Dulce de menta

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Entró a su casa con la ropa goteando. Cerró la puerta, dejó las llaves en la mesa y tomó un dulce de menta del comedor.
Subió a su habitación, se cambió de ropa y se lanzó al sofá. Estaba algo cansado.

Entonces repentinamente su rostro volvió a estar rojo.

—Ugh... —se quejó—. No debería salir de nuevo con lluvia mientras estoy enfermo. Al menos... él no se dio cuenta.

Sí, Ranpo no había ido a la tienda en un par de días porque estuvo enfermo. Su fiebre incluso no se había curado del todo, pero odiaba estar tan solo en su casa, y en cierta forma extrañaba la rutina de ir a la florería. Extrañaba un poco al chico.

—¿De dónde habrá sacado un mapache? Es lindo, debería traerlo a casa y darle... dulces...—

Comenzó a balbucear sinsentidos hasta que se quedó dormido. Estaba ardiendo en fiebre.

No escuchó los toques en la puerta, ni cuando llamaron su nombre. O cuando abrieron la puerta con esa llave de emergencia mal escondida que tenía.

—Ranpo ¿dónde estás? ¿Qué estás...?

Un hombre de cabello blanco, atado en una coleta, había entrado. Ahora lo miraba en el sofá.
El recién llegado notó la flor mojada en su florero, y la bicicleta goteando con las ruedas llenas de barro en medio de la sala. Solo pudo suspirar cansinamente.

—¿Acabas de salir... con lluvia... resfriado? No puedo dejarte solo ni un segundo ¿no? Traeré una compresa fría...

Ranpo dormía plácidamente mientras soñaba con traer al mapache del florista y compartir sus dulces con ambos.

Luego de un par de horas, finalmente despertó. Sentía la cabeza húmeda, ya no ardía ni dolía. Estaba aliviado.

—Estás despierto.

Ranpo se calmó al escucharlo.

—Fukuzawa... gracias —Dijo.

—No es necesario, me preocupo por ti. Pero ¿por qué saliste? El clima no es bueno, y sigues enfermo.

Ranpo se contrajo en el sofá. Sabía que sería regañado por salir, aunque en ese momento pensó que realmente sería buena idea. Aunque no fue del todo malo.
Notó que sus labios estaban dulces, pero no por la menta que comió horas atrás.

—Sabe... dulce ¿qué comí?

—Evadiste mi pregunta.

—Ah, es verdad. Yo... fui a la floristería.

Fukuzawa estaba confundido ¿por qué a la floristería?

—Sé lo que piensas. Solo quería una flor... es todo— se excusó.

Fukuzawa suspiró.

—No salgas de nuevo, Ranpo, no mientras sigas enfermo —se puso de pie—. Tengo que irme, fue bueno venir, espero regresar pronto.

—¡Sí, sí! Como digas.

—...

Con pasos calmados, se retiró. Tomó su abrigo, cerró la puerta y dejó la llave en su lugar.
Ranpo suspiró.

—Siempre dices lo mismo... y entonces te vas dos meses... —refunfuñó—. Pero el sabor dulce, ya no recuerdo ¿qué es? Es agradable...

Se incorporó en el sofá, la compresa fría cayó en su regazo. La colocó en la mesa y subió a su habitación, llevándose el crisantemo consigo.

—Esta flor es bonita, me pregunto si será su favorita ¡debo preguntar! —Exclamó, dejándose caer en la cama.

Se dejó llevar un poco por sus pensamientos.

¿Qué fue lo que hice? Ya no lo recuerdo...
La bicicleta estaba húmeda así que la usé, definitivamente fui a verlo... ¿habré dicho algo extraño?
El sobre de azúcar de mi bolsillo ya no está, así que también lo usé ¿eh?

Recordaba poco a poco, hasta que la imagen del florista sorprendido regresó a su mente.

—¡Ah! ¡me bebí su té! —Chilló, incorporándose de golpe.

No pudo evitar reír justo después.

—¡Que grosero! ¿Hice eso? Vaya. Me dijo su nombre también ¿cómo era? Pon... Poo... ¡Poe!

Sonrió aliviado. Estaba feliz de recordar.
Sería una lástima olvidar su nombre cuando había querido saberlo por tanto tiempo.

🌸
Lamento la tardanza. Ha sido un tiempo ¿verdad? Regresé, espero traer un capítulo pronto de nuevo.
¡Gracias por leer! Les aprecio mucho.

『Sinfonía de las Flores』 「Ranpoe」Where stories live. Discover now