Los rayos del sol que se traslucían en el vidrio de la ventana se impregnaron en tu piel, despertándote. Pronto escuchando la cama crujir y girándote sobre tu propio eje para finalmente percatarte del brazo que rodeaba tu cintura.
Esbozando una pequeña sonrisa al ver los cabellos castaños de la mujer a tu lado, que despertaba a la par.
— Buenos días — se escuchó la voz ronca de ella decir.
Tarareaste en respuesta, acercándote y dejando un dulce beso en su mejilla. Ella también sonrió al verte, devolviéndote el gesto.
— Anda, a levantarnos, cielo — dijiste luego de contemplarla unos segundos.
Ella dejó salir lo que pareció un breve gruñido, removiéndose una vez más en la cama y tirando de ti para atraerte aún más a su propio cuerpo.
— Hange — llamaste.
Ni el pequeño regaño que salió de tu boca la hizo detenerse, comenzando a depositar suaves besos en tu mandíbula que bajaban lentamente hasta tus desnudas clavículas, donde se dedicó a morder un poco.
Inconscientemente dejaste salir un pequeño y casi inaudible gemido mientras ella continuaba besándote. Y estabas a punto de hablar cuando los duros golpes en la puerta de la habitación te interrumpieron.
— ¡Lévantate, maldita cuatro-ojos! — una conocida voz masculina proveniente de un hombre gruñón retumbó desde afuera — Erwin te quiere en su oficina en cinco minutos.
— ¡Déjame, Levi! — respondió tu irritada novia en un tono divertido que te hizo reír tranquilamente.
— Y a Lenz también — terminó de decir el capitán, y oh, de repente preferiste guardar silencio y salir rápidamente de los brazos de Hange.
Se escucharon los pasos del capitán alejarse cuando finalmente lograste sentarte sobre el colchón, aún con parte de la sábana cubriendo tu cuerpo pero dejando a la vista tu pequeña espalda a tu novia detrás de ti.
Ella fijó su vista en las diminutas marcas de nacimiento que poseías en ésta, y en un par hechas por ella misma la noche anterior, recorriéndolas con la mirada para después trazarlas con una de sus manos; apreciando el tacto de tu suave piel.
Te giraste nuevamente hacia ella una vez terminaste de colocarte las botas y estabas lista para terminar de prepararte con tu camisa; pero te detuviste un segundo, perdiéndote en esos ojos marrones que tanto te gustaban y reflexionando brevemente qué era lo que habías hecho para merecer a la castaña a tu lado.
Apreciando los ligeros detalles que ella tenía contigo, siendo tan delicada y hasta cierto punto ambas viéndose vulnerables frente a la otra; porque Hange era mucho más que una mujer eufórica y llena de encanto por los titanes, y tú más que nadie lo sabía.
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THE SEA ! HANGE ZOË
RandomY ahora, ella estaba mirándote mientras parecía sonreírte; sintiendo la suave arena bajo sus pies, la cálida sensación de libertad en el pecho y la brisa del ya cercano mar en su rostro. Hange Zoë (ハンジ・ゾエ, Hanji Zoe) y lectora.