Salir con los Weasley

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Desde que habían empezado su relación amorosa, Harry y Draco se vieron en la imperiosa necesidad de desaparecer por un tiempo de las miradas del mundo mágico.

Vale, que quizás sí fue un gran escándalo que, de pronto, ante el asombro de la crema y nata de la sociedad, Draco Malfoy hubiera cancelado su compromiso matrimonial con Astoria Greengrass en la cena de gala ofertada una noche antes de la boda (Pansy siempre lo molestaba diciéndole que hubiera sido más dramático hacerlo durante la ceremonia) sobre todo con el trabajo que le costó a la familia de plata volver a recuperar un poco del poder y la posición de la que gozaban antes de caer en desgracia después de la guerra.

Sí, fueron cuatro duros e intensos años de miradas incriminatorias, hechizos malintencionados y acusaciones falsas; pero al final, demostraron el porqué habían llegado a la posición que tenían.

Sin embargo, nada de eso le importó esa noche, pues, decidido a no llevar una vida miserable, terminó el escándaloso anuncio, abandonó la sala lo más pronto posible antes de que las primeras maldiciones de parte de los Greengrass y su padre fueran lanzadas; se subió a la escoba que Pansy y Blaise le tenían estratégicamente preparada afuera, y se fue volando con una sola dirección en mente.

Grimmauld Place.

Ahí, se encontró con una imagen por demás inolvidable, pues, sabiendo que el fidelio de la casa estaba desactivado para él y que los escudos no lo atacarían, abrió la puerta con un alohomora (¡el idiota de Potter se había atrevido a cambiar la cerradura!) y se metió de manera apurada a la casa, esperando encontrar de todo menos eso... A Harry con una botella de whisky de fuego en la mano casi vacía, desparramado en el sillón frente a la chimenea, arrugando con la otra mano un ejemplar del profeta donde salían él y Astoria en un artículo de casi tres páginas sobre la boda más esperada del año que se suponía se efectuaría en unas horas.

Sí, al parecer aún no llegaba la noticia hasta el héroe.

Así que, acercándose sigilosamente para no despertar al ebrio tendido en el sofá, le quitó ambas cosas de la mano, bajó un poco la intensidad de la chimenea, y decidió llamar en voz baja a Kreacher, el cual, por primera vez, lo miraba con reproche en sus ojos, reclamándole el haber tardado tanto en darse cuenta de lo que debía hacer y el haber hecho sufrir así a Harry.

Draco no tenía cara para reclamarle al elfo su impertinencia.

-Kreacher, prepara un baño tibio con sándalo y romero; también poción anti resaca y en la mañana quiero que tengas fruta fresca y mucho jugo, también quiero que me consigas ropa y productos de aseo personal... dudo poder acercarme a Malfoy Manor en un buen tiempo – dijo con una sonrisa triste, mirando al borracho en el sillón y haciéndolo meditar con su varita hacía la habitación principal.

-¿El amo Malfoy promete no volver a hacer llorar al amo Harry? – vaya, eso sí no se lo esperaba, ese elfo era una masa viviente de apatía y mal humor, así que, el verlo preocupado por los sentimientos de Harry, solo le hacían ver a Draco lo mucho que había metido la pata al haber sido tan cobarde y negar su relación para seguir "el camino correcto para un sangre pura Malfoy" casándose con una dama de alta sociedad y concibiendo un heredero a la altura de su rango.

Cosas que, sin Harry a su lado, no tenían ningún sentido.

-Kreacher, te juro por mi honor y mi magia, que de aquí en adelante, solo viviré para hacer feliz a tu amo; y si llego a fallar, que la magia cobre con mi sangre el romper mi juramento – sí, definitivamente ese era el día de los imposibles, pues jamás, nadie, se hubiera imaginado a un sangre pura de tal linaje hacer un juramento de vida ante un elfo; pero ahí estaba, dejando todo lo que era de lado por Harry.

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⏰ Última actualización: Apr 29, 2021 ⏰

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