—Hablemos de eso. —Suspiré y la dejé entrar—. ¿Café o té?

—Vodka. Entré a la cocina y le serví un chupito. Me preparé para mí un vaso de zumo de naranja.

—Tu jefa es un gran partido —indicó, quitándome el vaso—. Solo estoy sorprendida de que fueses por ella después de todas las quejas que proferiste durante tus seis primeros meses allí.

—No es un compromiso real, mamá —contesté—. Nunca lo fue.

—Bueno, por supuesto, es un compromiso de verdad. No tienen que casarse en menos de un año como hicimos tu padre y yo para hacerlo real.

—No, eso no es lo que quiero decir. Me refiero a que nunca hemos…

Alguien llamó a la puerta a mitad de frase, antes de que pudiese contestar.

—Dame un segundo —pedí, yendo a responder a la puerta. La abrí y me encontré frente a Valentina

—. ¿Sí? —dije.

—¿Vas a invitarme a entrar?

—Sí. —Me sonrojé ante su presencia y le hice un gesto para que entrase.

—Juliana, ¿es ella? —gritó mi madre desde la cocina, pero no esperó a que respondiese.

—Es un placer conocerla señora Valdés. —Val le tendió la mano mientras ella entraba en el salón—. Soy Valentina Carvajal, la prometida de Juliana. Mi madre la miró, luego a mí. Vocalizó “VAYA” hacia mí y le estrechó la mano antes de volver a la cocina.

—No sabía que tenías compañía esta noche —mencionó Val, colocándome un mechón de cabello tras la oreja.

—Lo harías si respondieses a mis mensajes de texto y dejases de ignorarme. Arqueó una ceja.

—Me pediste un nuevo teléfono y un nuevo servicio antes de irnos a New Harbor. Justo lo encendí el otro día. Mis disculpas por no llamarte, pero definitivamente no te estoy ignorando, Juls.

Nos miramos la una a la otra.

—Simplemente estaba pensando en ti y quería pasarme por aquí —aseguró.

—¿Por sexo?

—No solo por sexo. —Sonrió—. ¿Puedes venir mañana a la oficina y limpiar tu escritorio? Brenton está comenzando a ponerse ansioso sobre mudarse a tu oficina. Si vuelves al trabajo, dejaré que la mantengas.

—No lo creo. —Me reí y puso sus labios sobre los míos—. ¿A qué hora quieres que vaya?

—A las ocho en punto —contestó—. Y quiero que pases primero por mi oficina.

—Está bien. —La besé de nuevo y se dirigió a la puerta.

—Te veré mañana.

—Te veré mañana. —Volví a la cocina y me senté frente a mi madre.

—Bien, ¿qué estabas diciendo sobre este compromiso con tu prometida no siendo real? —cuestionó.

—Nada. —Sonreí—. Nada en absoluto.

Con Limite de TiempoWhere stories live. Discover now