CUARENTA Y SEIS

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—Susu, ¿qué te parece?

La voz de Vivi la sacó de su concentración y Sunny levantó la cabeza del plato y se obligó a mirar a su madre. Lo que menos le interesaba en ese momento era mantener alguna conversación con su familia, justo por eso se había mantenido en silencio toda la noche mientras todos, incluido Max, conversaban animadísimos sobre cualquier cosa.

Asintió para que su madre la dejara en paz, con la esperanza de que, tras darle la adulación que siempre buscaba, parara de preguntarle cosas. Pero claro que no tenía tanta suerte.

—Sabía que te encantaría —chilló emocionada—. Te dije que Ian es un estupendo cocinero, incluso Susan lo ha dicho.

Sunny tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no hacer una mueca y escupir su pasta sobre la mesa. No sabía qué era peor, si estar comiendo algo cocinado por el parásito de Ian o la idea de su madre de que Susan era alguna cazatalentos de la buena comida.

Susan no podría cazar algo bueno ni aunque le golpeara en la nariz, al igual que Vivi, pero mejor se guardaría ese comentario para más tarde.

—Si, claro —dijo en cambio, con la espalda más tensa de lo normal.

Patrick se puso a hablar de la comida callejera y todo el mundo volvió a ignorarla, lo que la hacía muy feliz. Fijó una vez más la vista en su plato e intentó seguir comiendo, aunque no creía que pudiera.

Casi da un brinco en su asiento cuando sintió el apretón de una mano en su muslo y por suerte todo el mundo estaba demasiado entretenido como para fijarse en ella porque al lanzar una mirada sólo se trataba de Max. Lo cierto era que era una anfitriona horrible porque lo había invitado y no le había prestado nada de atención en las últimas horas.

En su defensa podría decir que intentar aguantar a Vivi y Susan le robaba mucha energía.

Max se encontraba justo a su lado y le dedicó esa mirada de "solo respira" que usaba siempre, al menos con ella.

—¿Qué? —susurró.

Sacudió la cabeza. Al menos no tenía que mentirse a sí misma y decirse que el calor de la palma de Max contra su pierna no la hacía sentir inexplicablemente en calma.

Él ladeó la cabeza.

—Tengo miedo de que se te parta el cuello de la tensión.

Sunny hizo una mueca.

—Honestamente no soporto estar aquí —murmuró.

Max le dedicó su sonrisa de siempre, la que le gustaba y luego apartó la vista, alejó su mano, haciéndola sentir vacía y tosió, llamando la atención de todos en la mesa.

—Creo que me siento algo mal, tal vez comí demasiado —se quejó, poniéndose de pie— Lo siento mucho, no quiero molestarlos —y se giró hacia ella—, ¿me acompañas a tomar un poco de aire?

Sunny se contuvo para no sonreír y se puso de pie de un salto, Vivi también y ella se vio en la obligación de detenerla.

—Tranquila, mamá. Está todo bien, sigan en lo que estaban —Los animó.

La cara de preocupación de Vivi e Ian incluso le dio un poco de pena, al parecer a Max le pasó igual.

—Todo está bien, en serio, es que a veces... me mareo cuando como muy rápido.

Sunny enarcó una ceja. Valoraba el intento, pero ¿en serio era lo mejor que se le ocurría? Por suerte todos parecieron satisfechos con la explicación y Vivi aceptó quedarse en la mesa mientras ella arrastraba a Max hasta el patio trasero.

SunnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora