1.- No puedo decir que si

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No sé en qué momento de mi vida llegue a esto. Se supone que este día debería de ser "el día más feliz de mi vida", pero no me siento feliz. Al contrario. Siento que mi vida está a punto de acabar si doy mi respuesta. No sé cuánto tiempo llevo en silencio. Pero si estoy consciente de que, tengo puesta la vista de todos en mí. Eso me pone más nerviosa, ya que, no me gusta ser el centro de atención.

- ¡Lo repetiré una vez más! - dice el cura de mediana edad que está en un lado mío. ¿Acaso le estoy pidiendo que lo haga? Solo hace las cosas más difíciles – Señorita Reagan Lockwood, acepta a Alexander Johnson como su legítimo esposo. Para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad. En la riqueza y en la pobreza, ¿hasta que la muerte los separe?

Los ojos grisáceos que están frente a mí me miran suplicantes. Mis manos sudan demasiado, por lo que, las hojas y tallos de las flores blancas del ramo que tengo en mis manos, están húmedos y se están marchitando. ¿Por qué tenía que darme cuenta de que Alex, no era el indicado para pasar el resto de mi vida junto a él, hasta el día de mi boda? Meses atrás estaba más que gustosa y feliz por los preparativos de la boda. ¿Todo fue una pérdida de tiempo? ¿Le diría que sí, y me condenaría a ser infeliz el resto de mi vida?

Escucho que Samanta murmura algo, pero no logro descifrar que es. Ella está detrás de mí, ya que es la madrina de anillo. Hablando de anillos, creo que el mío está a punto de caer de mi dedo, gracias a la humedad que hay en mis manos.

- yo... - siento como mis ojos se humedecen. Se forma un gran nudo en mi garganta, que me impide hablar. ¿Desde cuándo la palabra "NO" es difícil de pronunciar? - ¡lo lamento!– una lagrima rueda por mi mejilla. Me duele causarle este dolor tan grande. Nunca antes me había considerado una mala persona, pero creo que desde ahora lo soy – ¡no puedo decir que sí! - bajo mi mirada hacia mis manos, no quiero ni verlo a la cara, no quiero ver su rostro en estos momentos. Dejo caer el ramo de mis manos y como puedo quito el anillo de mi dedo, ese anillo que acaba de poner el mismo hace unos minutos atrás.

- Es una broma, ¿verdad? - escuchar su voz quebrándose, causa que más lagrimas caigan por mi rostro. Comienzan a escucharse susurros por toda la gran iglesia. Hacen eco, y no logro entender nada. Lo que le agradezco a dios en estos momentos. Agarro las manos de Alex y pongo el anillo entre ellas, las cierro en puños para que agarre el anillo.

- Lamento causarte esto – le digo entre sollozos y suelto sus manos. Agarro mi vestido blanco por los costados y lo levanto un poco para poder caminar, ya que está un poco largo. Camino a pasos rápidos hasta la puerta de la iglesia y salgo sin mirar atrás.

Fuera el sol está en lo más alto del cielo. Veo borroso por las lágrimas que aun inundan mis ojos. Me detengo en la acera y hago señas a un taxi que se acerca. Subo y doy la dirección de mi casa. Limpio mis mejillas con mis manos, me siento terriblemente horrible. Me odio por haber hecho esto, porque Alex no se lo merecía.

El taxi paro frente a mi casa, bajo y camino hacia la puerta. Busco la llave extra que siempre coloco entre las raíces de los Helechos. Cuando las localizo abro la puerta y entro. Camino a pasos lentos por las escaleras para llegar a mi habitación.

Dentro de mi cuarto, deslizo mis manos hacia mi espalda para abrir el cierre de mi vestido. ¡Como ame este vestido! Lástima que no lo use debidamente. El vestido cae deslizándose por mi cuerpo, hasta llegar completamente al suelo. Camino hasta el closet y escojo unos jeans ajustados, una camisa de cuadros negra con rojo y mis converse negras.

1º Libro: ¡Mi destino eres tu! (Supernatural)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora