Darkside XXII

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    Ryan:

     Dos semanas antes...


    Estaba enojado, llevaba todo un mes confinado en mi casa en las montañas solo por petición de mi padre. Sabía que algo se traía entre manos, lo que no tenía idea de que fuera tan descabellado.
 
 

  Esa noche, de casualidad llegaron a mí las cuentas de la empresa, de la casa, del banco y algunos datos sobre nuestros deudores. Quise matar a mi padre cuando vi lo que había hecho, cuando noté que la familia Moon nos debía cincuenta millones de venga a saber qué jugada que se hubiera inventado.
   
    Busqué mi móvil de inmediato y estaba a punto de marcarle cuando la llamada de James entró.
   
    —¿Qué quieres? —pregunté seco, llevábamos mucho tiempo llevándonos mal, así que si me llamaba seguro que nada bueno quería.
   
    —¿Estás enterado de la deuda de los Moon? —me devolvió la pregunta y me masajeé la frente para tranquilizarme.
   
    —Acabo de enterarme ¡Se puede saber por qué demonios no me habías dicho! —le grité golpeando mi escritorio de lo airado que estaba.
   
    —Papá no quiso que supieras, es todo una trampa para atraerlos.
   
    Chirrié los dientes, me la habían jugado él y papá, pero si creían que se saldrían con la suya estaban muy equivocados.
   
    Colgué el móvil y de inmediato me teletransporté. Obviamente tuve que hacer escala en algunos lugares, mi casa quedaba muy lejos para ir directo a ella. Llegué en unos minutos a la entrada y subí las escalinatas. Entré a la casa queriendo matar a alguien y llegué a la oficina donde estaba James con mi padre.
   
    —Es mejor que tengas una buena explicación, papá —musité horriblemente molesto mientras me acercaba a su escritorio.
   
    —Todo está planeado, Ryan, como sabes, la Luna de Sangre está próxima y debemos asegurarnos de que, como siempre, nuestra familia tenga a la princesa de la Luna.
   
    Maldije, maldije a todos para mis adentros, sabía que se complicarían las cosas pero no creí que mi padre actuaría tan pronto.Me serené y puse mi mejor cara de poker tomando asiento. —¿Por qué no estaba enterado?
   
    —Tu hermano dice que tienes cierto apego a la chica.
   
    Maldición.
   
    —Eso no es así y lo sabes, papá —respondí con frialdad y miré a James—. El problema es que mi hermano se siente mal de que su hermano menor sea mejor que él.
   
    —¡Eh, Ra...!
   
    —¿Me dirás que no es verdad? —le interrumpí más frío que un témpano y miré a mi padre—. Dime lo que planeaban hacer.
   
    —Tenía planes de que la chica terminara pidiendo un acuerdo, cosa de la cual James se encargó.
   
    —A Westley Moon le gusto, Ryan —añadió y lo miré sin interés, toda una actuación, podría haberlo matado solo por decir eso, pero no debía delatarme.
   
    —Exacto, y estábamos planeando pedirle como trato que se case con James...
   
    —No me parece prudente —dije recostándome del espaldar de la silla—, James no podría lidiar con una chica así.
   
    —¿En serio? —Mi hermano rió con molestia—. Westley Moon es solo una chica problemas, no es nada difícil.
   
    —Westley Moon es una chica que no aceptaría a un vago como tú.
   
    —Pues en el evento de Nebula todos notaron que no le disgusto para nada. —James me mostró un vídeo en su móvil de las cámaras que grabaron el evento y vi cuando se besaron luego de que acabaran de bailar—. Si Westley va a confiar en alguien, es en mí, hace unos minutos me llamó para pedirme ayuda.
   
    Casi podría haberlo matado ahí mismo, pero me contuve, si dejaba ver lo mucho que Westley me afectaba, todos esos años de actuación se irían al garete. Además, él lo hacía para eso, me estaba provocando para dejarme mal en frente de mi padre y no le daría el gusto.
   
    —Apuesto a que ella no quiso estar contigo después de eso —le provoqué y la cara de James me hizo darme cuenta de que había dado en el blanco. Sonreí ligeramente lleno de satisfacción y miré a mi padre—. No necesitamos que Westley se case con James, quien, al parecer, por lo que muestra el vídeo, siente algo por ella —dije lanzando el teléfono sobre el escritorio para que mi padre lo viera.
   
    —¡Eso no es cierto! —exclamó airado y ni me inmuté.
   
    —Papá —llamé su atención—, sabes que yo soy el indicado para esto, ¿no?
   
    —He de decir que tu frialdad ante estos asuntos es la más acertada, sin embargo, no quiero que la chica salga corriendo en uno de tus arrebatos. Nunca te has mostrado en sociedad y tu aspecto no está de tu lado para poder enamorarla y que se quede quieta.
   
    —Westley aceptará, papá —musité algo molesto por el comentario—. Ya está presionada, propónselo, dile que incluso sacarás a su padre de la cárcel y verás como acepta sin problemas.
   
    —No lo sé, Ryan, ya lo teníamos planeado con James...
   
    —¿Crees que James podrá evitar que ella escape? ¿O que sus hermanos la manden lejos? —le planté la duda, por esa parte yo estaba en mucha más ventaja, todos sabían que yo era el más fuerte.
   
    —Papá, sabes que sí podré, ella está enamorada de mí, no se i...
   
    —¿Y tú podrás hacerlo, Ryan? —Mi padre ignoró a James.
   
    —Sabes que no hay otra bestia en esta isla más fuerte que yo, nadie mejor para asegurarnos de que en esa luna, los Anderson vuelvan a cazar.
   
    —Papá...
   
    —Bien, que así sea —sentenció y sonreí, pero no estaba feliz para nada.
   
    ¿Cómo no lo vi venir? Se supone que yo debo protegerla y pasa esto delante de mis narices sin que yo lo sepa hasta ya muy tarde.
   
    Fui a mi habitación y me paré en el balcón mirando hacia la luna para calmarme y ordenar mis ideas. Westley Moon... Esa chica iba a ser mi perdición, eso era seguro.
   
    Hace unos años atrás, el día del accidente en el que asesinaron a su madre, yo estaba por allí. Por eso es que todos creen que yo la maté, pero no fue así. Westley y yo nos habíamos conocido de causalidad en ese verano, ella era más pequeña y yo un adolescente de casi quince años. Nos veíamos a escondidas en un puente cercano a la casa de campo de sus padres, que queda muy cerca de mi casa en las montañas, para pasar tiempo juntos.
   
    Siempre le gustó bailar, y ella era preciosa, no me gustaba admitir que me había quedado prendado de una niña de unos cinco o seis años menos que yo, pero ella era la cosa más bella que hubiera visto nunca. Además, creo que sentía algo por mí también, de ese tipo de amores que sienten los niños o yo que sé, pero sabía que le gustaba mucho que yo la viese bailar y a mí me encantaba verla.
   
    Esa noche estaba cazando en el bosque, alimentándome, cuando sentí la escencia de la madre de Westley, pero más fuerte. Es raro pero siempre sabía cómo encontrarla, el aroma que desprendía su piel era inconfundible, apetecible, pero tenía más que claro que ella sería nuestra cena el día de la luna de sangre.
   
    En esa fecha aún no sabía que Westley era su hija y me enteré esa noche de la peor forma.
   
    Corrí para observar a la tan suculenta princesa de la Luna, seguí su escencia hasta que la encontré, pero lo que vi fue terrible. Una bestia estaba devorando a la princesa y lo que era peor, Westley estaba en el asiento trasero viéndolo todo. No habría intervenido, ya a esa bestia le darían su merecido por asesinar a la princesa de la Luna antes de tiempo, pero le vi mirar a Westley con deseo, con hambre y no lo soporté.
   
    Me abalancé contra la bestia y la ataqué con todas mis fuerzas. No hizo mucho esfuerzo por luchar, ya había obtenido todo lo que quería, me lastimó en brazo y huyó. Me acerqué al auto y vi el cuerpo destrozado del la princesa de la Luna, sentí deseos de probar un poco también, pero vi a que Westley estaba allí detrás, conmocionada y con lágrimas en los ojos. Traté de acercarme para ayudarla, pero ella gritó de terror y salió del auto. Fui detrás, no podía dejarla andar por ahí, quien sabe qué bestia salvaje podría atacarla.
   
    Mi error... Olvidé que yo, en ese momento, también era una bestia frente a sus ojos.
   
    La alcancé un claro un rato después porque le había perdido y casi muero con lo que mis ojos vieron. Estaba allí, tirada en el suelo y una bestia le estaba devorando el corazón. Enfurecí, corrí hacia la bestia quien huyó al verme y no la perseguí porque le dolor me consumía.
   
    Dejé mi transformación y volví a ser yo, Westley estaba ahí, muerta entre mis brazos, no había podido protegerla, no pude cuidarla. Lloré, y di gritos hasta no tener fuerzas en mi garganta mientras la aferraba a mi pecho. Miré a la luna suplicando piedad, supliqué porque me llevara a mí y no a ella, quería que me la devolviera.
   
    —¿Tanto la amas? —escuché una voz de mujer a mis espaldas y me giré buscando con desesperación, pero no había nadie. No me importó, si alguien me escuchaba, entonces debía de responder.
   
    —¡Sí, la amo! —grité y miré el rostro de Westley—. La amo.
   
    —¿Cuánto estás dispuesto a hacer por ella? —preguntó y ahora sí alcé mis ojos a la luna que parecía ser quien hablaba.
   
    —Mi vida, daré mi vida solo para que ella viva.
   
    —¿De verdad?
   
    —¡Sí!
   
    —No hace falta tu vida, solo devuélvele lo que le quitaron y vivirá —respondió y miré el cuerpo inerte de Westley.
   
    Lo que le quitaron... Su corazón.
   
    Más lágrimas se escaparon de mis ojos, no pedían mi vida pero sí mi corazón, era lo mismo, moriría igual, pero no me importaba, por ella lo haría.
   
    Dejé un beso en la comisura de sus labios y transformé mi mano en una garra. Abrí la herida mientras gritaba de dolor y metí mi mano arrancando de una mi corazón. Se lo puse a ella en el pecho torpemente y luego de eso me tiré a su lado a morir. Vi como de la misma luna descendían destellos y brillos, como si fuera polvo de estrellas y llegaban a Westley.
   
    La alzaron en el aire y su cabello se volvió blanco completamente. Volví a llorar fuertemente al verlo y grité, ni siquiera sabía cómo estava vivo sin mi corazón, pero aquello debía de ser una mentira.
   
    —¡La condenaste! ¿Por qué? —grité viendo como la ponían de nuevo en el suelo con la herida cerrada— ¿Por qué? —Me arrastré hasta su cuerpo inconsciente y tomé su mano mientras lloraba— ¿Por qué la convertiste en esto? —sollocé y oí de nuevo la voz.
   
    —La maldición recaía sobre ella, si seguía con su vida alguien debía de asumir la maldición de los Moon.
   
    —Es injusto, ella no tiene la culpa...
   
    —Por eso tú la protegerás —dijo y no entendí hasta que vi descender hacia mí los mismos brillos—. A partir de hoy serás su guardián, vivirás para protegerla a ella y para acergurarte de que nadie le haga daño.
   
    Me senté poco a poco, viendo las marcas negras tatuarse en mi cuerpo y mi herida cerrarse dejando una cicatriz. Llevé mi vista a la luna y sentí como su luz quemaba mis ojos haciéndome gritar. Tuve que cerrarlos de lo doloroso que era y cuando los abrí, podía ver perfectamente en la oscuridad.
   
    —Cuidarás de ella a partir de ahora, serás su sombra, su lado oscuro, su guardián...
   
    Y así fue como terminé en donde estoy ahora. Llevo todos estos años siendo la sombra de Westley, ella se olvidó de mí, aunque luego de verme en un espejo, cuando volví a mi casa, tampoco deseaba que viera el monstruo en que que me había convertido. También dejé que mi padre creyera que había sido yo quien mató a la princesa, porque, para mi sorpresa, él estaba más que feliz por ello.
   
    Me esforcé en sobresalir en conocimientos e inteligencia, insistí en que no me mandaran al colegio por mi apariencia, y mi padre aceptó dejándome dar las clases necesarias en casa. Los rumores de mi aspecto comenzaron poco después, cuando asumí la presidencia de las empresas y no me presenté en público. No me importó, solo quería protegerla a ella, a mi luna.
   
    Estuve molesto con Moon por mucho tiempo debido a que se metía en líos como se cambiaba de ropa interior, no tenía trabajo fácil, Westley Moon era sinónimo de problemas, problemas grandes. Muchas veces terminé siendo yo quien pagó sus multas, quien movió hilos para que borraran los cargos, quien movió otros más para que no la sacaran de la universidad, etcétera. Pero todo aquello se acababa cuando la veía bailar en esos vídeos junto a sus hermanos, era feliz, y eso me hacía pensar que todo había valido la pena.
   
    Pero ahora, a menos de un mes de que la luna de sangre ocurriera, sentía que se me estaba yendo la situación de las manos. Llevaba todos estos años investigando quién fue el que asesinó a su madre, pero no hay un registro de bestias y yo no pude verle bien tampoco. Por eso estaba frustrado y me descuidé, dejando que la puñalada me la dieran los de mi misma familia.
   
    Ahora tenía que casarme con Westley y aquello me aterrorizaba, no porque no pudiera defenderla, lo que me daba miedo era lo condenadamente enamorado que aún estoy de ella.
   
    "La Srta. Moon quiere conocerte, Ryan". Cuando papá me mandó a llamar para decirme eso quise morir, no quería que ella me viera, no quería que viese al monstruo con el que se casaría.
   
    Me frustré grandemente y lo peor de todo es que no podía negarme, pero no quería que me viera. Estaba airado hasta el límite y para colmo, James me llenó la cabeza con cosas como: "En cuanto te vea no querrá aceptar", "Eres un monstruo, Ryan, y una mujer tan bella como Westley jamás va a querer casarse contigo". Lo peor de todo fue que esas palabras me importaron y me dolieron a tal punto, que ya no quería casarme con ella. Me lo propuse, le propondría un trato, le diría que yo le pagaba toda la deuda, algo mejor que lo que mi padre le había ofrecido y así ganábamos los dos.
   
    Con esa mentalidad entré aquel día a esa habitación donde ella me esperaba para conocerme y cuando la vi allí... Hacía años de que no la veía en persona, no conmigo totalmente presente. Sabía que se había convertido en una mujer hermosa, una que podría sacar mis instintos más recónditos y tenerla delante me estaba nublando el juicio. La recorrí con la mirada, perdiéndome en su hermosa silueta tan perfecta y una voz oscura en mi interior me decía que la quería para mí y para nadie más. Pero no, yo no podía encadenarla a amar a una bestia como yo, a un monstruo.
   
    Ella estuvo a punto de voltearse pero yo me teletransporté hasta sus espaldas y se lo impedí. —No te des vuelta...






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