VII

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Desde que conoció a Dawon para pactar el acuerdo de habitación ambos habían congeniado en algún punto de su carácter que Yoongi aún desconocía.

Hasta donde él sabía había llevado una vida tranquila como ama de casa hasta que una noche su esposo sufrió una falla cardiaca que le provocaría la muerte al instante. "Fue como si de momento hubiera agotado todas sus reservas de energía y decidiera marcharse sin más", le había dicho a Yoongi en alguna ocasión. En ese momento no logró comprender a qué se refería exactamente, pero suponía que aquel hombre desconocido había sufrido una muerte repentina pero pacífica.

Su casera era una mujer viuda de treintaicinco años, sin hijos ni ningún otro indicio de su vida de matrimonio y Yoongi era un joven veinteañero que a ratos se sentía completamente perdido. Quizás lo que ambos tenían en común, además de Hoseok, yacía en el hecho de que sus vidas de una u otra forma habían sufrido una catarsis que los llevó a un nuevo comienzo.

Habían tenido a la muerte en la misma habitación y, aunque Yoongi no estaba seguro de la muerte de aquel hombre, simplemente no podía sacarse de su cabeza la imagen del cuerpo bañado en sangre.

Con ese pensamiento en mente fue que decidió invitarla a salir de los departamentos de Goyang. Necesitaba contarle a alguien o acabaría por volverse loco, pues toda la semana estuvo temeroso a que el tipo volviera o que la policía se apareciera por el bar.

Estaba sentado junto a Dawon a orillas del Río Han, la tarde era fresca y el sol comenzaba a descender. Ambos iban tomados del brazo y, a pesar de que algunas personas les dedicaban miradas despectivas por la notable diferencia de edad, a ninguno de los dos les importaba lo que llegaran a pensar.

Desde su sitio podían contemplar perfectamente el ocaso, el cielo se teñía de rosado y anaranjado con tonalidades púrpuras. Era completamente hipnotizante y el momento le resultaba ameno a Yoongi quien todavía no podía aclarar sus pensamientos.

¿Estaba bien si confiaba en Dawon?

—Has estado muy callado, Yoongi, ¿el gato te comió la lengua? —rompió el silencio Dawon, sonriendo ligeramente al otro para animarlo.

—No he hecho nada nuevo, el bar es lo de siempre —mintió sin atreverse a verla.

Si su memoria no le fallaba, había pasado un mes desde la noche del diluvio que compartió Namjoon, desde ahí todo había cambiado en su rutina como en el ambiente del bar.

Sabía que podía confiar en ella, ¿pero si resultaba mal? Lo que menos necesitaba era involucrar a alguien que sólo había sido amable con él desde el inicio.

—O es quizás que no quieres hacerlo —contestó Dawon tratando de llamar su atención— No eres el chico más hablador que conozco, pero siempre me hablas de algo nuevo o sobre cualquier cosa que hayas visto en el bar.

—Supongo que la llegada de Jungkook también hizo que prestara menos atención al bar.

—¿Seguro que sólo es eso? Creí que necesitabas hablar y por eso venimos al río.

—He estado demasiado ocupado es todo, el tiempo libre que tengo lo ocupo para descansar y no quería quedarme encerrado en el departamento de nuevo —mintió a medias tomando la decisión de callar hasta no saber algo más sobre el sujeto del bar.

—Haré como que te creo —dijo con tono desconfiado, entrecerrando los ojos y enfocando mejor el rostro ajeno que se esforzaba en mantenerse fijo en el horizonte— sabes que puedes confiar en noona, ¿verdad? Porque quisiera enterarme de eso que te tiene tan distraído, pero supongo que debo esperar hasta que estés listo

The Genius Bar [Namgi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora