Capítulo 22. Esperanza

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—¡Feliz cumpleaños! - sin entender cómo, Victoria se encontró con su familia y Danna cantándole las mañanita frente a su puerta; su madre estaba delante de su padre y hermano, sosteniendo un pastel. Mientras la rubia los acompañaba tratando de tararear la letra en español, sin éxito.

Victoria lucia totalmente sorprendida. Pero a diferencia de lo que su familia pensaba, era porque estaba casi segura de que sería Franco a quien se encontraría detrás de la puerta.
Levanto la mirada y sus ojos se encontraron con los del moreno, que mantenía su distancia de manera prudente, a unos pocos metros de la escena; lucia avergonzado, seguramente porque conocía las intenciones que ella había tenido para con él solo unos minutos atrás.
Victoria no pudo evitar que su rostro se enrojeciera, al recordar lo que llevaba puesto debajo de la bata... y para qué.
La canción termino, y se dispuso a apagar la velas que marcaban el inicio de sus 26 años.
—No te lo esperabas, ¿verdad? - pregunto su hermano totalmente satisfecho.
—Por supuesto que no...- confeso la chica con mucha sinceridad.
—Ya cada vez más cerca de los treinta- comenzó a burlarse el otro hijo de los Herrera.
—Aún no, todavía tengo 25. Recuerda que mi cumpleaños es hasta el domingo -respondió argumentando contra su intento por molestarla.
—Pero aún así te felicitare por adelantado -anuncio su madre dándole un fuerte abrazo.
—Y te vas a sorprender más con lo que te voy a decir... ¡nos vamos a la isla! - anuncio muy emocionado su padre. La chica sonrió algo confundida.
—¿Pero cómo?, es viernes. Aún tengo muchos pendientes en la ofic...
—No te lo dijimos, pero tienes el día libre. Franco y yo nos encargamos de organizar todo para que te fueras desde hoy a festejar tu cumpleaños, como debe de ser- le informo Danna muy orgullosa.
—Con razón fueron tan ambiguos a la hora de darme los detalles de mi agenda para hoy- concluyo la pelinegra.
—Pues bueno- interrumpió su madre después de charlar un momento con ella-, se supone que saldremos de San Francisco en menos de dos horas. Es mejor que dejemos sola a Victoria para que se cambie y arreglen su equipaje- propuso la mujer y todos se despidieron de la joven, para reunirse después en el aeropuerto.
Todos se retiraron del lugar.

Excepto por ella y Franco.

—Con razón te demoraste tanto. ¿Sabes que me puse furiosa contigo por un momento? - le dejo saber, mientras su asistente se acercaba a ella.
—Lo siento realmente, señorita Victoria- se disculpó muy apenado. Había odiado hacerle eso, pero su familia ya casi llegaría y era impensable que los encontraran juntos en la misma habitación.
—Está bien- lo perdonó—pero me sorprendió mucho verlos en mi puerta. Fue una buena idea que me cubriera con la bata, lo que llevo puesto es solo para que tú lo veas- le confeso la joven y se abrió la prenda, dejando a la vista su cuerpo.
Franco se quedó boquiabierto, parecía que los ojos se le saldrían de sus orbitas. No trato de disimular en nada cuanto le gustaba como se veía. Trago saliva y paso su mirada por cada centímetro de la piel de Victoria, deteniéndose a admirar el diminuto conjunto de lencería que llevaba puesto.

Dio un paso al frente y se dispuso a tocarla.

Pero la chica se cerró de nuevo la bata.
—Es tarde ya. Llama a una mucama y pídele que venga a hacerme la maleta, por favor- le pidió la chica y se metió a su habitación.










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Eran las dos de la tarde cuando llegaron a la isla privada de Victoria; un pequeño terreno de unos 4 km de extensión. La mayoría rodeado por verde naturaleza, y una construcción con estilo minimalista junto a la playa.
En ese preciso momento los invitados estaban tomando la merienda en un sitio junto al mar, a unos cien metros de la casa; la familia había llegado tan hambrienta por el vuelo, que de inmediato le pidieron al chef que les preparara algo.
Franco aprovecho y comenzó a organizar a las empleadas, para que cuando los invitados ingresaran a la casa pudieran sentirse cómodos y disfrutar del resto de la tarde.
Sin embargo, se sentía algo decepcionado por cómo había quedado la distribución de sus habitaciones; Victoria, sus padres y su hermano dormirían arriba. Mientras que Danna, su esposo y él en el primer piso.
Por lo tanto, pasar la noche con la señorita sería imposible.

El mayordomo y la princesa de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora