Capítulo #17

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Nos hemos apoderado de una esquina del local. Hay un glamuroso sofá el cual estamos ocupando por completo. Delante de nosotras una mesa de madera. La luz aquí no es demasiada y hay luces de colores dando vueltas sin parar. Digamos que es como una discoteca pero sin ser discoteca. Y la media de edad del local ronda la edad de Alex.

Deciden pedir unos cubatas. Yo no estoy muy de acuerdo con que sigan bebiendo porque se van a poner más locas de lo que ya están. Llevan riéndose media hora de una cosa estúpida que han visto en la calle y una vez sentadas aquí, siguen haciéndolo. 

¡Esa cosa ni siquiera tenía gracia!

Bridget se ha sentado a mi lado. Se ha quitado la americana que tanto me gusta y está integrada en la conversación.

No hay mucha gente en este local, al menos por ahora. El camarero parece que ha subido un poco más la música al vernos llegar. Ahora tenemos que alzar la voz por encima de ella para poder escucharnos.

Yo mientras tanto me entretengo con mi móvil. Nadie me ha hablado. Ni siquiera Danielle. Desde que me ha mandado el último mensaje, no me ha vuelto a escribir, cosa que me parece bastante rara. Me meto en todas las apps posibles con la esperanza de que cambien pronto de conversación y pueda yo también hablar.

Los cubatas no tardan en llegar. Todas cogen el suyo como si se lo fueran a quitar de las manos. ¡Menudas borrachinas! Bridget me acerca el mío y la miro sonriente, dándole las gracias. Mi tía da un sorbo y haciendo palmas las anima a levantarse y bailar.

¡Llega el momento de la vergüenza! 

Ni aunque me pagasen 500 euros ahora mismo quiero bailar. Y menos sabiendo que Bridget me va a ver. Bailar no es lo mío. Yo tengo mis propios pasos. No es que sea una patosa. Pero tampoco tengo elegancia. No es que te apetezca quedarte mirando cómo lo hago.

Todas se levantan ante la llamada de Alex menos Bridget y yo, que permanecemos sentadas. Mi tía nos mira extrañada y nos hace un gracioso gesto con las manos que quiere decir; os vigilo.

Todas bailan de una manera muy graciosa. Hay algunas que sí que son patosas por naturaleza, pero otras se mueven realmente bien. Y luego está Alex... que bueno, ella baila haciendo la gracia, que es lo que mejor se le da. Camufla que no sabe bailar de esta manera. Pero a ella sí que da gusto verla, porque por lo menos te ríes.

—¿Tú no sales a bailar? —pregunto a Bridget rompiendo el silencio.

—No, la verdad es que no me apetece.

Sonrío de lado. Me encantaría ver cómo se mueve. Me encantaría verla ahí en medio de todas, moviendo sus curvas al compás de la música. Teniendo su propia luz y siendo el centro de todas las miradas. O de la mía. Porque estoy segura de que Bridget se debe mover de una manera que cautiva.

—Si tú no bailas, yo no bailo —le digo.

—Prefiero quedarme aquí, en buena compañía.

Me da la sensación de que Bridget no va tan borracha como las demás. Es más, creo que Bridget ni siquiera se ha puesto un poquito borracha. La observo unos segundos y desvío la mirada a la loca de Alex que está bailando sacudiendo la cabeza sin control. Como no pare, le va a dar un golpe a alguien. 

Me recreo en saborear mi cubata. En cada trago. Me lo voy bebiendo lentamente. No quiero que me suba de golpe. Noto cómo Bridget me mira de reojo de vez en cuando. Estamos tímidas, como si no nos conociésemos de nada. Tengo la sensación varias veces de que va a empezar a hablarme, pero nunca lo hace. Y aquí estamos, mirando cómo todas bailan borrachas. Parecemos el jurado de algún programa de televisión.

Llámalo DestinoWhere stories live. Discover now