Pájaro. 《Día 2》

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— No, definitivamente no lo entiendo.

Levi no era famoso por su gran paciencia, incluso había veces que dudaba el que su cerebro estuviese programado con ésta, pero de verdad intentaba ser lo suficientemente comprensivo con sus subordinados para no llevarlos a la muralla y lanzarlos directamente hacia los titanes.

Pero ellos no colaboraban ni un poco.

— Déjenme ver si entendí lo que sus miserables bocas intentan decir. —Tomó entre su dedo índice y pulgar sus huesos nasales, escuchó un jadeo temeroso por parte de Armin pero lo ignoró— Han mantenido encerrado en sus habitaciones a un polluelo herido durante 14 días.

— S..Sí, señor.

— Y no basta con eso, han descuidado el aseo, como los malditos cerdos que son, además de dejar a la suerte sus labores. —No deseaba ni levantar la mirada de sus botas, tan solo el olor del entorno era suficiente para saber que las medias sucias de Connie seguían debajo de la cama desde hace 1 mes y se unía al hedor de la caca de ave.

Simplemente maravilloso.

Dejó ir el aire en su interior con un profundo suspiro, Hange le había aconsejado que contara hasta 10 para mantener sus cabales pero ya iba por 87, tenía un pequeño indicio de que no estaba funcionando. Giró sobre sí mismo y se direccionó al escritorio, donde sus ojos no podían evitar fijarse en la capa de polvo acumulada, tomando la caja de madera que a duras penas rebosaba la longitud de su mano, allí el animal dejaba escapar su canto alerta ante el movimiento. Las protestas no se hicieron esperar, o al menos hasta que volvió a quedar cara a cara con el grupo y sus gargantas dejaron de emitir sonido alguno.

— Sólo lo diré una vez y espero que tomen muy en serio mis palabras. —Con su mano libre se encargó de señalarlos a cada uno, repasando las expresiones temerosas de Christa hasta la indiferente de Reiner— Van a limpiar todas sus lamentables habitaciones hasta que el mismísimo aire esté brillante, luego, quiero todo este piso en las mismas condiciones. Rueguen a cualquier Dios que se les antoje para terminar antes de la hora del almuerzo porque mi idea principal era hacerlos limpiar el suelo con sus lengua, no me hagan reconsiderarlo.

— ¡Sí, capitán!

Al salir de la recamara, los menores tuvieron cuidado de chocar contra su cuerpo pero sin llegar a disminuir la velocidad. Cambió de lugar la caja para poder tener su mano izquierda disponible, de esta forma logró meter su mano en el pantalón para atrapar el reloj de bolsillo que siempre llevaba consigo.

“3:45 de la tarde.”

No lo iban a lograr.

Devolvió el saludo a los compañeros que se encontraba en el trayecto a oficina hasta ser resguardado por ésta al cerrar la puerta tras su espalda. Allí aún seguía el tortuoso papeleo infinito, podía apostar que Mike había ido a dejarle más monstruosas montañas de pergaminos para leer y firmar, que se encargaba de organizar alfabéticamente; llevaba años en la legión pero aún así no lograba comprender de dónde salía tanta porquería.

Abrió una gaveta vacía de su escritorio y dejó adentro la caja a la par que quitaba la tapa, un pajarillo blanquecino le observó con atención, temeroso a sus próximas acciones; un sumamente improvisado cabestrillo rodeaba ambas alas, con cuerdas tan extensas que de vez en cuando hacían tropezar al animal cuando daba pequeños pasos, procuró dejarle cierta abertura para evitar que se cayera y procedió a abandonar el lugar.

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— Levi, no sabía que ahora tenías un hijo. —Comentó Erwin al verle entrar con galletas y una jarra con agua con su respectivo vaso.

《30 días con Erwin y Levi.》Where stories live. Discover now