Capítulo XXV

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¿El escandalo del rebelde y joven Rey de Iberion están poniendo en peligro a la monarquía?

—Vamos, Ddana, come sólo un poquito.

Insistió Minhyuk colocando una pajilla en la malteada de fresas que tanto le gustaba, mientras Bin cortaba el usual croissant de jamón y huevo que comían una o dos veces a la semana en la cafetería cerca de la tienda de antigüedades.

Pero Sanha se rehusaba a probarla y no porqué no tuviera hambre, sino porqué el cuerpo le temblaba tanto que no se creía capaz de sostener la comida por mucho tiempo antes de que se cayera.

Ciertamente no había tenido un día de paz desde que la nota salió en los diarios, en los programas de espectáculos e internet. Sacar la basura fue el privilegio que se dio una vez en la semana y no fue una experiencia que le gustaría repetir. Hasta que, de pronto, todo se detuvo, al menos en casa, cuando las vagonetas se fueron y los reporteros desaparecieron de la redonda así como los flashes escandaolosos  de las cámaras.

Poco a poco volvió a la normalidad, incluso pudo ir al salón a retocar el rubio de su cabello. Fue entonces cuando se percató de ello.

Siempre estaban esas miradas, acusatorias, recelosas y de desprecio que no se apartaban de él en ningún instante hasta que llegó a preguntarse ¿Realmente esas personas lo reconocían, tendían mirar así a todo mundo o simplemente nadie estaba prestándole atención a él?

Ojalá pudiera tener una respuesta que calmara sus nervios.

—Tienes que comer Yoon Sanha. —la voz maternal de Minhyuk había cambiado a esa autoritaria poderosa entonación. —Y si no puedes hacerlo, entonces déjalo.

—Sólo no tengo apetito de croissant. —se excusó con lentitud. —Pediré otra cosa.

—Hablo de Eunwoo.

En ese momento le miró confundido, avergonzado y entristecido. Se había prometido ese día, estando solo en su habitación, que iba a resistirlo, que iba aguantar hasta que Eunwoo lo hiciera y que iba a tomar su mano para salir de esa con el resultado que fuera, pero que jamás iba a dejarlo solo.

Él llamaba cada vez que podía y con eso Sanha estaba conforme, porqué usualmente eran las tres de la mañana, y hacía ya varios días que no podían pegar el ojo, de alguna manera solían quedarse en quietud y algunas veces dormidos en compañía de la respiración suave del contrario.

Era una situación terrible, pero al menos estaban juntos y eso era suficiente, por esa razón dolía tanto que su amigo lo mirara con desdén y pronunciara esas palabras como si no significaran nada.

—¿Por qué? —le miró desafiante, un tanto hastiado. —Parece que me pondré mejor si lo hago? —definitivamente se estaba poniendo insolente.

—Parece que es una carga. —contestó.

—Hey, ya basta con eso. —calmó Bin. —No somos nadie, ¿recuerdas? —se dirigió al más bajo, como si hubiera sido parte de alguna conversación que Sanha nunca escuchó. —Y tú, sólo vas a enfermarte si no te alimentas. Tienes unas ojeras terribles, Sanha. No me imagino lo difícil que es, tienes el derecho a sentirte mal, de sentirlo como una carga, pero si decidiste que vas a hacerlo, tienes que enfrentarlo con valor, aferrarte a tus sentimientos por ese chico y preocupate por ambos, pero por ti antes que nada.

Las miradas que tenían su atención eran diferentes, Sanha aprendió pronto a agilizar el ojo para identificarlas, sus amigos eran compasivos, pero ese hombre al final de la línea era intenso, despiadado y furioso, estaba aterrado.

—Te traeré un waffle especial.

Concluyó el mayor de sus amigos para sonreír y pararse de la silla, posicionándose detrás del hombre de la mirada ofusca.

ஐ 𝐈𝐁𝐄𝐑𝐈𝐎𝐍 | EUNSANWhere stories live. Discover now