12. me dejaste en un desierto, completamente solo.

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¿No te has dado cuenta de que las cosas más comunes y simples en la vida son las más complejas y más difíciles de encontrarles un origen? Como los sueños, como nuestra existencia, como el funcionamiento de nuestra mente. ¿Por qué soñamos? ¿Y por qué a veces soñamos tan lúcidamente que muchas veces creemos haberlo vivido? O, ¿quién nos creó? ¿Cuál es nuestro origen, y cuál es la razón por la que existimos? Y, ¿Cómo es, que un pedazo de carne y neuronas nos mantenga vivos y sanos? ¿Siquiera tiene sentido?

La vida es un misterio. Nuestro funcionamiento y nuestra supervivencia es un completo misterio.

Hemos hablado innumerables veces acerca de esto, acerca de lo frágil, ambigua pero poderosa que es la mente, y siempre llegamos a la misma conclusión: Jeno. Él es nuestro ejemplo de que la memoria es lábil, mas no el corazón. También es el ejemplo para demostrar que la ambigüedad nos puede llevar a imaginar cosas que no son. Y eso nos hace preguntarnos: la mente, ¿es más poderosa cuando está enferma y deteriorada, o cuando está sana?

Lo que Jeno nos dice no significa que sea cierto, porque, ¿no se nos ha demostrado todo este tiempo lo quebrada que está su mente? Entonces, ¿por qué confías tanto en sus palabras?

La mente es poderosa, incluso cuando está enferma. La ausencia y ambigüedad de recuerdos no siempre será un problema para ella, puesto que resolverá los cabos sueltos y los rellenará por su propia cuenta, haciendo uso de la imaginación. Y tal como los sueños, pueden llegar a ser "recuerdos" tan lúcidos que nos hace creer que son verdad, como un falso recuerdo.

Pero Jeno no lo sabe, y no tiene porqué saberlo. Dejemos que siga tratando de encontrar el eslabón perdido de una cadena destruida. 





Mi corazón dejó directamente de latir al ver la punta de la pistola apuntando mi frente. Un escalofrío me recorrió el cuerpo de pronto, expandiéndose por mi espina dorsal como una gran onda. Tragué saliva al advertir lo que estaba a punto de pasar. Mi garganta ahogó un grito, mi respiración dejó de ser. Y, por unos segundos, creí que ya había muerto, al ver la expresión determinada de Jaemin sosteniendo el arma en contra mía.

—Jae... Jaemin. Amor, soy yo... —tartamudeé, sin saber de dónde había sacado el valor para hablar. Mis piernas literalmente parecían dos lonjas de jalea de lo mucho que temblaban y la falta de aliento estaba a punto de hacerme desmayar, y estos efectos no hacían más que intensificarse al ver que Jaemin no bajaba el arma.

De pronto una suave brisa se escabulló por el ventanal y meció lentamente las cortinas, dejando que pequeños rayos de luz de luna entrasen e iluminasen la habitación, la cual había estado en completa oscuridad. Fue entonces que Jaemin me vio, y su expresión se ablandó considerablemente. Sus cejas se aflojaron, su mandíbula se cayó, y sus ojos oscuros se iluminaron por las lágrimas que anegaron sus ojos. Antes me miraba casi con odio, ahora lo hacía con preocupación y arrepentimiento.

Su diestra, la que sostenía el arma, comenzó a temblar de manera exagerada, y de un segundo a otro, por un impulso, el arma sale disparada al suelo, como si Jaemin hubiese tocado un insecto o algún elemento prohibido. Cerré mis ojos al sentir un alivio recorrerme el cuerpo, como si el alma hubiese vuelto a enlazarse a mí. Mi corazón comenzó a bombear otra vez, mis pulmones a recibir y expulsar el oxígeno correctamente. Mis piernas dejaron de temblar y el nudo en mi garganta se deshizo.

reminiscencia ー norenminWhere stories live. Discover now