Jazmine, una adolescente que le encantan las aventuras se ve obligada a cuidar al hijo de la Diosa Gea, como si fuera una niñera.
Mientras busca protegerlo de los seres de oscuridad, se ve envuelta en un nuevo misterio donde descubrirá los orígenes...
Los cuatro Dioses fundadores de Freiani se reunieron en el palacio de Quetzalcóatl. Todos tomaron asiento alrededor de una gran mesa redonda en una habitación protegida por los ángeles principales de cada reino, Marte del reino de los Dioses del fuego, Rafael del reino de los Dioses del agua, Yalí del reino de los Dioses del viento y, Ángel del reino de los Dioses de la tierra. Desde hace quinientos años los cuatro Dioses no se habían reunido, no después de la guerra.
-Quetzalcóatl, ¿por qué nos citaste a todos a esta extraña pirámide? -habló Gea viendo como simples ruinas el hogar del señor del viento.
-Debe de ser algo muy importante para que estemos aquí, la carta no explicaba mucho -mencionó Kagutsuchi incómodo de estar ahí.
-El momento ha llegado, Dioses. El momento de la verdadera guerra -citó Atabey la carta de Quetzalcóatl-. Esas palabras no nos dejan tranquilo, Dios de quinta -dijo Atabey con odio en sus palabras.
El Dios del viento se levantó de su asiento para abrir la puerta. Cuando la puerta se abrió los ángeles permitieron entrar a la maestra Danaé a la sala, quién pasó con un pergamino en su mano. La maestra al entrar abrió el rollo y lo postró en la mesa.
-He aquí, el pergamino de la profecía -dijo Quetzalcóatl quien hizo a un lado a Danaé con delicadeza, ella obedeció-. Después de quinientos años, el rollo ha vuelto a escribir palabras; considero que es debido al encuentro entre la descendiente de la guardiana real y al futuro príncipe de los elementos. Ahora sí forjaremos la paz entre razas.
-Quetzalcóatl, eso hemos estado haciendo -contestó Gea viendo de reojo el pergamino.
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-¿Puedo decir algo? -preguntó Danaé uniéndose a la conversación-. No existe la paz entre razas, los Shingates odian a los demonios y a los Dioses, los brujos odian a los demonios, los demonios odian a todo lo que se mueva y las Diosas odian a los Shingates y demonios. Eso sin mencionar a todos eso seres expulsados de Nafrein, ellos nos odian a todos. El hecho de no pelear no significa que no exista algo malo. La profecía claramente dice que todos debemos ser uno solo.
Todos callaron observando a la mujer que decidió interrumpir a los Dioses, estos pensaron que era una tontería volvernos uno solo, nunca había pasado algo como eso. Conociendo a esa mujer, sabían que, aunque sus pensamientos vagaban en su cabeza; la historia de ella y sus mejores amigos mostraban que eso no era imposible.
-Danaé, sal un momento de la habitación. Ve a ver a tu amigo Dante con esa humana que se niega a salir de Nafrein, los Dioses y yo tenemos que hablar.
La maestra aceptó irse ya que el que habló era Quetzalcóatl, el Dios que más respetaba. Al salir de la habitación su espejo estaba inquieto, así que la mujer decidió contestar. Era su amigo, Bastián, con cara preocupada.
-Hola Dana -dijo su amigo.
-¡Vaya! Ahora hablaremos más seguido, ¿no? -preguntó Danaé con espíritu.
-Tengo un problema -mencionó Bastián suspirando, su fiel amiga escuchó-. El príncipe Konrad se metió en problemas...
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Fecha finalizado: 28/06/2021
IMPORTANTE: Si ya leíste antes esta historia me harías un gran favor votando en los nuevos apartados ya que dividí la historia. Sigue siendo la misma historia, pero la dividí para que sea más fácil de leer. Si votas en lo que ya leíste me ayudas mil. Gracias. <3
Admitan que esto es épico, ¿soy la única que fangirlea con mi historia o como se diga?, ¿sí?, ok. Ja, ja, ok no.
Estoy feliz, gracias a todos los que llegaron hasta aquí, los amo de verdad, gracias a todos y nos vemos en la próxima historia de la saga que se llamará:
La bruja de la noche. (Ya estrenada y completa en mi perfil).
LOS AMO PEQUEÑOS CHOCOLATINES. 💖
Por cierto, un adelanto de la bruja de la noche:
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