17. PAJUOS ENCERRADOS

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Yo no podía ser más salada porque no me habían parido en el mar de la playa, porque si no, me caerían gramos de sal por la frente en vez de sudor.

Todo había empezado bien chévere para mí gusto; después del peo ese en la sala de ensayo con Layla y Anya, que me pusieran como loca pensando en la vaina y no sé qué, había llegado a la conclusión de que yo no sabía un culo y también me importaba una verga.

Ya me habían chupado la jeta y probablemente no iba a pasar mucho más de ahí, según yo. Total que andaban picadas las dos y ahora las tenía explotando mis dm como si fueran culitos míos, cada quien inventando alguna vaina nueva y discutiendo sobre una situación que ni yo había pensado bien.

Así que pasé los cuatro días siguientes haciendo lo que mejor se me daba: ser bonita. Tuve dos sesiones de fotos, una para la misma empresa, y otra de un casting en el que me habían aceptado más rápido que una solicitud de amistad en facebook, más que nada porque tenía lo que buscaban en específico, en eso sí estuve lechua', hasta ahí me duró, mejor dicho. Luego tuve una clase de modelaje aparte y otros sobre modales, mejor dicho, andaba en una cosa y en otra.

Yo andaba disque disfrutando mi vida en esa vaina, iba a salir en algún catálogo de ventas para una línea de maquillaje nueva y no sé qué, ahora era catira y me veía riquísima; había tenido que dejar el trabajo en el hotel porque ya no tenía tiempo, prácticamente, por suerte me pagaron de una vez terminamos en esa mierda y lo que me sobraba era billete.

Lastima que yo no puedo ver una plata mal parqueada porque de una vez me daban ganas de gastarlo.

Así que después de pagar un mes completo en la habitación de hotel más cercana a la agencia, fui a comprarme el maldito celular que me merecía desde que había llegado al país; podía recibir mensajes y llamadas como cualquier otra persona, me despedí del chip Digitel que cargaba encima todavía, y pude tomarme fotos sin sentir vergüenza de que se viera como medio pixelado o con un enfoque de luz más horrible que la mierda.

Yo dije, coño, la vida al fin me sonríe, algo me sale bien por fin, nojoda.

Lo que me lleva a la actualidad, dónde mis palabras se cumplen al contrario porque a mí me encanta manifestar mal las cosas. Y eso que tenía la hijueputa vela que me había dado Candela Lucía, a quien no sabía cómo llamar todavía, si solo Candela, si solo Lucía, o Lucy, ni qué monda, pero la verdad me sabía a culo porque cuando me dirigía a ella le decía "marico" o "mano" y más nada.

Que vaya a joder a la madre de ella, qué sé yo.

Al menos ella había llegado aquí por voluntad propia, porque disque le gustaba la cultura y se había metido a un intercambio en la universidad, logró conseguir la beca aquí y bueno, ahora estaba ahí, aprovechando los días festivos que no tenía clase y cuando ya había hecho las tareas, y empezó su emprendimiento en la brujería.

Maldita loca. Al menos se podía confirmar que le gustaba Corea porque sabía hablar el idioma, nojoda. Me la hice amiga porque me dió un papelito con su Instagram en caso de que quisiera saber más de su trabajo, me contestó unas historias destacadas que tenía porque es tan sapa como yo, luego me dió su número y cuando ví es que estaba hablando con ella como una pana más en el grupo con mis otros únicos amigos.

Pobrecita, le había tocado ser venezolana y estudiar en creo que era México, ya no me acuerdo, pero mínimo pudo hacer el intercambio, solo que, bueno, tiene mi edad y todavía va por el segundo año de la carrera.

Es que me da envidia, por eso digo pobrecita, porque de pobre no tiene ni los pelos de la cuca, esa era yo. La tipa al menos podrá tener un título válido en muchísimas más partes que el mío que no sirve ni en el mismo lugar de donde lo saqué.

EL JALABOLAS DE JIMIN, park jiminWhere stories live. Discover now