Why do the good ones leave me?

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El Dr. —título comprado por internet— Heinz Doofenshmirtz tenía un solo problema irremediable: caía enamorado con una facilidad ridícula con aquellas personas que contrastaban a su oficio. Incluso si hubiera una ingente cantidad de villanas alrededor del Área Limítrofe, su persona parecía inclinarse a un patrón irónicamente específicos: personas del lado del bien, gente que lo detendría si tomase en serio su camino de inventor malvado; ¿pero realmente eran personas inclinadas al papel de héroe? Siempre que tuvo esa sensación de seguridad, o un poco de quietud en medio de su torbellino emocional/vivencial, culminaba en un abandono, a veces mediado por disculpas, otras simplemente pronunciando un adiós. Son contados los casos extremos en los que no existe nada más que una ausencia que comprendió a leer en un "esto está terminado".

Por ende se esforzó, aún con sus traspiés en nuevas relaciones, a negarse a la caída culminante del enamoramiento a imposibles con papeles de "protagonista", a todas esas personas que siempre ganarían en la batalla del bien contra el mal. Se evitaría seguir siendo su propio antagonista; se enfocaría en ser un gran villano, un rival formidable cuando finalmente se le reconociera como un peligro exponencial.

Debía luchar contra el bien, no regocijarse en este cuando su corazón bombea demasiado rápido al grado de adolecer al momento de estrellarse con la realidad.

Es por ello que se conmocionó cuando confirmaron que finalmente era el perfil adecuado para ser asignado a un agente secreto, era una nueva oportunidad para enfocar su camino. Un enemigo a quien combatir, un motivo para odiar el lado del bienestar y protección, alguien que perfilara a los buenos como los verdaderos agentes crueles que se regocijan en la gloria de la miseria de otros. Un plan perfecto incluso si no ha sido elaborado con sus propias manos.

El aviso de advertencia es, sin dudas, el objeto más importante de su vida, es su primer paso para el cambió.

O eso es lo que creyó hasta el primer día de su encuentro.

Ojos cafés, un tono turquesa tan destacable, un silencio que nunca se mostró desagradable; sus movimientos fluyen como un río que no encuentra obstáculo en su camino, su semblante tan duro como una roca pero tan suave para presentarse como alguien quien no busca hacerle un daño real. Los golpes son parte del oficio, por supuesto, las heridas que se hagan en consecuencia es un contrato mutuo que se firmó en el instante que se vieron, y aun así, él juraba por la manera en que lo veía que, fuera de ese papel, no había necesidad alguna de quebrantarlo.

Era el chico bueno de la trama.

Su corazón dio un vuelco y su existencia decidió borrar la obviedad de sus nuevos sentimientos.

Por supuesto, ¿cuánto tiempo podría durar suprimiendo su propio sentir? Ni siquiera en términos de trabajo ha logrado negarlo; no son rivales enteramente, al contrario de cualquier otra relación en una similar situación, son amigos ocasionales, es su consuelo confiable, un mejor amigo y el bien que le da equilibrio a su vida. Si no fuese motivado por las malas experiencias, una parte de sí está segura de que sería para impresionarlo, después de todo, no existían muchos villanos con su perspectiva, es algo que siempre se supo entre ellos. Perry nunca lo hizo sonar despectivo, incluso se atrevió a pensar, en más de un momento, que cuando su némesis lo calificaba con la palabra "especial" es porque lo era para sí. Alguien irrepetible, alguien que no podría encontrar en ningún otro caso asignado.

Lo suyo es único, incomparable.

Podrían sostenerse apenas con la punta de los dedos y sería lo más estable que ha sentido después de tanto tiempo, podría ser el peor momento de su vida y luego convertirse solo en un mal día si siente el consuelo palmeando en su espalda, podría ser el villano menos reconocido y él lo trataría como la mayor amenaza que necesita un poco de ayuda al final del día.

Perry el ornitorrinco es el punto y aparte de su vida.

Y aun si no es capaz de enfrentarse a su pecho punzante cada que lo piensa, contar con él es siempre reconfortante.

Le agrada poder confiar tanto en alguien, saber que las cosas no se repetirán, que no lo abandonarán.

Nuevamente, su idea no permanece por mucho tiempo, de pronto la noticia de que descendió de nivel ha golpeado duramente, al grado de verse arrebatado de la entidad a la que su alma se aferró con desesperación; el agente P, su némesis, su compañero hasta en las desventuras se marcharía, se enfrentaría con alguien más, sería el héroe en una vida distinta.

Era tan doloroso el hecho de pensarlo.

Era frustrante ver en su mirada que no deseaba abandonarlo.

Quédate es lo que debió pedirle, negarse fue lo que su contraparte debió hacer.

Lamentablemente, ambos conocían tan bien su papel.

O eso es lo que se supone deberían saber.

Heinz Doofenshmirtz, sin pensar un segundo más, volvería a concentrarse en los objetivos específicos de su misión, en ensimismarse en aprender más de lo que sabe por propia curiosidad, se abriría paso entre los más grandes y demostraría a esa agencia sin un seudónimo bueno lo que es ser un buen villano. Lo valioso que es para seguir siendo retado por uno de sus mejores agentes secretos.

Porque tiene el conocimiento, la inspiración, la motivación de volverse a encontrar. El ser abandonado no es una opción, menos cuando ninguno lo deseó.

Posterior a muchas sorpresas, finalmente uno de sus pensamientos se cumplió: volvieron a ser reasignados a combatirse gracias a la intervención, no intencional, que ejerció en su misión exterior. Una vez se vuelven a encontrar atados el uno al otro, la libertad se siente con mayor apreciación y su felicidad solo provoca un cosquilleo ligero en su estómago.

Nos vemos mañana es lo que debió decirle ante su ya establecida informalidad, crearé el mejor inador de todos era el comentario de oro con el que debió cerrar. Sin embargo, solo sus manos se sostuvieron por segundos tan íntimos que creyó, segundos después, que era un sueño que se extendió durante horas cuando dura apenas alcanzó el minuto.

Perry, como casi siempre, era quien llevó la delantera en todo eso al instante de agradecerle por permitirle volver.

Hay más que ellos, es algo evidente, solo que se concentra en recordarle el hecho de que su persona es más que importante.

Su rostro hierve, su corazón bombea.

Hay tanto amor y tan pocas explicaciones para sacarlo a la luz.

Así que se conforma con verle sonreír, ignorando que todos los seres buenos en el planeta lo han hecho sufrir de cierta forma.

Perry es más puro, dulce, comprensivo.

Cualquiera podría entender que es alguien con errores tan minúsculos y remarcados que roza con la perfección poética de algunos autores románticos.

Cierra los ojos, procurando dejar de pensarlo para poder conciliar el sueño.

Al fin y al cabo, ha pasado ya un tiempo de eso aun si lo sigue sintiendo como si hubiese sido el día de ayer que se destinaron a quedarse juntos.

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N/A

No pude evitarlo, necesitaba hacer una pequeña recopilación con las ideas que me vienen de la nada ¡como ahora! Justamente me apareció un diálogo de Doof  diciendo "¿por qué todos los buenos me dejan?" y heme aquí, teniendo que escribir aprovechando que otros han comenzado sus propias recopilaciones. También es muy probable que aquí se encuentren especiales de fechas específicas porque me es más cómodo. 

Muchas gracias por el apoyo, nos encontramos en esta y otras historias.

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