Capítulo 25

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Para la temprana hora que era, el lugar ya estaba infestado. Este era un lugar perfecto para desahogar culpas, dolores y problemas. Y no había nadie mejor que Sarah para hablarlo. Ella no ponía un límite para tomar. Ella te dejaba tomar hasta que se te diera la gana, y por ese simple motivo, era el bar más visitado de todos.

Sonando los huesos de mis manos me senté en la barra. Sarah me miró algo sorprendida.

—Vaya, vaya —me sonrió—. Hace bastante que no te veía por estos lados Izzy, ¿qué te ha pasado?
—Sírveme un vaso de vodka —solté y ella asintió.

Puso el vaso frente a mí y lo llenó hasta el tope. Mi celular comenzó a sonar. Busqué en mi bolsillo y miré la pantalla.

Elizabeth llamando.

Vacilé algunos segundos pensando en si debía contestar o no, pero fue más fuerte que yo y terminé por responder.

—Hola —dije apenas.
—¿Dónde estás? ¡Te necesito! —cerré los ojos con fuerza y maldije para mis adentros.
—Supongo que no te refieres a que me necesitas porque no puedes vivir sin mí sino a que quieres que te haga algún favor, ¿verdad?
—Vas entendiendo cómo es esto —habló contenta.
—Bueno, como sea. Le di la renuncia a tu madre.
—Pero...
—Que tengas buena tarde —colgué el teléfono y lo apagué.

No quiero volver a escuchar su voz en todo el día. Tomé el vaso que estaba frente a mí y me lo acabé de un solo trago.

—¿Mal de faldas? —me preguntó Sarah. La miré y le hice un gesto para que me volviera a servir y así lo hizo.
—¿Recuerdas a la chica que traje la última vez? La morenita, esa que tiene cara de niña pero que en realidad es el diablo en persona —ella sonrió.
—Sí, sí la recuerdo. Beth, ¿así se llama?
—Exactamente —afirmé y tomé un trago de vodka.
—¿Qué pasa con ella?
—Esta volviéndome loco, completamente loco...
—¿Loco porque te persigue o loco porque no te da ni la hora?
—Ninguna de las dos.
—Entonces, ¿cómo es la cosa?

Volví a tomar hasta que el vaso quedó completamente vacío. Sentí como el liquidó quemaba a su paso mi garganta hasta llegar ardiendo a mi estómago.

—Ella quiere que seamos amigos...

Sarah rio por lo bajo y sin que yo se lo dijera volvió a llenar el vaso.

—¿Qué tiene eso de malo?
—¡¿Cómo qué tiene de malo?! —pregunté elevando un poco mi voz—. Yo no puedo ser amigo de una chica con la que tengo fantasías sexuales...
—Aaaah, por ahí viene la mano —me miró divertida—. Tú quieres revolcarte con ella como un sexopata y ella sólo está dispuesta a darte su amistad.
—Sí, así de simple y sencillo —dije con sarcasmo. Tomé otra vez pero esta vez no ardió tanto como la anterior.
—¿Tú ya le dijiste que quieres acostarte con ella?
—Se lo dije, se lo insinué, casi se lo grafiqué... pero aun así no hay caso.
—Entonces no es que ella no quiere acostarse contigo porque no te tenga ganas o algo por el estilo, ella no quiere hacerlo contigo porque tiene miedo.

Fruncí el ceño y la miré extrañado.

—¿Miedo? Que yo sepa no es virgen...
—No tonto —dijo divertida—. Tiene miedo de sentir algo más que placer después de estar contigo —la miré más confundido que antes—. ¿La has besado?
—¿Que si la he besado? Era uno de mis pasatiempos favoritos —aseguré exagerando un poco la cosa mientras volvía a tomar un poco más.
—¿Cómo reaccionaba ella cuando la besabas?

Comencé a dejar que mi cabeza pensara y recordara aquello. Siempre al principio se dejaba, pero luego reaccionaba... y no de la mejor manera.

—Se dejaba un poco pero luego reaccionaba y... me abofeteó un par de veces —conté y coloqué mi mano sobre mi mejilla como si Elizabeth me acabara de golpear.
—¿Lo ves? —dijo mientras pasaba una rejilla sobre el mármol de la barra—. A ella le da miedo, pavor, horror sentir algo por ti... es más que obvio.
—Entonces, ¿tú dices que está enamorada de mí? —le pregunté totalmente confundido.
—No digo enamorada —aclaró ella—. Pero que le gustas... sí le gustas. Una mujer que cuando la besan al principio cede un poco... pero luego reacciona así, es porque ese hombre le gusta más de lo que desea. Pero... ¿y tú? —la miré rápidamente.
—¿Yo qué?
—¿Qué te pasa cuando la besas?
—¿Cuándo la beso? Y bueno... cuando la beso, ya te dije, necesito tener una cama cerca porque me enloquece.
—Entonces, si te enciende sólo con un beso estás metido hasta la cabeza —aseguró divertida.
—¿Metido?
—Enganchado, atontado, enamorado... como sea.
—No, no, no —negué con la cabeza y en tono divertido—. Yo no estoy enamorado de Elizabeth. Yo estoy obsesionado con ella. Yo ya dije que esto se me va a quitar cuando me acueste con ella...
—¿Y si no se te quita? ¿Qué pasa si después de acostarte con ella eso que llamas "obsesión" no se te va?

Dangerous Obsession - [𝐈𝐳𝐳𝐲 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐝𝐥𝐢𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora