10| Un trago por los celos

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Karma

La jodida alarma sonó.

Mentiría si dijera que desperté de buen humor o de la mejor manera posible, en cualquier caso y bajo cualquier circunstancia suelo despertar de muy mal humor.

Y hoy no  iba a ser la excepción, ni siquiera porque visitaré a mi familia.

Doy vueltas en la cama y me estiro un poco, luego gruño con frustración, pues ya era tiempo de levantarme, sin embargo, me quedo helada al notar que un par de ojos están mirándome fijamente.

Admito que me gusta mucho la combinación de aquellas esferas, es una rara y linda combinación entre un azul y un verde. Ambos colores batallan por adueñarse del iris, mientras unos diminutos tonos marrones observan desde la lejanía. Algún día me gustaría pintarlo.

No reacciona al momento, el joven solo me mira sin previo disimulo. Está parado junto a la puerta y mantiene sus brazos cruzados sobre su pecho, haciéndome recordar que Ersa Aitné siempre conserva una postura imponente y autoritaria, casi llegando a ser intimidante.

— ¿Hace cuánto estás ahí? —pregunto, aun desconcertada.

El chico alborota su cabello y luego sonríe. Por Dios, cuanto odio que sonría de esa manera, casi pareciera que su sonrisa habla por sí mismo, y pues, todo lo que él dice, es acerca de cuán perfecto puede llegar a ser.

—No mucho —hace una corta pausa para morder su mejilla interior, está reprimiendo una sonrisa —. Entonces... —da varios pasos al frente, acercándose a mi cama, observando cada parte de mí. A este punto fui capaz de sentarme, recostar la espalda del cabezal y cubrirme con mis sábanas. Es muy mala idea dormir con la pijama más rota y vieja que consigas, aunque, en mi defensa, es supremamente cómoda — ¿Cómo dices que se llama esa obsesión tuya por los pokemones? —echa otro vistazo rápido a la habitación.

Mierda.

Ersa se acerca peligrosamente hacia a mi ¿y yo?... Yo solo soy capaz de encogerme en mi lugar. Luego de aproximarse se acuclilla y se inclina hacia adelante, de esa forma queda peligrosamente cerca de mi espacio personal.

Es en este preciso instante en el que mi respiración empieza a agitarse y mis manos empiezan a temblar, juntándose a ello un ligero picor. Siento que todo mi cuerpo se calienta y vuelve a enfriarse con rapidez, es una sensación extraña... Y la produce Ersa.

Él prosigue a acercarse lentamente con dirección a mi cara. No sé qué es lo que pretende hacer, solo soy capaz de dejarme llevar, pues, la curiosidad me vence, así que permanezco quieta.
Entonces, ocurre.

Y no mentiré, se sintió bien.

Tan bien como el viento otoñal y tan cálido como el sol mañanero.

Fue reconfortante, inofensivo, agradable. No encuentro alguna definición que logre describir lo que sentí, solo sé que... Fue increíble.

—Buenos días, Karma —dice cuando despega sus labios de mi frente. Sí, Ersa Aitné acaba de depositar un corto y pequeño beso sobre mi frente.
Y sí, mi mal humor acaba de desaparecer.

— ¿Q-qué haces?

—Nada, solo pretendo que tu mañana inicie de manera agradable  para que tengas un lindo día.
Él sonríe, ésta vez su sonrisa es tierna y dulce, luego acaricia mi cabeza tal cual lo haría un hermano mayor, cosa que me hace fruncir el ceño.

— ¿Estás bien? —le pregunto tomando su mano entre las mías para detener su acción, su actitud me parece desconcertante y, por alguna razón, me siento en la obligación de preguntar por su estado.
O está de muy buen humor, o desperté en alguna rara dimensión donde Ersa Aitné mágicamente irradia ternura sin auto-idolatrarse.

Un trago por eso | TERMINADA Where stories live. Discover now