XIII

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Cualquier persona que tuviese cuatro dedos de frente, especialmente sus ex compañeros de equipo, podría llegar a pensar que cuando Aran se fue de Hyōgo quien más tuvo inseguridades sobre su relación fue el propio Aran

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Cualquier persona que tuviese cuatro dedos de frente, especialmente sus ex compañeros de equipo, podría llegar a pensar que cuando Aran se fue de Hyōgo quien más tuvo inseguridades sobre su relación fue el propio Aran.

Sin embargo, estaban completamente equivocados.

Quien estaba más inquieto era Kita.

Y no por las cosas que cualquier persona creería.

No era por alguna infidelidad, la distancia o pelea. Para nada, no podría estar más lejos de la realidad.

Sí estaba bien con el hecho de vivir relativamente lejos el uno del otro y que Aran viniera a visitar; pero aún así con el paso del tiempo se volvía más famoso.

Más cámaras, más preguntas, más personas a su alrededor.

Todos querían saber ahora la vida privada de Aran, cuando lo que realmente debería importar es su situación como jugador.

Y eso lo que hacía era abrumar a Kita por completo.

Aran no le decía gran cosa, pero a través de las cámaras se podía ver la incomodidad en su rostro al escuchar varias de las preguntas que eran dirigidas a su persona.

Aunque no estamos hablando de lo que sintió Kita o Aran en esos momentos, sino lo que estaba viviendo Miya Atsumu en la actualidad.

Era jueves, y el último día para decidir si por fin iría a aquella reunión a la que Osamu lo ha presionado casi toda la semana para ir.

Y su último recurso era su hermano gemelo sin duda alguna.

—¿Y ahora qué pasó? —preguntó Kita mirando a la nada.

Los dos estaban en el porche de la casa de Kita, el muchacho que ahora tenía un tinte de cabello decente había conducido casi directamente a su casa para charlar con él sobre qué debería ir sí o sí a la dichosa reunión.

Con el pasar del tiempo cambiaron de temas hasta llegar en el que estaban.

El cual le llegaba a doler la cabeza sin duda.

—Mi ex novia dijo que no soportaba tanto las cámaras, terminamos y ya. —Fue la respuesta opaca de Atsumu.

El chico miraba sus dedos mientras jugaba con estos.

—¿Cómo haces para no parecer tan mal? —preguntó de golpe Atsumu mirando a Kita directamente a los ojos—. Digo, no parece que tengas el corazón roto como me dijiste hace mucho.

—¿Cuándo dije eso?

—En realidad, se lo dijiste a Suna el día de nuestra graduación.

Oh, ese día. Sí, en definitiva estaba destrozado, no obstante, eso no debía saberlo nadie.

—Bueno, tú tampoco parecías con el corazón roto en la llamada que hiciste antes de venir.

Atsumu podía ser imprudente llegando a lo grosero, pero a veces ponía excusas absurdas para hablar con él.

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