XXI - Roose Bolton

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Lo sabían, Mayleen, Robb, Catelyn, Brynden… Todos ellos sabían que Walder tomaría como ofensa que la esposa del norteño fuera de una casa tan noble y antigua como lo era la Lannister

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Lo sabían, Mayleen, Robb, Catelyn, Brynden… Todos ellos sabían que Walder tomaría como ofensa que la esposa del norteño fuera de una casa tan noble y antigua como lo era la Lannister.

—Lannister…, suena realmente bien. Decidme, lady Stark, ¿cómo pudieron los hombres de vuestro esposo respetar y aceptar a una bastarda como vos?—. Quería controlarse, pero ese anciano la estaba sacando de sus casillas, además quería hacerle ver que ella era más de lo que ninguna de sus hijas podría aspirar nunca.

—La Corona ha de ser fuerte, un rey necesita a una reina inteligente, audaz y perspicaz. Si uno cae, el otro debe ser capaz de sostenerse a sí mismo y a los que le rodean.

—La fortaleza no justifica vuestra procedencia incestuosa.

—Tenía entendido que no se juzgaba a los hijos por los actos de sus padres, pues en tal caso, el apellido Frey debería encontrarse excluído de cualquier alianza—. Tras sentenciar esas palabras, Mayleen era capaz de jurar que el semblante del anciano temblaba de ira.

—Deberías vigilar tus palabras, las lenguas afiladas nunca han sido de mi agrado.

Se hizo un tenso silencio a la vez que el señor de Los Gemelos volvió a sonsacar una sonrisa  y miró a Robb con una mueca jocosa.

—¡Tenéis razón! No es sólo una cara bonita con la que revolcaros todas las noches —Cat suspiró, mientras que su hijo apretaba la mandíbula, enfadado—, es una leona hambrienta con ganas de tener el mundo a sus pies. Si hubiérais nacido hombre, vuestro abuelo lord Tywin estaría orgulloso—. Dijo en esa ocasión dirigiéndose a la chica.

—Ser mujer no ha sido un impedimento para demostrar mi valía.

Una vez más, lord Frey soltó una despectiva risa, pero en un segundo escrutó su mirada sobre el cuerpo de Mayleen, analizando su anatomía.

—¿De verdad intentábais ocultar vuestro cuerpo bajo ese vestido y capa? Siempre sé que ocurre bajo los paños que usáis las mujeres. Son muchos años de práctica —May afiló su mirada, amenazando al viejo que tan abiertamente la estaba ridiculizando—. Apuesto lo que sea a que cuando El Joven Lobo os desviste todo se queda en su sitio, no cae…

—Os aseguro que eso no es de vuestra incumbencia.

Robb estaba airado, impotente y, siendo sincero, en tensión. Su esposa no iba a morderse la lengua con Walder. Catelyn le observaba por el rabillo del ojo y supo que en su interior ardía de rabia mientras contemplaba la silenciosa batalla de miradas de la Reina y el hombre a quien debía pedir perdón.
Ante la prolongada parada, Mayleen decidió volver atrás, junto a sus vasallos y marido. Los cuales habían sido testigos de la forma en la que lord Walder miraba su trasero.

—¡Dice que me ha traicionado por amor! Yo digo que me ha traicionado por unas tetas firmes y un coño prieto —la madre del joven estuvo receptiva y colocó su brazo sobre el pecho de su hijo a sabiendas de que este enfrentaría al señor—, pero os entiendo. Cuando yo tenía vuestra edad, habría roto cientos de juramentos por alguien como ella. Espero que la estancia sea de vuestro agrado, Alteza.

Stark || Juego de TronosWhere stories live. Discover now