ONCE

1.2K 111 32
                                    

Los siguientes días, Natasha apenas salió de su habitación para comer. Utilizó como excusa una misión en solitario de rastreo que se le había asignado. Estaba casi todo el día en su computadora, hablando con sus contactos y armando una estrategia. 

Wanda le preparó algo para cenar y se lo llevó a su habitación. Se quedó unos minutos para charlar. 

―¿Sabes algo, Nat? También me fue difícil darme cuenta que sentía algo más por Vis ―soltó casualmente. 

―¿De qué hablas? 

―De ti y de Steve, claro. 

La pelirroja frunció el entrecejo. 

―No sucede nada entre nosotros. 

―Puede que sea la más joven aquí, pero también soy muy perceptiva. No sé qué sucedió, pero me queda claro que el que estés prácticamente encerrada y el que Steve se haya tomado mucho tiempo, está relacionado con eso. 

La rusa la miró sin saber qué debía decir. 

―No es tan fácil cuando ni siquiera tengo claro lo que estoy sintiendo. 

―¿Y si lo simplificas? ¿Te gusta que esté lejos? 

―No. 

―¿Te gusta su compañía? 

―Sí. 

―¿La idea de que sean algo más que amigos te disgusta? 

Ella hizo una mueca. No había pensado en cómo sería tener una relación con el capitán. 

―No me disgusta ―admitió―. Si es un buen amigo, supongo que como novio sería incluso mejor. 

―No fue tan difícil, ¿verdad? ―sonrió la sokoviana―. Ahora solamente hay que saber cómo se siente él sobre ti. 

Maximoff se paró, abrió un poco la puerta para sacar una mano y después la volvió a cerrar. 

―Creo que eso sucederá un poco más rápido de lo que crees ―su gesto denotó que había cometido una travesura. 

―¿Qué hiciste? ―La acusó con la mirada. 

―No podía seguir sin hacer nada. Vis buscó a Steve… 

―¿Y? 

―Puede que le haya dicho que fuiste sola a una misión y te hirieron. Fue lo más rápido que se nos ocurrió para hacerlo venir. 

Aunque sabía que la intención de la pareja era ayudar, no pudo evitar enfadarse. Le pidió que se apartara y abrió la puerta. Pudo ver como Steve se acercaba a paso acelerado, con evidente preocupación en el rostro. 

―Nat ―La recorrió con la mirada, buscando algo que evidenciara que estaba lastimada. 

―Lo siento, Steve ―Wanda tomó la mano de Visión―. Somos tan felices juntos que no queríamos seguir sintiendo que, por falta de un empujoncito, ustedes no disfrutan de algo similar.

―Yo no lamento la mentira, pero siento que lo que debe hacerse en este caso es decir que lo hago. Así que, mis disculpas, agente Romanoff, capitán Rogers ―habló el androide. 

La pareja se retiró, dejando a los dos algo incómodos, mirando en otra dirección. Steve fue el primero en hablar. 

―Entonces, ¿no estás herida? 

―No. 

―Es un alivio. 

―Nat… 

―Steve… ―hablaron al mismo tiempo. 

Healing Romanoff Donde viven las historias. Descúbrelo ahora