Capítulo 49. Leslie

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—Te lo dije.

Gruñí y di un sorbo a mi café. Estaba con Valeria en la cafetería que Carter me había enseñado, haciendo tiempo a que él llegase para encararlo. Me negaba a hablarlo por teléfono.

Tenía que mirarle a la cara y que me lo dijera con sus propias palabras, aunque me arriesgaba a un ataque de ira. Por suerte, con los años había aprendido a controlar mis instintos asesinos.

—Lo sé.

—Deberías haberme hecho caso —presionó con suficiencia.

Le lancé una mirada cargada de enfado.

—Y tú deberías mantener la boca cerrada, ¿sabes?

Valeria hizo un mohín con los labios y dio un sorbo a su taza de té. Todavía no le perdonaba la vergüenza que me había hecho pasar con Hunter al contarle lo de los sueños eróticos. Si no fuera mi amiga, me vengaría.

—Mira el lado positivo —comentó, como si hubiese en serio algo positivo en toda aquella situación—. Después él te confesó que estaba celoso, así que se podría decir que estáis igualados en la carrera.

Sacudí la cabeza. Tenía tantas preguntas en ella que me costaba centrarme en seguir el hilo de su conversación.

—¿Qué carrera, Val?

—Esa en la que acabáis acostándoos al llegar a la meta.

Oh, genial.

—No hay ninguna carrera —gruñí de nuevo.

Dio otro sorbo a su taza de té y tomó una galleta del plato. Entre mordiscos me observó con el ceño fruncido, poniéndome nerviosa, hasta que al final dijo:

—¿Por qué? ¿No vas a intentarlo?

Ojalá fuera tan fácil. Suspiré y me dejé caer contra el respaldo de la silla.

—Ni siquiera sé si él quiere intentarlo. Intentarlo de verdad, quiero decir. Tenemos un pasado turbulento, Val. Antes de romper definitivamente y que él me dejara de hablar, estuvimos un tiempo en el que básicamente nos veíamos para acostarnos juntos, y yo no quiero eso. No más.

Mi amiga no dijo nada. Agarró otra galleta y continuó comiendo mientras esperaba a que yo continuase. Me reacomodé en la silla y tomé aire profundamente.

—Puede que siga enamorada de Hunter, pero no puedo volver a pasar por una relación en la que solamente peleamos, o follamos. Necesito más que eso.

Val soltó un pequeño suspiro, que pareció más el sonido que alguien hacía cuando veía a un cachorro muy bonito, y comentó:

—Qué complicado es el amor...

Carter llegó diez minutos después a la cafetería. Saludó alegremente con la mano cuando nos vio, y Valeria terminó de apurar el té, tomó la última galleta del plato y se levantó para dejarle el sitio.

—¡Hablamos luego, guapa! —Se despidió.

Me reí cuando le dio un pisotón disimulado pero fuerte a Carter en el camino. Él llegó hasta mí cojeando, pero se sentó en la silla que Val había dejado vacía sin hacer ningún comentario.

—¿Sigue con resaca de la fiesta de cumpleaños?

Apreté los labios y también terminé mi café. No le había dicho nada a Carter sobre la fiesta de Val, no era de su incumbencia, pero tampoco iba desacertado. Probablemente algún amigo en común que estuvo en la fiesta se lo dijo.

Carter se llevaba con mucha gente, y había sido famoso por salir con varias modelos... ¡Maldición! ¿Cómo estuve tan ciega?

—Les, ¿te pasa algo? —Preguntó cuando no contesté.

Otra Vez Nosotros ©Where stories live. Discover now