Normal day

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Examina en las repisas superiores la bolsa de pan integral que ha comprado hace unos días, mostrándose escéptico cuando ha encontrado solamente las tapas de pan cuando según su memoria, compró la barra entera el día de ayer; no se esforzó en cuestionarse qué habrá pasado, o que tan involucrado se encuentra el profesor sobre esa situación. Podían hablar luego de ello, en especial, su manía de dejar esos trozos como si no existiesen.

Coloca ambas rebanadas en el plato de porcelana, embarrando el trozo previamente separado de aguacate para agregar un par de rebanas de tomate. Y si bien no era un aperitivo totalmente apropiado, era una costumbre de sus viejos días donde el tiempo y la variedad eran escasas; por lo mismo es que el cambio de agente a instructor resultó más complexo de lo que creyó, su no tan extensa imaginación se agotaba mientras la frustración aumentaba al ser expuesto constantemente al trabajo de equipo, mismo del que rehuyó y se exilió durante bastante tiempo.

Come deprisa, presionándose a sí mismo sobre la hora que es.

Es así como en la última mordida escucha su voz mental haciendo una represalia; hay más tiempo, demasiado a comparación de lo que alguna vez poseyó.

Limpia las virutas de sus belfos y ropaje, cuestionándose sobre calentar algo de agua para un par de tazas de té y café para ir inmediatamente a la habitación, apresurar a su compañero que sí contaba con un limitado descanso previo a las clases y pedirle, a su manera, alguna idea sobre qué adversidad entrenarlos; los escenarios ilógicos nunca han sido un talento propio. Así que contar con un némesis que sin duda alguna ofrecería una nueva problemática a plantear en las dinámicas era una brisa agradable.

Él era agradable.

Si bien no fluyó como un agente en la O.W.C.A consiguió embelesar a la gran mayoría de los novatos junto unos cuantos agentes ya veteranos; el científico siempre mostró habilidad para combinar su espíritu, personalidad, la habilidad de hacer propia la rareza como un elemento de la cotidianidad para crear una presencia entrañable, imposible de olvidar.

Y sabe que lo intentó, tantas veces que finalizó en su casa, durmiendo en su misma cama, viviendo juntos como un matrimonio que no utiliza realmente títulos amorosos; su relación fluctúa en el amor y la dinámica de némesis. El integrante de la familia Flynn-Fletcher siempre se encontró cómodo con esa etiqueta, no necesitaba llamar a Heinz como "pareja" si era algo mejor que ello, el inventor lo entendía.

Era después de todo una de las causas por las cuales se enamoró de su persona: se fusionaron en la misma sintonía.

Sonríe ante el pensamiento, colocando la tetera sobre la estufa previamente encendida.

Limpia la barra del comedor, guardando y desechando lo que ya no es necesario.

Es ahí cuando averigua porque el pan integral se ha acabado en un parpadeo.

―¡Heinz Doofenshmirtz!

Transcurrieron breves segundos para encontrar al "malhechor" asomando su cabeza por uno de los laterales de la entrada de la cocina.

―¿De verdad mi nombre será la frase del día? Debo decir que me siento ligeramente halagado por tal privilegio, ¿qué te parece sí lo―la conversación llega a la extinción abrupta cuando su dedo apunta hacia el bote de basura, el cual ocultaba patéticamente el restante, casi carbonizado, del paquete de pan.

El adulto se planta al filo de la habitación, indeciso entre escoger la demencia o la sinceridad.

―Oh, ¿estás preparando el café de la mañana? Eres todo un caballero―hace presión al dar un golpecito con el pie al contenedor. Lo ve morder sus labios, comprendiendo que no hay una escapatoria al regaño silencioso. ―¡Bien! Volví hacer otro inador para hacer un pan más crujiente...y quizás haya explotado después de un experimento pequeño.

Secrets of the cityWhere stories live. Discover now