Capítulo 4.

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Quedaban varias horas para la gala benéfica y Hermione se sentía cansada solo de pensar en ello.

La idea de pasearse entre toda aquellos desconocidos, apretando manos y sumergiéndose en conversaciones banales y aburridas, hacía que quisiera salir corriendo. Pero en esa ocasión no podía huir o fingir estar terriblemente enferma para eludir sus responsabilidades puesto que Kingsley les había "pedido", tanto a ella como a sus amigos, que realizaran el discurso de apertura.

«Por los huérfanos de la guerra», había dicho el ministro, y ninguno de los tres fue capaz de negarse ante aquella petición. Y mucho menos Harry, quien se sentía muy comprometido personalmente con la causa. Si lo haría por alguien sería por él y por todos esos niños a los que ya se les había arrebatado tantas cosas.

Así que allí estaba Hermione, delante del armario mientras observaba los vestidos más formales que tenía, y culpándose por no haber salido a comprar algo más adecuado para la ocasión. Pero ya no tenía tiempo de aparecerse en el Callejón Diagon así que tendría que conformarse con lo que tenía.

Sus dedos se toparon con una tela suave y Hermione sacó la prenda atrapada entre varias túnicas para observarla mejor. Su corazón se aceleró con fuerza cuando observó el vestido azul que había utilizado durante la boda de Theodore y Luna.

Un escalofrío la recorrió con fuerza cuando los recuerdos comenzaron a desbordarla sin que pudiera hacer nada para evitarlo.

Ella besando a Malfoy en la barra del bar, él mordiendo su cuello, la fría superficie de la encimera contra su piel. Aquella mirada de acero a través del espejo acompañada de su sonrisa arrogante y estúpida. La sensación de tenerlo por todas partes, de sentirlo tan adentro que apenas había podido respirar, sus caderas chocando con fuerza contra sus nalgas mientras le provocaba el mejor orgasmo de toda su existencia...

Exasperada Hermione lanzó el vestido de nuevo al interior del armario como si su contacto le hubiera quemado la piel. Pero sabía que el causante no había sido ningún fuego, sino el calor del deseo que latía con fuerza bajo su piel y que amenazaba con llevarla a un estado casi febril.

Una semana. Había pasado una semana y Hermione no era capaz de pensar en otra cosa que en esa noche. En otra cosa que no fuera él

Todavía podía recordar como había salido corriendo de la Mansión Nott. Había regresado a la fiesta pero estaba tan tensa por encontrarse a Malfoy entre los invitados, de ver su cara y no ser capaz de fingir o esconder lo que acababan de hacer, que Hermione no fue capaz de soportarlo ni un segundo. Se despidió de sus amigos, se disculpó personalmente con Luna y Theodore por no quedarse hasta el final de la celebración, y se apareció en su apartamento prácticamente jadeando.

Después de eso, su vida se convirtió en un sinvivir constante. Cuando se miraba en el espejo todavía veía a Malfoy reflejado en él, sonriendo con condescendencia, con los ojos grises brillando con orgullo por verla en ese estado, sentía el calor pecho contra su espalda, sus manos sobre su piel, su polla sacudiéndose con fuerza en su interior, su aliento cálido contra su oído mientras le susurraba: «Eso es, Granger. Deja que vea como te corres para mí»

Y todo fue a peor cuando tuvo que regresar al Ministerio. Hermione se encontró nerviosa, mirando por todas partes por si veía su cabeza rubia aparecer al final de algún pasillo. No sabía por qué pero tan solo pensar en verlo hacían que las piernas le temblaran de nuevo.

Pero él no hizo acto de presencia. Se mantuvo ausente durante el resto de la semana y los nervios de Hermione, lejos de desaparecer, habían incrementado. Porque si había algo que sabía muy bien de Draco Malfoy es que jamás, jamás, dejaría escapar la ocasión de poder atormentarla con lo sucedido. De alguna forma Hermione esperaba que él apareciera de repente por la puerta de su despacho para lanzar alguno de sus comentarios hirientes o simplemente hacerla sufrir con su presencia, pero no ocurrió nada. Solo un intenso silencio que hacía que se le erizara la piel.

Wicked Games | DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora