01. welcome to king's landing

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━━ ( bienvenidos a desembarco del rey

━━ ( bienvenidos a desembarco del rey ) 

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113 d. C 

CAPÍTULO UNO 

DAERA


Daemon abrazó a su hija. 

—Mira, te he traído algo. Tómalo. Es tuyo. 

Rhena solo era una niña de seis años. Tenía el pequeño juguete en forma de caballo entre sus manos, metiéndolo a veces en su boca y masticándolo con sus dientes para inspeccionarlo. 

—Rickon no quiere que sigas viendo a Rhena. 

—¿Desde cuando me importa lo que piensa un viejo Rey del norte? —dijo Daemon dejando a la niña en el suelo . Aquella era la primera vez en dos años que volvía a ver a su hija, estaba ciertamente entusiasmado por el reencuentro. —Llévese a la niña, Ser Harwin. 

Daera miró muy reojo la silueta de Ser Harwin Strong, esperó durante un par de segundos y la niña tomó la mano del caballero real alejándose con lentitud del salón del trono de hierro. 

—¿Por qué tienes que decirlo delante de la niña? —preguntó Daemon. 

Rhena Stark no era hija legitima de Daemon Targaryen. Ella había contraído matrimonio con Lord Rickon Stark y su único legitimo hijo era el pequeño Lord Cregan Stark. La pequeña princesa del norte no tenía sangre del lobo en sus venas, más bien la de un dragón y los rumores corrían por las calles de Desembarco del Rey, incluso en sus adentros con un pequeño holgazán. 

—Rhena tiene seis años. Es consciente. —Daena impulso un tono de voz más alto. Sus ojos violeta estaban clavado sobre los lilas de su hermano, siempre tan fríos al mismo tiempo que oscuros. 

Daemon no respondió. Estaba sentado sobre el trono de hierro de su hermano, con las piernas cruzadas y su melena platina cayendo hacía los lados. Daena se retorció un poco en su lugar, ya no sentía demasiado afecto por su hermano como lo había hecho durante los primeros años de su adolescencia y de casada. Suponía, según ella, que había sido un capricho de su juventud y del que había gozado mejor que ninguna de las amantes de Daemon. 

«Irónico» , pensó ella. Era curioso como Daemon tenía la capacidad de sentarse en el trono de Viserys I, su propio hermano, durante los días de luto por su mujer e hijo. Solo demostraba que, durante la mitad de los años que llevaba fuera de casa, seguía comportándose igual que un niño. Incluso, su propio hijo Cregan Stark tenía más capacidad de sentarse en el trono de hierro que él. 

—Tú estas aquí por lo mismo que yo. —dijo su hermano incorporando su cuerpo un poco más sobre los bordes afilados. —Será mejor que vuelvas a plantear mi propuesta matrimonial. Nos convendría a los dos: Cregan se queda en el norte y Rhena será nuestra sucesora. —explicó. No parecía tener una pizca de simpatía, ni si quiera ahora o nunca. —¿No crees, hermana mía?

—Estoy casada. —respondió Daena con la cabeza en alto. —Y no desearía casarme contigo, hermano mío.

—Bien. 

Daemon la ojeo con la mirada, se levantó con dificultad del trono y se fue. Sin decir nada. Daena aprovechó para soltar el aire que se había acumulado en sus pulmones, sujetando su tripa con su mano y contemplando pensativa las pequeñas enrevesadas púas que alzaban en alto hacía ese oscuro trono de la perdición. Durante un momento deseó volver a Invernalia, no haber cruzado más haya del río Angosto hasta Desembarco del Rey; su piel estaba erizada por el miedo, tanto con los jadeos entrecortados de su voz y las diminutas gotas de sudor de su frente. 

Su hermano había sido, durante muchos años, la perdición de su locura y decadencia. Él prometió entregarse en cuerpo, tanto como en alma, a su hermana a la que la arrebató los únicos años de juventud que la quedaban cuando apenas cumplió los trece años. Esa fue la primera vez que Daemon la mintió, la primera vez de casi un centenar de mentiras desplegar de su boca y ,aún con ello, ella engendró una hija suya por compasión. 

También ella se lo permitió esa primera noche , cuando vino de visita a Invernalia a lomos de su gigantesco dragón Caraxes. Entro tan dócilmente, casi en el susurro del frío invierno del norte, sigiloso y metiéndose entre las sabanas de lino que arropaban su diminuto cuerpo. No fue la primera ni última vez. 

Aún así, el nacimiento de Cregan Stark paro los colmillos de Daemon Targaryen y Daena dio por fin un final a la relación de hermanos que llevaban ocultando durante años. Aunque, aquí, los rumores se extienden y en las calles de Desembarco del Rey todos sabían que Daemon Targaryen era la "puta" de Daena Targaryen, su hermana. Un curioso apodo que desató la furia del príncipe consorte e hizo que se quemara más de la mitad de burdeles en el camino de la seda, dónde la noche aguarda y las verdades se cubren con las mentiras. 

Daena salió de esa habitación asfixiada por el calor y la verdad. 

Su marido no estaba ahí, el pobre estaba muy enfermo y los días ya estaban contados para él en Invernalia. Daena, que era muy complaciente con el hombre que la ofreció un hogar después de perder su virtud, no deseaba su soledad en lo alto del torreón y pidió a su hijo mayor, Cregan Stark, que reposara en velorio con su padre. Ella se encargaría del asunto de sucesión llevado acabo por el rey Viserys I Targaryen. Con suerte, Daemon no llevaría ese titulo.

—Lady Daena. 

Escuchó casi el susurro de una voz expandirse en frente de la puerta. No miro mucho más de dos veces y vio a una jovén vestida de verde. Tardó un par de segundos en identificarla hasta que la denomino como "la compañera de su sobrina." 

Asintió y llamo a la puerta del consejo real. 

—Adelante. —escuchó la voz de su hermano y entro con total libertad.

No se paró a hacer una reverencia y se puso manos a la obra. Se sentó muy cerca de la mano del Rey, Otto Hightower, y dejo que una de las sirvientas de Viserys rellenara su copa con un poco de vino todavía de la antigua Valyria. 

—Su majestad, tengo un informe que me siento obligado a compartir. —mientras Daena bebía de la copa de plata, miro de reojo al viejo hombre Hightower que su barba se extendía casi al principio de la mesa. —Anoche... El príncipe Daemon compró una de las casas de placer en la calle Silk para entretener a los oficiales de la guardia cívica y otros amigos suyos. 

Daena se atragantó levemente. 

Viserys alzó un poco su mano, dos de las sirvientas que yacían al lado derecho de la habitación fueron hasta ella y ofrecieron el manto de un papel de seda para que se limpiara. 

 —Gracias, hermano.

—Cómo decía su majestad...—volvió a interrumpir Otto. —Brindo por el príncipe Baelon, etiquetándolo...como el heredero por un día. 

Rhaenyra Targaryen, la única hija superviviente del matrimonio del Rey Viserys I con su difunta esposa, lady Aemma Arryn, dejó caer la jarra que sujetaba a la par de su mano al suelo y crujió en dos. 

Daena se levantó casi tambaleante hacía su sobrina y la sujeto del brazo.

—¿Rhaenyra? —preguntó casi en un eco. —¿Rhaenyra? 

—Llévatela, Daena. —Viserys también se había levantado, esta vez haciendo un circulo entre las dos mujeres de su casa. 

—Así será, su majestad. 

Rhaenyra Targaryen susurró algo al oído de su tía. Daena se estremeció. 




THE LAST QUEEN, hotd.Where stories live. Discover now