Capítulo 27 Rosie debe morir, otra vez

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No sabía que los bebés pudieran hacer popó tantas veces en el día. Bueno, tenía una
cierta noción de que lo hacían, pero no tenía idea que iban a ser así, demasiadas.21
Al principio, mamá sugirió usar solamente pañales de tela... Lo que iba bien hasta que las
bebés defecaron. Fue un desastre, todavía no lograba sacar la mancha marrón del suelo
y ya llevaba más de tres días en el mismo lugar, eso, o era una cucaracha muerta.
Después intentamos usar pañales desechables, y nos dimos cuenta que no había
suficientes pañales en el mundo para cubrir toda la popó que las bebés hacían.
Actualmente Adam estaba sosteniendo a una mientras yo sostenía a la otra, tratando de
dormirla. La que sujetaba él se encontraba desnuda porque nos habíamos quedado sin
pañales desechables y porque yo pensaba hacerles una limpieza tal y como me
enseñaron las enfermeras a hacer, cuidando su ombligo.16
—Deberías mejor ponerle un pañal a Belle —le sugería a Adam—. Aunque sea de tela;
acaba de comer y pronto hará popó de nuevo y te va a ensuciar.
—Esta no es Belle, Anna. Tú tienes a Belle, fíjate bien.66
Negué con la cabeza, pero de igual forma procedí a examinar el pie de la bebé que
estaba sosteniendo. Belle tenía un pequeño lunar justo en el dedo gordo mientras que
Bella no lo tenía. La que se encontraba en mis brazos definitivamente tenía el lunar.12
—Es cierto, lo siento. Esto me está costando —admití—. Tengo a Belle, tú tienes a Bella.
Ahora, ¿puedes cambiarla antes que...?
Pero la bebé fue más rápida y se hizo popó sobre Adam. Luego de eso se puso a llorar.69
Belle, al escuchar a su hermana, lloró con la misma fuerza e intensidad.
—Somos un desastre —suspiré.4
Adam no decía nada, simplemente se quedó estático, sujetando la cabeza de Bella con
una mano y el cuerpecito con la otra, intentando, de alguna manera, limpiarse la camisa lo
mejor que podía sin soltar a la bebé.9
—Quiero creer que no lo somos —dijo él, arrugando la nariz al ver la bomba marrón en su
camiseta—. Lo que pasa es que ninguno de los dos ha dormido bien, el sueño nos está
pasando factura.
Y le daba toda la razón por eso. Las pequeñas tenían ocho días de nacidas y desde ya
podía decir que no sabía lo que era dormir; desde que me habían dado de alta hace
cuatro días la casa ya no era un lugar silencioso.6
—¿Quieres que sostenga a Bella mientras te limpias un poco? —pregunté—. Tienes cara
de "ya vomito".3
—Es que creo que tengo popó en la cara y, contrario a lo que dicen, el popó de un bebé
no huele a talcos perfumados o a brisa del bosque. ¿Sí tengo popó en la cara?33
Examiné su bonito y cansado rostro. Y sí, tenía algo marrón cerca de su oído. ¿Cómo
había llegado eso ahí?26
—Sip.
—De acuerdo, esto es desagradable. Me limpiaré primero y luego regreso para seguir
ayudándote a asearlas y dormirlas.4
Asentí con la cabeza, tratando de no reírme de su cara de asco cuando depositó a Bella
en la cama, junto a mí, y su mano entró en contacto con su camiseta sucia.
—Ciertamente no hueles a brisa del bosque —admití—. Ve a darte un baño y yo llamaré a
mamá para ver si ella puede ayudar con algo.5
Con eso él entró al baño y escuché casi de inmediato el sonido de la ducha al ser
encendida.
Las bebés seguían llorando y yo intentaba con todas mis fuerzas no cerrar los ojos del
agotamiento.
Deposité con cuidado a Belle junto a su hermana y comencé a mover una sonaja brillante
que les había comprado Adam para ver si con eso se distraían. Obviamente no funcionó y
solo las hizo llorar más.
Ya no sabía qué otra cosa hacer.
—¿Qué les pasa, bebés? ¿Quieren dormir? ¿Más comida? —les pregunté como si de
alguna manera ellas fueran a responder.
Tomé el teléfono y llamé de inmediato a mi madre.
—¡Están llorando! —fue lo primero que dije/grité cuando ella respondió—, ¿qué hago? Ya
las revisé, no tienen fiebre, ya comieron, Bella acaba de defecar... o, espera, Belle
también acaba de defecar sobre la sábana de la cama. ¿Qué más hay que hacer? ¿Será
que les duele algo?2
—Anna, cielo, tranquilízate —me pidió ella—. En primer lugar, límpialas cuando acaben
de ensuciar los pañales. Tal vez eso las tiene frustradas. Una vez hecho eso, y si siguen
llorando, abrígalas un poco; tal vez sea frío lo que tengan. No te estreses, si ya las
revisaste y están bien, entonces no hay de qué preocuparse.10
—Gracias mamá, eres un genio. Voy a hacer como me dijiste.
Me despedí muy optimista y comencé a limpiar a las bebés.
Luego de unos minutos, y con el trasero limpio y con ropita nueva, las niñas seguían
llorando. Llamé a mamá nuevamente.
—¡Siguen llorando! ¿Qué les pasa? No se quieren dormir, ¿qué hago? Oh no, soy terrible
mamá.12
—Hija, ¡Anna! Tranquilízate —me gritó ella—. ¿Las abrigaste? A veces eso les da la
sensación de estar en el vientre materno y sienten comodidad.
—Ya las abrigué. No dejan de llorar.
—Bien. ¿Qué tal si les cantas una canción? Eso ayudaba a calmarte a ti. Recuerdo que te
cantaba e inmediatamente caías dormida. Prueba con eso, y por favor, deja de decir que
eres una mala mamá porque no es verdad. Estás en proceso de aprendizaje, nadie nace
sabiéndolo todo. Excepto Thor, Thor sabía cómo ser apuesto e increíble desde
pequeño.69
—¿Sigues viendo películas de superhéroes?
—Así es, y déjame decirte, Thor es mi favorito hasta ahora. Bien, prueba lo que te dije
sobre cantarle a las bebés y luego me cuentas. Adiós calabacita, debo seguir viendo a
Chris Hemsworth en su traje de dios nórdico mientras vence a los malos con sus
maravillosos pectorales.65
Suspiré en voz alta y finalicé la llamada.
¿Qué les iba a cantar a las bebés?5
Intenté concentrarme en una canción, pero no se me venía ninguna a la mente. Comencé
a tararear la melodía de Star Wars ya que no podía recordar otra.44
Las bebés se quedaron en silencio, escuchándome, luego se echaron a llorar al mismo
tiempo. Yo era mala para esto.
Sentía que iba a llorar de la frustración junto con ellas, pero entonces, mi salvadora llegó
a tiempo tocando la puerta de la habitación: Nicole.5
—¡Ya estoy en casa! —gritó la pequeña—. ¿Cómo están las niñas?
—Siguen llorando —me quejé.
—¿Quieres que juegue con ellas para ver si se calman?
Asentí, sin saber qué más hacer. Nicole era como medicina para las bebés; usualmente
solo necesitaban escucharla hablar de su amor por los artistas famosos y ellas se
tranquilizaban.4
Nicole comenzó a contar sobre su día. Sobre las veces que escuchó una nueva canción
de sus cantantes favoritos y sobre cómo de deliciosa sabía la pizza. Pero las bebés no
lograban tranquilizarse.
—¿Y si les cantamos algo? —preguntó la pequeña—. ¿Qué tal algo de One Direction?
¿O de Selena Gómez?62
—Canta lo que quieras con tal y las duermas o hagas que dejen de llorar.
—Mmm... ¿lo que quiera? Bien, es una difícil decisión. ¡Oh, oh, ya sé! Esta es una nueva
canción que aprendí la semana pasada en clase de ballet.
Nicole puso cara pensativa, tratando de recordar los pasos, y luego comenzó a mover las
manos como cisne y el cuerpo como si alguien la estuviera electrocutando. Ella empezó a
cantar las primeras letras de la canción Anaconda de Nicki Minaj.83
Abrí los ojos cuando comenzó a mover el trasero con ritmo.34
—¡Nicole! ¿Eso fue lo que te enseñaron en clase de ballet? —la interrogué.5
Ella se encogió de hombros.
—La maestra dice que es sano conocer otros ritmos y un poco de cultura actual, lo que
sea que eso es.1
La niña siguió cantando y moviéndose. Las gemelas se quedaron calladas, observándola
con curiosidad mientras sacudía el trasero.2
—¡Funciona! —la animé a que continuara—. Solo que ocultaremos este pequeño detalle
del tío Adam. No creo que apruebe el baile.21
La niña siguió y hasta la acompañé a cantar en la parte del coro, o al menos en lo que
creía era el coro.
—¡Mira que felices están! —dijo Nicole—. Anna, deberías ayudarme con el baile.
Adelante, los pasos son sencillos, solo te mueves como si estuvieras sacudiendo polvo
con un... con un... sacudidor, ubicado en tu parte trasera. Bueno, eso fue lo que dijo la
profesora.14
—Es difícil moverse para una recién operada —comenté intentado hacer algún
movimiento, pero simplemente no podía, para mí dolía demasiado.
—Tienes razón, lo siento —dijo la niña, dándose por resignada. Luego siguió cantando
Anaconda una vez más.
Seguíamos tan entretenidas que ninguna de las dos escuchó cuando Adam se deslizó
detrás de nosotras, recién salido del baño.
—¿Puedo saber por qué le cantan eso a las bebés? —preguntó él.29
Nicole detuvo su baile improvisado casi de inmediato. Nos quedamos en silencio por un
momento, intentado pensar en una excusa creíble.
—¿Y bien? —dijo Adam, esperando una explicación.
Me di la vuelta y le sonreí con vergüenza.
—Estamos intentando dormir a las niñas. Parece que les gusta Anaconda —expliqué—.
Míralas, están calmadas.7
Adam las observó con ojo crítico. Una de las bebés jugaba con su pie mientras la otra
sonreía enseñando su falta de dientes.33
Él asintió después de un momento, mirando a Nicole con intensidad.
—¿De dónde aprendiste esa canción? —le preguntó él a la niña.
—En ballet. Nos enseñan cultura actual.
Adam rodó los ojos y respiró hondo.
—Debí habérmelo imaginado. Y para que lo sepan, hicieron muy mal las dos —nos
señaló a Nicole y a mí con el dedo—. La próxima vez que las escuche cantando esa
canción, al menos espero la cortesía de ser invitado a bailarla; dicen por ahí que soy
experto en mover el trasero.130
Nicole se echó a reír y pronto estuvo cantando nuevamente la canción. Adam empezó a
moverse y a agitar e trasero al aire tal y como lo hacía Nicki Minaj en sus videos. Nicole
se le unió y juntos cantaron Anaconda.
Oh my gosh, look at her butt
Oh my gosh, look at her butt1
Oh my gosh, look at her butt36
Debería haberlo sabido mejor, ambos eran como niños. Nicole tenía excusa porque era,
de hecho, una niña. Pero Adam no. De igual forma sonreí con ganas al verlos mover los
traseros. El de Adam era una vista espectacular, olía a limpio y no se había puesto
camiseta que ocultara esos bellos abdominales y toda su historia en tatuajes. Él me vio
cuando lo observaba descaradamente. Me guiñó un ojo y continuó su baile esta vez
viendo directamente a mis ojos.27
Luego de unos segundos, se acercó de manera sigilosa y murmuró lo siguiente en mi
oído:
—Apuesto que me estás imaginando desnudo en estos momentos —se retiró y continuó
cantando y bailando junto a una alegre y feliz Nicole.49
Le susurré la palabra "Asno" y simplemente se limitó a guiñarme un ojo.
—Soy el asno de tus sueños, nena. No lo olvides.30
Me limité a rodar los ojos.
Definitivamente era prohibido obsesionarse con Adam Walker, yo lo sabía mejor, creaba
un daño irreparable en el sistema nervioso.38
***
—¿Adivina quién está punto de orinar sobre las cosas de la adorada "Rosie"?7
—¿Rita? Son las tres de la mañana. Déjame en paz.18
Apenas había logrado dormir a las bebés en no menos de diez minutos y sentía que no
tenía fuerzas para llegar a la cama. Me recosté sobre el sofá más cercano ubicado en la
habitación e intenté desconectar el teléfono, en donde Rita no paraba de textearme.
Decidí hacerle caso antes que despertara a las bebés o insistiera con más mensajes de
texto.
—Me acabas de responder, lo que significa que estás despierta. Eso cuenta.
Podía escuchar de fondo los ronquidos de Adam, el pobre apenas y había dormido en
estos días, siempre ofreciéndose de primero para cuidar a las bebés o para velar por su
sueño. Esta noche era mi turno de desvelo.7
—Bien, ¿qué quieres?
—Vuelve a leer el primer mensaje que te envié y luego respondes.
Hice como me dijo y procedí a leerlo nuevamente.1
—¿Orinar sobre sus cosas? ¿De qué hablas? ¿En qué estás metida ahora Rita Fiorella
Day?
—Tranquila, estoy con Key. Bueno, técnicamente él se quedó en el auto porque dice que
no aprueba mi actitud peeeero...1
—¿Orinar es la nueva clave para algo? No lo entiendo.
—Estoy, literalmente, orinando sobre sus cosas. Verás, hace más o menos un año atrás
Key y yo nos metimos a la cabaña de mi ex novio para orinar sobre sus cosas... fue épico.
Esta es mi venganza contra esa perra. ¡Acabo de orinar su cepillo de dientes! ¿Quieres
que orine algo en tu nombre?79
Abrí los ojos como platos y releí su último mensaje. ¿Rita orinó sobre el cepillo de dientes
de Rosie? ¡Era un genio! ¿Por qué no se me había ocurrido antes?14
—Pasa su cepillo para el cabello sobre agua de retrete. ¡Orina en sus bebidas...! Oh,
espera. Mejor no porque ella, me imagino, tiene que darle pecho a su hijo. No quiero que
le pase nada al bebé que no tiene la culpa.
—Pfftt... eso es pura miércoles. Estoy en su casa, contrató a una niñera para que hiciera
todo el trabajo que ella no quería hacer... la niñera duerme en una habitación junto al niño
mientras Rosie está de lo más linda, durmiendo... o mejor dicho roncando... ¿crees que
ese tipo de mujer le da pecho a su hijo?... lo dudo... el pobre tragaría veneno de ser así...7
—Bien, orina en sus bebidas entonces. Y Rita, ¡basta con los puntos suspensivos! Me
estresas.
—Oh... ¿esto te estresa?... Claro... que... no...
—Me hubieras dicho antes que ibas a vengarte de ella el día de hoy. Hubiera aportado
con algo.
*Deja... los... puntos... suspensivos...
—¿Con qué? ¿Con qué hubieras ayudado? Lo más anti-puritano que has hecho fue
acostarte con Adam y embarazarte de mis sobrinas :3 Pero ya en serio, no eres de las
que se vengan.
—Podría haber ayudado con los pañales sucios de mis bebés. Tengo varios en un
basurero en este momento que pueden servir de decoración en la vivienda de Rosie. Por
cierto, ¡No soy puritana! Hice cosas sucias en el pasado. Y... ¿cómo conseguiste su
dirección?
—¿Cosas sucias? Puaj, no necesito saber lo que has hecho con Adam, y... ¿Pañales
para Rosie? ¡Oh, tengo una idea con eso! Wow, Annabelle Walker, la chica de mente
malvada. Me gusta :D Puedo pasar por ellos en unos minutos, los dejaré debajo de la
cama de Rosie para que no sepa de dónde viene el mal olor $_$18
PD: Key sabe dónde vive (¬_¬)' le saqué a punta de navaja la dirección. Ella y ese cerdo
capitalista de genitales pequeños, alias "Diego" me las pagarán.18
—Te recomiendo pegar los pañales con cinta adhesiva al colchón, por la parte de abajo.
Así nunca los descubre.6
—¡Te has pasado al lado oscuro! Eres la mejor. Paso por tu casa en diez minutos. La
perra hija de pato tiene que caer. Hija de pato. Pato. De verdad que no entiendo este
teléfono, escribo PATO pero vuelve a escribirse PATO. ¿Será que mis hermanos jugaron
con él?62
—Mejor continúa con la venganza, deja lo del pato para otro día. Oye, ¿cómo sabes que
Diego es de genitales pequeños?
—Doy todo un discurso, ¿y eso es lo que llamó tu atención? El chico es de genitales
pequeños porque yo misma se los golpeé esta mañana.8
—Adam hizo lo mismo hace unos días, cuando supo que Diego era el verdadero padre
del bebé de Rosie y finalmente se dio cuenta que estaba siendo usado.
—Y ese mismo día se lo hizo saber a Key, y él me lo dijo a mí. Lo que claramente fue un
acierto porque estoy loca, y a la gente loca no nos importa cometer actos delictivos como
el que estoy cometiendo.16
—Vale más que Diego ya dejó herencia en este mundo, no creo que sea capaz de dejar a
nadie más embarazado por un buen tiempo.
—Se lo merecía, por cubrirle las porquerías a esa rubia poco natural. Me caía mal su
hermana mayor, pero ella se llevó el premio gordo. Deberían crear un sitio especial para
ella, Elena y Marie. ¡Oh, espera! Ya existe y se llama prostíbulo; esas tres son idénticas,
igual de jodidas y patos. PATOS. PAAATOOOOS. Patos.39
—Rita, detente en este instante.
—Está bien... puntos suspensivos... más puntos suspensivos...
—¡Basta!
—Anna, eres mi mejor amiga de toda la vida, sabes que te molesto porque te quiero con
toda el alma. ¿Te lo había dicho antes? Entiendes a la perfección mi mente maléfica.
Lamento que las cosas no vayan tan bien con Adam en este momento :( ¿Quieres que lo
haga entrar en razón a punta de golpes?
—No es tu culpa. Y no, necesito golpearlo para eso.
—No dejo de sentir que sí, que es mi culpa, yo te metí mucha presión... Bueno, todos te
metimos mucha presión para que volvieras con él y le dieras otra oportunidad. La decisión
es tuya. Yo sé que tomarás la correcta.6
Sonreí ante sus palabras. No estaba muy convencida de alejar a Adam en este momento.
Lo necesitaba como mi apoyo, aunque eso me hiciera muy egoísta.
—A veces pienso que lo mejor sería separarnos. Nos estamos haciendo daño
mutuamente.4
—Recuerda: el amor todo lo puede. ¿No te gustaría, dentro de diez años, reírte de este
momento de indecisión y pensar en que ésta fue solo una prueba por superar? Podrías
dar testimonio a todas aquellas parejas jóvenes que pasan por un momento similar.4
—Si te hubiera pasado a ti, lo que me pasó a mí con Adam, ¿lo hubieras perdonado?
—Bueeeeno... digamos que para este momento ya estaría castrado. Nadie juega con Rita
Day y vive con sus pelotas intactas para contarlo. Pero dejando de lado eso, creo que
ambos deberían comunicarse mejor entre ustedes; la confianza se gana. Deja que
tiburoncín trate de reparar este problema, y si no lo logra... Lamentablemente lo mejor
será que renuncies a él, pequeña sardinita.20
—Lo sé, lo entiendo. ¡Y deja de decirme sardina!
—Ok, te dejo porque debo seguir en mi misión. Ahora estoy llenando sus botes de agua
con agua del retrete. Deja los pañales de mis sobrinas en donde pueda verlos ;)
—De acuerdo, lo haré. Suerte y... quema su ropa si es posible :)
—Claro, puntos suspensivos, cambio y fuera.16
***
Tenía comunicación constante con la Sra. Ross, ella llamaba casi a diario para saber
cómo me encontraba y para saber cómo estaban creciendo las gemelas. Hacía ya varios
días me tuve que despedir de ella y el Sr. Ross porque Adam no había querido que fuera
a otro lugar que no fuera casa.
No tuve valor para decirles que Diego los haría bisabuelos, dejaría que fuera él quien
diera la noticia. Tan jodida como era la situación, no quería entrometerme en donde no
me llamaban y, además, los Sres. Ross se portaron de manera increíble conmigo. Estaría
eternamente agradecida con ellos, no quería entregarles tan impactantes noticias en ese
momento.
Justo acababa de terminar de hablar por teléfono con la Sra. Ross, cuando alguien tocaba
el timbre de la casa de manera insistente. Las gemelas se encontraban dormidas en su
cuna, casi abrazadas, y tenía miedo que las fueran a despertar. Recién cumplía los veinte
días de estar operada y era para mí todo un reto intentar bajar las gradas del segundo
piso al primero.6
Me encontraba sola en casa, con la promesa de Adam, Nicole y su abuela, de volver
pronto de hacer las compras en el supermercado. Ninguno esperaba visitas y tampoco
era como si pasáramos siendo constantemente visitados.
El timbre seguía y seguía mientras bajaba lentamente y con mucho sacrificio. Alguien
estaba deseoso porque abriera la puerta.2
Cuando finalmente alcancé a abrir, no esperé volver a ver su rostro de nuevo, y mucho
menos cargando una pesada bolsa negra que inmediatamente lanzó en mi dirección.
Logré moverme unos centímetros para que no me diera en directo.
—¿Qué es esto? —pregunté atónita. Solo el verla hacía cosas extrañas a mi mente y
sentía la necesidad de saltar sobre ella y atacarla. Estúpida operación que no me dejaba
ser ágil de nuevo.
Rosie se encontraba de pie en mi puerta, usando ropa deportiva y luciendo realmente
molesta. Su boca rosada hacía un mohín y llevaba lentes de sol que se quitó al verme de
pie.5
—Eso, querida, son los pañales que tú y la sucia de tu amiga dejaron bajo mi cama. ¡Por
más de diez días! —gritó esta última parte, haciendo que una vena de la frente se le
resaltara.
Pude sentir que de la bolsa salía un muy mal olor. Esos eran, sin duda, los pañales
usados que le di a Rita para completar su venganza.
Comencé a reír en voz alta.
—¿Qué es tan gracioso para ti? —preguntó la serpiente—. Me parece un acto de
inmadurez y cobardía. La próxima vez al menos ten la decencia de dar la cara.8
—Te podría decir lo mismo a ti. La próxima vez al menos ten la decencia de dar la cara
cuando trates de pegarle un hijo, que no es suyo, a un tipo. ¿Qué pretendías hacer? ¿De
verdad eres así de estúpida?4
Ella se limitó a elevar una ceja e intentó avanzar más, pasándome para tomar asiento en
el sofá.
—No te dije que podías entrar —le reclamé. Me estaba haciendo enojar como no tenía
idea.2
—Tengo que hablar de unas cosas con Adam, ¿dónde está? —se sentó como reina en su
trono y se acomodó en la sala, observando todo con un mohín en el rostro.
—Él no está —me crucé de brazos—. Ahora, sal de nuestra casa.
Le señalé la puerta, pero ella simplemente me ignoró.
—No me voy a ir sin que él sepa que estoy aquí. ¿Dónde está su habitación?
—Nuestra habitación no es de tú incumbencia —recalqué la palabra nuestra con mucha
fuerza—. No puedes irrumpir en una casa cómo y cuándo te dé la gana.
—Adam siempre me consideró su amiga, las amigas tenemos derecho a venir cuando
queramos. Y él y yo ya hemos estado juntos en habitaciones, para que lo sepas.
—Pero no eres amiga para mí, así que vete de una buena vez. No me interesa
escucharte.
Rosie me evaluó de pies a cabeza. Observando atentamente a mi calzado cómodo y a mi
pantalón de dormir con estampado de estrellitas de mar.
—¿Sabes que hay algo que me causa gracia? —preguntó de forma retórica—. Adam y yo
tenemos muchas cosas en común; lo conozco muchísimo antes que tú. Él y Key han sido
mis amigos de casi toda la vida. El que hagas estas cosas solo me demuestra lo muy
superior que soy a ti.2
—¿Y tú punto es?1
—Mi punto es que yo debería merecer quedarme con uno de ellos.28
—No necesito escuchar esta porquería.1
Me di la vuelta para marcharme, pero la voz de Rosie me detuvo en mi lugar.
—No eres lo suficiente para Adam —habló—, no entiendo cómo una persona como tú se
puede quedar con alguien como él. No tienes nada, no eres nadie y aun así te das el lujo
de huir de él. Anda, sigue huyendo que pronto le enseñaré que existimos mujeres de
calidad superior.63
Formé puños con mis manos, quería arrancarle cada cabello de su cabeza, hebra por
hebra.5
—¿Y tú si eres alguien? No eres mejor persona que yo. No tienes a nadie, y el único que
podía haberte aceptado decide que no vales la pena.1
—Adam es como un hermano para mí —continuó ella, como si yo no hubiera dicho
nada—. Nos casamos cuando éramos niños, si me caía él me levantaba de nuevo, si
lloraba él hacía cualquier cosa para que dejara de hacerlo. Teníamos algo especial.29
Esta vez la miré por completo, deteniéndome en su cara.
—¿Estuviste presente en la última conversación que tuvieron él y tú? Creo que dejó muy
en claro que ya no quiere saber nada de ti. Ahora tiene una familia por la que responder,
no te necesita y no intentes manipularlo con una historia que ya es pasado. ¿Y sigues
pensando que él quiere tener de hermana a alguien como tú? Jamás, en tus sueños.
—Tú no lo quieres, yo sí.
—Tú solo intentas buscar un padre para tu bebé. Deja que Diego se haga responsable.
Rosie apartó la vista, pareciendo avergonzada.
—No quiero que Diego sea el padre de mi hijo...
—Pues muy tarde, ya lo es. Hablaste de lo inmadura que soy, pero no estás notando que
justo en este momento te estás pasando de inmadura también.
—Tengo una vida difícil.24
—Todos tenemos vidas difíciles, por eso tratamos de no complicar la de los demás.
Ahora, vete de aquí. Adam no se encuentra y de seguro, aunque estuviera, no querría
hablar contigo.
—Adam siempre quiere hablar conmigo. Tú le estás metiendo ideas locas en la cabeza. Él
es más que un hermano para mí, yo estaría dispuesta a entregarme a él una vez más. La
relación que tienen ambos es más inestable que un borracho tratando de encontrar el
camino a casa. Si lo vas a dejar, déjalo de una vez por todas. Ten coraje de pedir el
divorcio, además, no creí nunca que llenaras ese puesto de esposa con mucha
facilidad.24
—Lárgate de una vez, si no lo haces, pañales sucios serán las menores de tus
preocupaciones.
La serpiente negó con la cabeza, mordiendo su labio.
—Yo no soy una mala persona. Tú eres la mala persona, al menos yo admito siempre
haber querido a Adam; tú lo engañas y luego huyes porque no sabes qué hacer. ¿A qué
estás jugando? Déjalo ir, que él tiene brazos a los que volver en caso de que ya no lo
aceptes, y chica a quien follar cuando ya no lo puedas satisfacer. Llévate a esas criaturas,
que según tú son de Adam, y no vuelvas más.47
Escucharla me enfureció más de lo que estaba.1
—Vete ahora. No estoy de ánimo para escuchar esta basura. Pareces grabadora
repitiendo lo mismo. Ve a hacer infeliz a otra persona, deja de meterte con nosotros, y
definitivamente no te metas con mis hijas.
—No me estoy metiendo entre ustedes, tú te estás metiendo entre nosotros. Oh, Adam,
allí estás —ella se levantó del sofá, haciendo una postura elegante cuando, al parecer,
Adam recién llegaba de hacer las compras, atravesando la puerta de entrada.2
—¿Qué es esto? —preguntó él, confundido— ¿Qué haces aquí?
—Vine a verte, ¿te gustaría tomar algo conmigo? Tengo cosas de las que hablar y
explicarte.
Los brazos de Adam venían cargados de comestibles en bolsas. Nicole y su abuela le
siguieron a él, ambas hablando alegremente sin notar la presencia de Rosie en la sala.
—¿Anna qué es ese olor? —preguntó Nicole, lamiendo una paleta de helado. Se quedó
inmóvil cuando al fin vio a Rosie.
—Hola pequeña —la saludó ella—, ¿te acuerdas de mí? Soy tu tía Rosie.9
Adam se tensó a mi lado, preparado para dar pelea en caso de ser necesario.
—¿Tía Rosie? —preguntó la niña, confundida.
—Tú no eres tía de nadie —interrumpió Adam, esta vez lucía realmente enojado—.
Lárgate de mi casa. Déjanos en paz.8
—No decías lo mismo cuando me estabas besando y cuando te responsabilizaste por mi
bebé.16
—¿Besaste a esta mujer? —dijo Nicole, impactada.2
—Claro que lo hizo —argumentó Rosie—. Fue un beso muy bueno.
—Creo haberte explicado que fue por un acto de lástima —respondió Adam, enojado—.
De haber sabido que te volverías de esta manera te hubiera dejado a tu suerte. Nicole,
¿puedes, por favor, subir a vigilar a las gemelas?5
Nicole asintió con la cabeza, asustada. Le fue seguida por su bisabuela, dándonos una
mirada cargada de dudas y más dudas a medida que subía por las gradas en dirección al
segundo piso.
—Te dije que no te volvieras a involucrar en nuestras vidas —le dijo Adam a Rosie—. No
sé de qué otra manera decirlo para que lo entiendas, y deja de decirle a Nicole que eres
su tía porque no es así. Tú no eres parte de mi familia.6
—Oh, tonterías —murmuró sonriendo—. Hace unos meses no me tratabas así, ¿qué ha
cambiado entre nosotros?
Adam negó con la cabeza, sin poder creer lo que salía de labios de la serpiente. Al menos
yo ya me lo esperaba.1
—¿Qué ha cambiado? —gritó— ¡Todo ha cambiado! En primer lugar: me manipulaste,
creí de corazón lo que me decías, me engañaste todo este tiempo. Me pusiste en contra
de Anna, y yo, de imbécil, te creí.4
—Eso tiene una explicación —respondió ella, viendo en mi dirección—. Tu mujer no es
alguien que sea suficientemente buena para ti y solo buscabas una excusa para dejar su
patético trasero.18
—Eso no es así —dijo Adam, frustrado y a punto de quebrar lo que sea que estuviera a su
alcance—. No hables así de mi esposa, no te lo permito. Y no te atrevas tampoco a decir
cosas fuera de lugar frente a Nicole, mi sobrina. No tienes permitido entrar de nuevo a
esta casa, o volver a buscarme.11
Rosie rodó los ojos.
—¿Podemos tener esta conversación en otro lado? —preguntó ella—. No es saludable
para alguien como tú "esposa" escuchar lo que tengo que decir.7
—No vamos a hablar de nada. Ya nos dijimos todo; pensé que eras una buena persona,
te traté como a una hermana y en cambio te volviste peor que un virus para mí. ¿De qué
otra forma te puede quedar eso claro en tu cabeza? No quiero saber nada de ti. Lástima o
no, no quiero que me vuelvas a buscar.7
—Claro que no lo tengo claro —se defendió ella—. Siempre me das señales confusas.
—No sé de qué otra forma te puedo dar las señales claras, te lo vuelvo a repetir: no
quiero estar con alguien que me causó tanto daño. Eres peligrosa y espero, por tu bien,
que te alejes de mi matrimonio, de mi vida.
—Deberías de darle el mismo trato que le diste a Diego para que aprenda —sugerí—, ya
sabes, un buen golpe quita la idiotez. Prueba con al menos unos cien más.
Rosie se echó a reír en voz alta al escucharme.
—Adam es incapaz de golpear a una mujer —susurró ella, elevando una de sus cejas—.
Y te recuerdo que yo fui alguien muy importante en tu vida.
—Tengo deseos, en este momento, de romper con toda mi moral y educación —murmuró
él, luciendo muy frustrado.5
—A ver, cielo, entonces golpéame.28
Rosie se llevó el dedo índice a su mejilla, señalando el lugar.
—Golpea fuerte, cariño —continúo diciendo entre risas—. Sin miedo.5
Podía ver a Adam tratando de contener sus impulsos, viéndose tentado a hacerlo.
—Vamos, Adam —Rosie hizo un puchero, sin dejar de reír y sin dejar de señalarse con el
dedo—. Hazlo mi vida.9
Si él no era capaz de pegarle, yo sí lo sería. ¡Ella lo estaba pidiendo a gritos!2
Hice un esfuerzo monumental, del cual jamás me arrepentiré, y con mi puño cerrado
golpeé directamente al área que Rosie señalaba tanto con el dedo.132
Quedó sorprendida por al menos unos segundos y luego se recobró, viéndome como
si me fuera a comer viva. Golpear a alguien por una estupidez era tan liberador que ahora
entendía a Adam cuando lo hacía. Así que lo repetí una vez más porque el primer golpe
no fue tan fuerte como quería. Cerré mi mano en puño y golpeé con fuerza, haciendo a
mis dedos doler horriblemente.31
Adam me sujetó por los brazos antes que pudiera darle un tercer golpe.
—Tranquila, fiera —susurró en mi oído—. Tú tenías toda la razón antes, la violencia no es
la solución. Deja que yo me encargue de esto.2
—Tú también tenías razón, dar un golpe, de vez en cuando, le hace bien al alma.18
—Esas no fueron mis palabras.1
—No, pero me da igual. Se lo merecía.33
Rosie se llevó una mano en el área afectada. Sus ojos se pusieron húmedos por la
indignación.
—¿Vas a dejar que me trate así? ¿Viste lo que me hizo, Adam? —gritó ella—, y para tu
información, tu mujercita llevó pañales sucios a mi casa y los pegó, junto con la psicópata
de su amiga, bajo mi cama.
Rodé los ojos, Oh, pobre víctima.2
—Tú suplicaste por ser golpeada —me defendí—. Ahora lárgate. No tienes nada que
hacer aquí.
—Cuando te canses de jugar con ella, llámame.8
—No te va a llamar nunca, ya supéralo. Y, por cierto, en caso que no lo supieras, te has
estado lavando los dientes con un cepillo pasado por agua de retrete y orines.10
Ella se limitó a levantar esa ceja que venía levantando desde que entró por la puerta.
—¿De qué hablas?
—Hablo que mi amiga, Rita, te hizo una visita en casa la otra noche. Rita, ¿recuerdas? La
actual novia de Key.3
Rosie seguía aguantando su mejilla con la mano, mordiéndose los labios y viéndome con
furia.
—¡Todos ustedes son unos ignorantes!8
Ella salió furiosa de la sala, en dirección a la salida. Iba a ir tras ella, pero Adam me
detuvo, de nuevo.
—Espera aquí —murmuró—, deja que yo me encargue.1
—¿Qué vas a hacer? Espero que tengas en consideración el tatuarle la frente, así como
hiciste con Mason.18
Él simplemente se rio y me dio un beso en la mejilla. Luego de eso corrió tras Rosie,
llamándola por su nombre.
No me gustaba que Adam fuera por ella, la odiaba. ¿En verdad trataba de hacer el papel
de víctima? Esa mujer era peor que un virus y debería ser erradicado por completo.1
Adam regresó luego de unos minutos, realmente no estuvo mucho tiempo con ella. Pasó
por la bolsa negra que de pañales sucios que había traído Rosie y se detuvo para
observarme.
—¿De verdad pusiste pañales bajo su cama? —me preguntó con una sonrisa.
Me encogí de hombros.
—En realidad fue Rita la que hizo todo, yo solo sugerí algunas cosas.
—Eso fue excelente. Ahora, si me permites, me tengo que deshacer de esta peste. Creo
que hasta agarró gusanos.
Arrugué la nariz y Adam hizo lo mismo, negando con la cabeza.
—¿Quién lo iba a decir? Anna, malévola.
—Ella se lo merecía, ¿viste cómo se puso? Sigo sin poder pensar que creyeras más en
su palabra que en la mía.
Adam soltó la bolsa de pañales apestosos y se acercó a mí, tomándome de los hombros.
—Nena, yo de verdad estoy muy arrepentido.
Rehuí su mirada.
—Dolió peor que mil puñetazos.4
—Lo siento. Mi mente fue débil por esos momentos.
—Y es probable que ese momento de debilidad te haya costado tu matrimonio —suspiré,
viendo en dirección al suelo—. Lo lamento pero... no quiero verte por los momentos. No
quiero seguir con este mismo tema una y otra vez. Todo esto es muy agotador para mí.86
—Lamento, con el alma, que sea de esta forma.
Negué con la cabeza, sintiendo cómo mis ánimos se esfumaban.
—Si no te molesta, me gustaría llevarme a mis hijas a casa de mamá, serán solo unas
noches. Necesito estar lejos de este drama.266
—¿Qué? Anna, no puedes... No puedes hacerme esto. No puedes tampoco hacerles esto
a nuestras hijas.19
—Siento como si necesitáramos distancia de nuevo. Por eso lo hago.98
—¿Necesitas distancia? Bien. Me mudaré a otra habitación, tú quédate con la nuestra.
Solo... no te vayas. No de nuevo.12
—No es mi intención hacerlo —hablé más para mí misma que para él—. Pero mi cerebro
sigue sin procesarlo todavía. Adam, no sé si llegaré a superar esto algún día. ¿Qué pasa
si nunca lo hago y me quedo estancada con este mismo sentimiento? No creo que sea
justo para ti o para nadie.78
Él alejó sus manos de mis hombros y me miró con intensidad.
—Recuerda que prometiste intentarlo, mantén tu palabra, por favor.
Asentí con la cabeza, recordando el momento.
—La mantendré, pero recuerda que no estaré esperando por mucho tiempo.116
Con eso último dicho, caminé lentamente lejos de él, sin muchas esperanzas para ambos.
Y tal vez eso era lo mejor. Las visitas de Rosie siempre lo dejaban claro.

Prohibido obsesionarse de Adam WalkerWhere stories live. Discover now