Madison bailaba al compás de las canciones de ABBA mientras trapeaba el suelo de su casa. Raramente se sentía más animada de lo normal, y era porque dentro de muy poco, comenzaría la universidad.
Movía sus caderas al ritmo de gime! gime! gime!, mientras movía el trapeador de un lado a otro, olvidando toda pena. Eran muy pocas veces que antes se le permitiera escuchar música actual, casi siempre debía escuchar canciones clásicas, como Beethoven o algún artista de música clásica que ya estuviera muerto. Quizás por eso se emocionaba con los ritmos de las canciones.
Oyó que su hermana bajaba las escaleras, por lo que la apunto con el trapeador, haciendo que la joven parara en seco en el último escalón.
—Acabo de trapear, no pises el suelo.—Advirtió Madison.
La menor rodó los ojos divertida, y se sentó en los escalones, esperando a que se le dé el pase libre. Se entretuvo mirando a su hermana que bailaba con el trapeador, riendo por lo ridícula y divertida que se mostraba Madison.
—Mads.—Llamó la menor.
Madison dejó de bailar y la volteó a ver.
—¿Qué?.—Preguntó Madison, mirándola con una mano en su cadera y la otra en el palo del trapeador.
—Marlene nos invitó a una salida de chicas a un café en Seattle.—Avisó Marine.
—¿Sólo chicas?.
—Sólo chicas, así me dijo Marlene.—Respondió Marine.—Quiere separarse un poco de los hormonales, además de que quiere hacerle aprender una lección a Sam.
—¿Leah vendrá?.—Preguntó Madison.
—Aunque se opuso, no pudo decirle que no a Marlene.—Murmuró Marine, entre risas.
—Es como un Alfa, Marlene.—Dijo Madison, haciendo que Marine deje de reír y se remueva incómoda.—Entonces vamos, ¿Cuándo es?.
—Hoy en la tarde.—Respondió Marine.
Madison soltó el trapeador e insultó en francés, antes de correr a las escaleras, dejando a su hermana confundida.
—¡¿Y me lo dices recién?!.—Exclamó Madison, corriendo a su habitación. La menor soltó una carcajada y subió las escaleras a su cuarto.
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