13

1.9K 214 130
                                    

— ¡YeonJun! ¡Te amo!

— ¿Soobin? — se volteó en cuanto reconoció el sonido de la voz. Tosió un poco y recordó la razón por la que no se ha movido de su apartamento ni cama. 

Había pescado un resfriado y por eso mismo fue a comprar medicinas, apenas cerró la puerta cuando la tocaron y tuvo que volver a abrirla para ver de quién se trataba.

No esperaba ver al pelinegro con un aspecto como si terminara de haber corrido un maratón. Sus cabellos negros estaban revueltos igual que su ropa, desacomodadas, pero aún con el desorden en su apariencia, a sus ojos todavía era apuesto.

— Soobin ¿qué pasa? ¿porqué lloras? — el más alto lo abrazó sin querer dejarlo ir, YeonJun no entendía nada pero respondió con gusto la muestra de cariño escuchando pequeños sollozos en su cuello — amor, háblame, aquí estoy para ti ¿Qué tienes?

— ¿Amor? — no creía lo que escuchó, se separó para verlo con sorpresa, sorbiendo su nariz  — ¿Tú...me llamaste amor?

— Soobin...— suspiró, no soportando más guardar sus sentimientos — siempre serás mi amor, sin importar qué, te dije que me gustas. Hablaba enserio esa noche.

YeonJun juraba que su corazón explotaría por todo lo que sucedía, por su confesión que salió a la luz sin más, por los fuertes brazos que lo rodeaban, por el tibio aliento que chocaba contra su boca o por como se extinguió cuando fueron apresados por los labios de Soobin en un beso suave.

Las mejillas ya le ardían de por sí por la fiebre a causa del resfriado pero le ardieron más al probar otra vez esa boca tan adictiva, sin tener alcohol de por medio en su sistema para usarlo de excusa y poder darle valentía de hacerlo.

Soobin lo besaba como él sólo podía.

Con amor puro.

Las piernas le temblaron, la caliente lengua de Soobin hacía un recorrido sobre la suya hábilmente, sus manos escalaron por el pecho del pelinegro hasta tomarlo de la nuca para volverse todavía más loco con la sensación húmeda de sus labios que soltaban chasquidos, los largos dedos le apretaron la blanquecina piel caliente de sus glúteos que la tela de sus shorts cubría haciéndolo sonrojarse más.

YeonJun realmente estaba en el cielo pero nuevamente recordó que seguían en el mundo, en el umbral de su puerta abierta, en donde varios ojos ahora les miraban y una anciana del edificio de enfrente que ocasionalmente el pelirrosa conocía le levantaba ambos pulgares a lo lejos mientras se mecía en esa silla mecedora de madera con un lindo gato peludo dormido encima de sus piernas cubiertas por una sábana debido al frío clima de temporada.

Incluso su propio vecindario sabía de la enorme atracción que sentía por Soobin, aunque no hacía falta ser ciego para no notarlo. 

Valió la pena esperar tanto por éste amor.

— Soo...bin...— jadeó pero otra vez fue tomado de las caderas y besado sin dejarle hablar — e-espera — le empujó levemente de los hombros, jadeando los dos en busca de aire — nos están viendo todos tonto — sí, sentía algo de vergüenza lo cual le sorprendía porque sin el resfriado le vendría valiendo un comino todo el mundo, podría saltar encima de Soobin sin pena ni arrepentimientos. La fiebre ciertamente lo ponía más vulnerable —, la señora Park también nos mira — eso le causó gracia por los ánimos de la viejecita desde su hogar "Hágale joven, usted puede" gritaba a lo lejitos — mejor vayamos adentro.

— Espera — le sujetó de la muñeca una vez entraron y la puerta se cerró. YeonJun volteó a verlo y su corazón se agitó, incluso antes de este momento.

FILLE IDIOTE, IL EST À MOI © ║SooJun║✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora