7.- Más que conocidos.

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Si tuviera un medidor de presión pegado a mi brazo, algún doctor se sorprendería que no hubiera desmayado aún. Teníamos dos minutos sentados en H. Williams, el hostess, ahora un chico que no se veía mayor a los veinte años deambulaba de la entrada a las mesas colocando a los comensales, algunas veces echaba una mirada a nuestra mesa, la cual Alexander no se había percatado porque tecleaba con su teléfono como poseído. Las cosas parecían no ir muy bien con su familia.

Un mesero se acercó a nosotros y pedí por los dos, el Abogado no estaba por la labor de prestar mucha atención a lo que pasaba a su alrededor. Pato a la naranja para él y un Ribe eye para mí, no tuvimos tiempo, solo el justo para comer, así que todas las veces que el mesero me pregunto por la entrada, la crema, las guarniciones, y el postre las decline con algo de prisa, entre más rápido saliera nuestra orden menos justa quedábamos con el tiempo de la siguiente junta, que para nuestra suerte estaba a unas cuantas cuadras de H. Williams.


Treinta minutos que me parecieron eternos, tardo en llegar nuestros platos, el abogado, estaba tan concentrado en su teléfono que no se percató por eso tuve que tocarle el hombro para llamar su atención a la mesa, y me dio una sonrisa de disculpa. guardo en su saco el teléfono y se concentro en comer.

- Siento ser tan mala compañía para comer.

- No digas eso, aboga... Alexander. - Me corregí al ver sus ojos como laser verme ofendido.

- Ya no quiero hablar de esos dos tercos, mejor dime, ¿Te gusta la comida de aquí?  - Por donde podría empezar. Por la verdad y es que me fascinaba la comida de H. Williams, pero me fascinaba más el dueño. Evite con todas mis fuerza soltar un suspiro de adolescente enamorada, y como venia haciendo desde hacia días.

-Si, es bastante delicioso.

- Conozco al dueño. Es un perfeccionista amante de la comida, y todo su amor por ello lo evoco en este restaurante, quizás lo conozcas, es el tío de Mitch, Hannibal Williams. 

- Si lo conozco.

- Es muy buen tipo, Ginebra... Quizá te lo tenga que presentar formalmente, quizá podrían salir, es soltero y...    - Quise dejar de escuchar, en primera, porque era el abogado quien me estaba buscando novio y porque tan lamentable se veía mi vida para las demás personas que necesitaba que mi jefe fuera mi casamentero. - ... Si, me parece buena idea. - Se contesto solo, mientras hacia un ademan con la mano para llamar al mesero, en segundos llego hasta nuestra mesa y con las manos en la espalda se paro frente a la mesa.

- ¿Necesita algo señor? - el abogado se limpio la boca con la cervillera de tela y la volvió a colocar en su regazo.

- Todo bien. Quería saber si estaba Hannibal.

- Si señor, se encuentra en el restaurante. - La sangre me comenzó a bombear horriblemente en los oídos, suplique por no desmayarme.   

- ¿Podría decirle que Alexander Ross lo quiere saludar? Por favor. 

- No abogado, digo Alexander, no creo... 

- Si señor. - El joven mesero no espero más y salido disparado a la cocina. Mientras yo temblaba como gelatina en mi asiento con la adrenalina subiendo por mis piernas a mis manos haciendo que temblaran.

 Pude sentir cuando Hannibal atravesó la puerta y entro al área de comensales, lo supe por las miradas lobunas de muchos y otras sonrientes. Antes de llegar al restaurante quería verlo, pero ahora tenía miedo, no sabía cómo iba a reaccionar él, frente a mi jefe o como tenía que comportarme. Así que conté hasta diez respirando profundamente intentando con todo mi ser, tranquilizarme. Su aroma fue lo primero que golpeo mis nervios, después fue su gruesa y varonil voz, que hacía mis piernas temblar.

 - Bunas tardes Alexander, Ginebra. - Agradecí no estar tomando limonada, porque la hubiera escupido. 

- Hannibal, toma asiento por favor. - Hannibal con una gracia impresionante, asintió y retiro la silla para sentarse a un costado, hizo un ademán con la mano y el mismo mesero llego corriendo. 

- Josh, tráeme lo que esta bebiendo la dama. - Dios como me encantaba este hombre. Sus ojos se posaron sobre los míos y no pude huir de su azul e intensa mirada. - Gracias. - volvió a dirigir la mirada al abogado. - Se me hace impresionante que estés tu en carne y hueso comiendo en mi restaurante y no haciendo correr a Ginebra por el pato. - Alexander rio mientras tomaba de su copa.

 - No teníamos tiempo de ir a la oficina. Pero, veo que se conocen bien. 

- Yo... creo que... - Me quede callada porque no podía hilar idea y Hannibal me sonrió disfrutando de mi balbuceo. 

- Estamos en proceso de conocernos, sí. - Recibió su vaso con limonada mineral, igual que la mía y tomo de ella un trago. 

- Perfecto, te la encargo mucho, Hannibal, es una excelente asistente, persona y amiga. - El abogado le dio una mirada significativa, y después sonrío. - ¿Como ha ido el negocio? 

- Bien, estoy pensando en abrir otro restaurante. 

- Si ocupas socios avísame, estaría encantado de formar alguna sociedad contigo y sabes cómo disfruto este lugar, venga o no. Verdad Ginebra. 

- Claro. - Sentía que la comida me pasaba entera por la garganta de los nervios. 

- Me retiro, tengo que ver algunas cosas con Henry. 

- Me lo saludas, y dile que como siempre, exquisito. - Hannibal asintió y se levantó de la mesa, seguido por el abogado y me iba a levantar cuando puso una mano en el brazo y me retuvo en el asiento. Alexander alzo una ceja, pero no dijo nada, se dieron un abrazo fraternal y después Hannibal se giró hacia mí, beso mi mejilla, teniendo que encoger su largo cuerpo, casi escupo mariposas. Susurro un adiós y se fue, dejando su estela deliciosa y masculina. 

- Veo que es cercana a Hannibal. 

- No tanto, tenemos poco de tratarnos. 

- Si, se nota. 

- Abogado. 

- Asistente. - Soltó una discreta carcajada y negó divertido. - La verdad es que Hannibal me gusta para usted, quizá le pueda quitar lo ansiosa. 

-¡Alexander!

-¡Ginebra! 




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⏰ Last updated: Apr 09, 2021 ⏰

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Ginebra & otros PlaceresWhere stories live. Discover now