: 🐺 ، ꒰ 𝗎𝗇𝗈 ꒱ ‹𝟹

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Ilusion era rodeado por un hermoso y frondoso bosque mágico. Cantidad de criaturas mágicas y no-mágicas vivian en el y desde hace unos años atras la entrada para los híbridos al bosque quedó completamente prohibida debido al ataque de un lobo hacia un híbrido conejo. El temor rápidamente llegó para los habitantes de Ilusion, logrando que el lider del pueblo rápidamente tomara acciones, pues no quería perder a otra criatura de su clan.

Híbridos pardo, Mapache, Búho, Ciervo, Conejo, etc. Vivían en armonía, cada uno con sus respectivos líderes. Vivian lejos de los humanos, escondidos, pues los también crueles humanos los cazaban y mataban por diversión, alegando que sólo eran un error hacia la raza humana.

Todos vivian en paz y tranquilidad, claro, siempre y cuando nadie se adentrara al bosque.

El hermoso cielo estaba pintado en una linda mezcla de naranja y amarillo, dando así indicios que en tan solo unas horas llegaría la noche. Como en todas las tardes, un grupo de amigos de pequeños conejitos se reunían para jugar en el borde del bosque.

Los conejos, hacían una carrera entre ellos para ver quién pateaba primero la pelota. Las hormiguitas hacían una enorme fila para ir a su hormiguero. Los coloridos pájaros y las brillantes mariposas se posaban en los arbustos.

Todo era alegría y diversión, hasta que uno de los pequeños niños lanzó accidentalmente la pelota hacia el interior del frondoso bosque.

—¡Wooyoung! ¿¡Qué hiciste!?— el pequeño pelinegro dijo alterado, mirando con miendo en dirección al bosque.

—Lo siento— dijo el pequeño castaño —No fue mi intención...

Dijo completamente apenado el lindo castañito, bajando así sus orejitas con arrepentimiento. Había perdido la pelotita favorita de Mingi, se sentía culpable.

Wooyoung había formado un tierno pucherito en sus labios, mientras que el tierno Mingi le aseguraba que estaba bien, pues su ahora pelota favorita era una roja que se encontraba en su hogar. Siendo lo último una mentira pues el pequeño Song si adoraba su pelota amarilla, solo que no quería que su amiguito sugiera triste por perderla por accidente en el bosque.

Por otro lado ambos pequeños ignoraban por completo a Yeosang, quien con sus ceñito fruncido y un pronunciando puchero en sus labios miraba curioso y seriamente el bosque mágico.

—Iré por la pelota— el niño rubiecito dijo decidido, pero rápidamente fue detenido por las manitas y sus desesperados amigos.

—¡No puedes entrar al bosque! ¡Mi mami dijo que es peligroso!— el pelinegro, Mingi, dijo alterado.

—¡Hay lobos!— completó Wooyoung.

—No me da miedo— Yeosang dijo seguro —Sólo iré por la pelota y regreso.

El rubiecito rápidamente se adentró al bosque, ignorando las voces alteradas de sus amigos que lo llamaban para que se detuviera, pero este simplemente les ignoró mientras a pasitos firmes entraba al verde lugar. El pequeño conejito miraba el lugar con asombro, sus orejitas se movian de un lado al otro y sus hermosos ojos azules recorrían el bosque con curiosidad y las pequeñas hadas miraban curiosas al pequeño niño con orejitas blancas, pues desde hace mucho tiempo no veían rostros nuevos.

Las hadas seguían al pequeño, unas que otras se acercaban a él, logrando captar su atención.

—¡Haditas! ¡Son tan bonitas!— los ojitos inocentes del pequeño Yeosang miraban con adoración a los hermosos y pequeños seres.

Las hadas sonrieron enternecidas y continuaron acompañando al menor. Yeosang continuó su búsqueda por la pelota, siendo ayudado por las hadas que volaban por encima del pequeño.

—Pelotita... ¿Dónde estás?— Yeosang comenzó a buscar en los arbustos, sonriendo al momento de ver aquel objeto redondo de color amarillo.

Sonrió tomando la pelota, pero frunció el ceño al notar que las haditas habían volado lejos completamente asustadas. Un gruñido fue lo que le hizo dar un saltito en su lugar. Las hadas querían ayudar al pequeño niño, pero eran muy pequeñas cómo para poder luchar y rescatar al menor.

Así que con temor y desesperadas miraban la escena.

El pequeño niño poco a poco se fue girando, sorprendiendose al ver un gran lobo negro frente a él. Las hadas pensaron que el niño gritaria o lloraría asustado, pero grande fue su sorpresa al ver el rostro sonriente del menor.

—¡Eres un lobito!— las miradas atónitas de las hadas caían sobre el niño.

El lobo tenía una pose amenazante, listo para atacar en cualquier momento. Las hadas intentaron acercarse al niño, saliendo de su escondite, pero el fuerte gruñido del joven lobo las regresó nuevamente al lugar dónde anteriormente se encontraban.

—¡Hola lobito! ¡Soy Yeosanggie!— el lobo lo miraba atónito, aun manteniendo su pose de ataque —¡Eres muy tierno!

Yeosang movia sus orejitas de un lado a otro, sonriendo cómo si no tuviera a un enorme lobo frente a él. El niño hizo el intento de acariciar al lobo, pero este le gruñó nuevamente.

—¡Lobito malo!— puchereo el rubiecito —¡Mi hermano mayor también es un gruñon!, pero siempre le doy mimos para calmarlo— el niño nuevamente hizo el intento de acariciar al lobo, pero este dio un paso atras —Tranquilo, no te haré daño lobito— murmuró dulcemente el menor.

El lobo finalmente relajó su semblante, y después de analizarlo mucho le permitió al menor tocarle y acercarse. Este en cambio sonrió en grande y dando tiernos brinquitos se acercó al lobo.

—¡Eres muy suave!— chilló el pequeño, acariciando las enormes orejas negras del lobo, quien ronroneó ante las caricias del rubio.

El lobo y el niño conectaron miradas, con Yeosang mirando con asombro los ojos del lobo, quienes pasaron de cafés a una mezcla de amarillo y naranja, tan brillantes.

Pero pronto la agradable aura se había interrumpido debido al ruido de una rama rompiéndose que puso en alerta al joven lobo, quien comenzó a olfatear el lugar. Se acercó al niño y lo tomó de su camisa llevándolo desde su hocico con prisa.

—¡Lobito malo! ¡Bajame!— el menor intentaba soltarse del hocico del lobo, pero este sólo avanzaba hacia la salida del bosque con rapidez.

Una vez llegaron a la salida del bosque el joven lobo lo soltó, ocultándose al escuchar los llamados hacia el menor. El lobo lo observó desde los arbustos para luego de unos minutos marchase.

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¡Lobito! ♡ Seongsang Donde viven las historias. Descúbrelo ahora