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En el medio de una enorme sala, atada con cadenas en todas sus extremidades para evitar que volara y en presencia de miles de ángeles se encontraba la joven pecadora.

La parte de enfrente del templo era ocupada por el consejo que la veía con expresiones de decepción y disgusto mientras que detrás los testigos murmuraban cosas infames sobre ella. Nada de aquel sitio le importaba realmente a excepción de tres personas, su madre quien lloraba de aflicción entre los testigos, su amigo del alma quien la fue a apoyar sin dudas al escuchar sobre su juicio y quien la veía con dolor desde una de las entradas del templo, pero lo peor era el juez quien aún no se encontraba en el lugar, los tres le habían advertido sobre lo que podía sucederle, en el caso del juez, era su abuelo, por lo que si alguien debería de estar realmente furioso era él.

Bajo la mirada a sus cadenas y con su habilidad con el fuego intento derretirlas, tal como lo esperaba fue imposible, ya que eran especiales contra cualquier poder que estos seres poseían, su mirada se dirigió a los muros del lugar, estaban llenos de escritos sobre las leyes universales que regían aquel reino, justo en una columna estaban las leyes inquebrantables, aquello le comenzó a provocar temor, no sabía que seria de su vida y la de chica humana que tanto quería desde este punto.

-¡¡SILENCIO!!.- su furioso abuelo porfía entro para dar inicio al juicio, vio como fue hasta un asiento de piedra en el medio para luego observarla con acusación -que inicie la sección del juicio sobre el incumplimiento de la tercera ley dictaminada para los humanos.- la joven pudo ver como hizo una negación con su cabeza, estaba enojado, pero en el fondo también estaba aturdido por las consecuencias que aquello conllevaría.

-Nuestra ley indica que nuestro contacto con los humanos es imposible a excepción de casos especiales.- hablo uno del consejo -en el caso de esta joven fue más allá de sus deberes de guardiana y se dejó envolver en gustos carnales que están totalmente prohibidos.-

Tal como los escritos indicaban cada humano poseía un ángel, estos eran escogidos entre los que ya poseían 23 años en adelante, gozaban de la virtud de tener vida eterna, pero a esa edad los ángeles tenían mayor control en sus habilidades, no se dejaban ver utilizando su invisibilidad, su deber era cuidarlos desde su nacimiento, La juzgada había visto crecer al amor de su vida hasta que decidió presentarse ante ella cuando la joven recién había cumplido los 19 años.

-Cuando te mostraste lo aceptamos.- le habían perdonado aquello bajo la condición de que la chica no dijera nada sobre ella y que no le mencionara nada sobre el reino celestial -te enamoraste de ella y también lo aceptamos.- no era la primera vez que un ángel caía en los encantos de sus protegidos -¿Pero envolverte en algo sexual?, eso es inadmisible y mucho más cuando esta se encuentra casada, si te ofrecía un encuentro de esta índole debías rechazarlo inmediatamente.-

-Zeus se metió con casadas y hasta con familiares, sin embargo, no recibió ningún castigo ante sus atrocidades incestuosas.- reclamo la joven en su defensa.

-Esta es la corte celestial, somos ajenos a las leyes y morales olímpicas del reino griego.- hablo con autoridad su abuelo -tú naciste aquí por lo que sigues la ley de tu reino.-

-¡¡ES INJUSTO!!.- grito con rabia -Me enamoré, no hay crimen en eso, los placeres carnales no son solo paganos, sino que también demuestran el afecto existente entre dos personas.-

-Tenías una sola encomienda y fallaste llevándolo a un extremo ilegal.- hablo otro de los líderes -la pena ante estos casos es bien sabida por todos los que estamos presentes incluyéndote, ¿no pensaste en las cosas que pasarían después de esto y sobre todo el como le afectarías a ella?.-

La chica giró para ver a su madre, ambas viéndose con dolor, ella había sido la principal persona en advertirle sobre eso.

-Existe la ley que te permite hacer esto sin pecado, la ley de reencarnación mortal.- hablo el mismo hombre.

El doble pecado del Ángel [PAUSADA]Where stories live. Discover now