Capítulo 32

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Pasado un año sin mayores dificultades, me encontraba en el teatro de madame Katherina Petrova dando a clases a chicas de dieciocho a veinticuatro años, Lucía estaba al cuidado de esta mujer que se convirtió en mi nueva amiga aquí.

A Lucía le gustaba mucho pasear por el cuarto y observarse al espejo, ni siquiera molestaba mientras daba mis clases, disfrutaba estar en el estudio de baile, se ponía el tutú en la cabeza, riendo cada vez observaba su reflejo en el espejo, era una niña muy alegre y preciosa, las chicas de mi clase aprovechaban el tiempo libre para jugar con ella y hacerle caras para escucharla reír.

¿Mi bebé molesta? Luca... no tienes idea de lo que decías.

— ¿Qué hubiese pasado si me hubiese rendido con esta niña?

Hablando a Katherina en un perfecto ruso.

Por fin lo dominé.

— Me da miedo de solo imaginarlo.

Viendo a mi pequeña corretear para hacerle gracia a una y otra chica, le gustaba la atención, ella nació para estar bajo los reflectores.

— Que bien que no lo hiciste, Lucía es tu fuerza, tu pilar, ella es la razón por la que te levantas cada mañana y luchas por conseguir tus sueños, peleando al mismo tiempo para que ella tenga un buen futuro, eres increíble chica — golpeando su cadera con la mía— Tengo papeleo que hacer ¿Quieres que me la lleve o...?

— No, tranquila — sonriéndole— Ve a hacer tus cosas, Lucía se queda tranquila mientras doy clases, además, tú presencia pone nerviosas a mis alumnas.

Riendo.

— Supongo que no les agrada mucho que tengan dos profesoras escrudiñando sus movimientos, te dejo todo a ti.

Palmeando mi hombro.

— No te preocupes, gracias por ayudarme.

— Cuando quieras, para eso están las amigas.

Despidiéndose de la clase, salió del estudio, dejándonos a solas.

— Muy bien señoritas, terminó su descanso, todas a las barras, primera posición.

Rápidamente se despidieron de mi niña y tomaron su lugar en las barras.

— Tú señorita — señalando a mi hija— ten tu jugo mi amor, y ve como mami hace sus clases para que aprendas y luego bailemos juntas.

Entregándole su mamadera, quitándole la tapa.

— Mamá.

Respondió ella, sonriendo amplia, mostrándome sus dientecitos.

— Luego iremos a dar un paseo mi amor.

Entregándole sus legos, eso la mantendría entretenida mientras yo terminaba esto.

— Bien señoritas, cuarta posición.

Encendí la música y les mostré los pasos para que ellas pudieran copiarlos después, mi compañero, estaba con los chicos en el estudio frente a nosotros, cuando los aprendieran, los reuniríamos, así, podrían practicar en conjunto para su próxima competición en dúos.

Será emocionante de ver. Un evento televisado en la que fui invitada para ser juez, mi carrera ha despegado, y aprovecharé todo lo que me entreguen para poder volver a casa victoriosa, abriré mi teatro y contrataré buenos profesores para que me acompañen en mi labor.

**

Como era costumbre, los días en San Petersburgo eran bastante fríos, Lucía y yo salimos del teatro bien abrigadas y subimos al auto para ir al supermercado, abasteciéndonos para la semana, luego directo a casa, encendiendo la chimenea, colocando los zapatos cerca para secarlos.

La tentación del diablo #1Where stories live. Discover now