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Suelta un sonoro suspiro en cuanto ingresa a la habitación y la examina con la mirada; algo acogedora, pero bastante bonita. Una cama de dos plazas se encuentra en el centro, mientras que un placar está ubicado en una de las esquinas; un televisor se halla posado frente a la cama, y hay otro mueble también.

Niega con la cabeza suavemente y se quita su campera con cuidado, para después posarla sobre una silla que estaba junto al televisor, y quitarse también su camisa. Luego de esto, deja a un lado sus zapatos y los jeans; coloca todo sobre la silla, por lo que ahora solo lleva puestos sus bóxers.

Se sienta sobre la cama y lleva sus manos a su cabeza. Su cuerpo comienza a temblar, porque sabe muy bien lo que se aproxima. Teniendo presente que puede perder el control, rápidamente se acerca a la silla y toma su campera, mientras que después saca del bolsillo de la misma un frasco con pastillas.

Se dispone a simplemente abrir el frasco y consumir lo que sea necesario, pero sus manos tiemblan demasiado y no puede lograrlo, así que comienza a sentirse más que frustrado de forma rápida. 

—¿Dónde está mi papá?

Se sobresalta instantáneamente y casi suelta un grito al escuchar aquella voz desconocida. De manera automática, se da vuelta en su lugar y abre sus ojos más de lo normal, una vez que puede ver a un niño posado en la entrada de la habitación. 

El niño tiene el cabello negro y ojos marrones, no sobrepasa el metro cincuenta de altura, es delgado y se encuentra vestido con un pijama celeste con dibujos de pequeños conejos. Era claro que no debía tener más de trece años, o esto aparentaba.

—Emm...ah...—murmura. Se mueve incómodo y trata de organizar las ideas en su cabeza, realmente sin saber cómo proceder—. Supongo que salió.

—¿A dónde?

—No lo sé.

—¿Quién es usted?

—Yo...eh...soy un socio de tu padre —mintió descaradamente, pero era lo mejor. Entonces, se miró a sí mismo y pudo notar que aún seguía en bóxers, por lo que tomó las sábanas y trató de cubrirse con ellas—. ¿Pa-para qué buscabas a tu padre?

—Es que hay un monstruo debajo de mi cama.

—Los monstruos no existen.

—Eso dice mi papá, pero sí existen. Y me asustan, son muy malos —dijo el niño con un tono inocente y apenado en su voz—. Oiga, ¿y para qué está aquí?

—Tengo...una reunión con tu padre.

—¿Qué tipo de reunión?

—De...de negocios —respondió con demasiadas dudas, deseando que el niño no pudiera notarlo—. Sí, de negocios.

—¿Y por qué está desnudo?

𝐋𝐈𝐓𝐓𝐋𝐄 𝐋𝐎𝐕𝐄𝐑 ♡̶ : KOOKGI. Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz