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"Er-ge, muere conmigo"

Esas palabras venian siempre junto a una imagen borrosa y una voz quebrada, las que era su tormento en sus noches largas y sus dias silenciosos.

Despertado cubierto con una leve capa de sudor, otra vez esa pesadilla de personas sin rostro, de gritos y frustración, de mentiras, traición y verdades a medias, de cosas que quedaban sin decir y de pena.... pero solo era eso, un mal sueño, una mala premonición un mal futuro.

Se incorporó en la cama despacio, llevando una de sus manos a su cabeza en busca de poder recordar algo de ese sueño, algo relevante que no fueran esas palabras, pero poco después las mismas palabras solo eran un eco sin importancia, un susurro inentendible.

El sonido de la puerta abriendo llamo su atención, y la sonrisa que asomo por esta hizo que sus preocupaciones se alejaran

-er-ge es hora de levantarse, ya es tarde.

Comento el hombre con túnicas blancas parado en la puerta del Hanshi, el mismo que antes había utilizado las túnicas de la secta Nie, y luego de la secta Jin, ahora lo que lo cubrían eran las túnicas de la secta Lan, resaltando mas ciertas cualidades de hombre, como su piel pálida o labios rosa, y sobre todo esos ojos dorados que le miraban expectante a que se levantara.

-ya voy, a-Yao.

Y con esas palabras comenzó su día, siendo tan calmado como siempre, pasando las horas junto a la persona que ocupaba su corazón, charlando por horas, sin preocupación alguna, desde que GuangYao había aceptado sus sentimientos y había ido a Gusu Lan con él la vida era asi de calmada, pasando lentamente su dias uno a el lado del otro.

Ese día no había sido distinto a los demás, duradero y pacifico, sin ninguna interrupción, incluso si lo pensaba un poco no creia siquiera haber escuchado a algun pajaro en todo el dia, lo unico que ocupaba su tiempo y mente era la voz de MengYao, quien le contaba cosas que no lograba recordar realmente, pero estaba seguro de que eran interesante, porque le habia prestado atencion en todo momento, a como movia su boca y como parecia tan feliz como siempre.

-Er-ge?

Pregunto el chico al verle distraido, pero como podia estar distraido si su atencion siempre estuvo en él, pero, si siempre le presto atencion ¿porque no recordaba lo que el menor le habia dicho? ni una sola palabra.

-Ire por algo de agua

Le comento el jade mientras se levantaba de su lugar, dedicandole una sonrisa calmada mientras arreglaba un poco su ropa, la cual no tenia ninguna arruga a pesar de haber estado sentado fuera del hanshi todo ese tiempo.

Entro a la habitacion en busca de.... ¿Qué era lo que iba a buscar? Oh, es verdad, iba por algo de agua, la misma que habian cambiado a primera hora cuando trajeron su desayuno.

Se detuvo frente a el bol que debia estar lleno de agua fresca, con una taza en mano, se mantuvo viendo el bol vacio por un momento, oh, era verdad, ese dia MengYao le habia traido el desayuno, MengYao y no uno de los dicipulos... pero ¿porque alguien debian traerle el desayuno? Y porque se le hacia raro ahora que fuera MengYao quien lo hiciera, él lo hacia siempre, desde que llego a la secta Lan ¿verdad?.

Dejo de lado la idea de tomar agua para volver sobre sus pasos, el Hanshi se le hizo demasiado largo y sus pasos parecian mas pesados en cuanto se acercaba a la puerta para poder salir.

Cuando por fin pudo estar afuera el dia ya no parecia ser tan prometedor como cuando habia entrado, dejo caer la taza a sus pies sin escuchar que realmente se rompiera o que tocara el suelo, no era importante en ese momento, lo importante era ¿Dónde esta a-Yao?

Estaba seguro de que el chico lo estaria esperando afuera, no tenia razones para marcharse, solo habia ido unos minutos adentro.

Avanzo por el patio dando vueltas por afuera del Hanshi en su busqueda volviendo de nuevo a la puerta, dispuesto a buscarlo adentro.

-er-ge

La voz de GuangYao lo llamo desde la puerta, pero él no estaba ahí, salio de prisa en su busqueda, encontrando de nuevo el aire tranquilo que habia mantenido el dia.

-a-Yao

Llamo buscandole con la mirada, ese juego comenzaba a desesperarle.

-Lan XiChen

La voz vino desde dentro de la casa, quebrada y rasposa, causandole un escalofrio, no, no queria voltear, no queria ver eso, y aun asi giro sobre sus talones, quedandose congelado en su lugar.

Las tunicas amarillas manchadas de sangre, la cara de odio de su ser amado que poco a poco cambiaba a una mas relajada, como si aceptara su propio destino, resignandose ahora que la espada atravesaba su pecho.

-Lan XiChen!

Cubrio sus oidos ante el grito, no, no deseaba ver eso, no deseaba revivir ese momento, no otra vez.

-Basta.... Basta... ¡Basta!

-er-ge....

Una voz suave le llamo desde atrás haciendole voltear con rapidez, ahí estaba él, Jin GuangYao, con su ropa de siempre, amarilla, un amarillo pulcro y limpio, con bordes dorados que daban a pasar en el centro de el pecho con una peonia, pero su peculiar gorro no estaba sobre su cabeza, dejando aun mas clara la diferencia de estatura entre ambos.

-a-Yao....

-er-ge.... Es hora de despertar.

Le aseguro GuangYao con una tono triste.

Un dolor en su corazón le dijo que esas palabras tenían un significado.

-de que hablas a-Yao? Estoy despierto

trato de sonar seguro, de que su voz no temblara, de que su garganta no se cerrara ante su nerviosismo, y el joven frente a él  solo sonrió y nego en respuesta, acercandose un par de pasos, acortando la distancia.

-me gustan tus visitas, er-ge.

Aseguro estirando una mano tomando el hombro de este dejando una caricia en forma de consuelo.

Y en el momento en que XiChen estiró su brazo la ilusión frente a él desapareció, dejandolo solo en medio de el jardin, desconcertado mientras que el sol se escondia entre las montañas, una gota resbalo por su mejilla, despacio, como si de un ultimo consuelo se tratara, la gota tomo un camino lento hasta llevar a su menton y separarse de su piel cayendo a el suelo.

Cuando volvió a abrir los ojos lo único que pudo ver fue el techo de su habitación la misma en la que había pasado los últimos meses, la misma habitación vacía y solitaria.

Se incorporo en la cama despacio, sentia que había dormido demasiado, y a la vez muy poco.

Volteo a ver el objeto que mantenia su mano cerrada, abriendola lentamente sabiendo ya lo que encontraria, después de todo el mismo lo había puesto ahí cuando se recosto en la noche.

El colgante de jade, ese que alguna vez le permitio el acceso cada que queria a su persona amada, ese que era el unico recuerdo palpable que quedaba de él, lo que le recordaria su tormento aun cuando su memoria vagara en la vejez, una prueba palpable de su mayor error, y a la vez una prueba de que habia amado incondiconalmente a una persona, y no fue capaz de protegerla, su pecado, su anhelo, su dolor, su amor.

Una gota cayo sobre el colgante, tal parecia el llanto no cesaría aun estando despierto.

quizas...Where stories live. Discover now