¡𝔫𝔲𝔢𝔳𝔢!

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A Thomas se le ha pasado el enojo lo suficiente como para hacerle el amor a Tyler esa noche. Está hecho, el asunto con Kaya. Y no hay nada que pueda hacer al respecto. No querría hacer nada de todos modos, no es tan egoísta como para arruinar la felicidad de su amiga solo para demostrar igualdad en su relación. Está eligiendo qué batallas merecen ser peleadas y ahora se prepara para otra.

Dibuja garabatos en la palma de Tyler mientras permanecen acurrucados, tiene su cálido cuerpo pegado al suyo desde la espalda hasta los muslos.

No es que desee arruinar el momento de paz que se ha asentado entre ellos, pero realmente es el mejor momento para tratar de convencer a Tyler y hacerle entender su razonamiento. Él siempre es más comprensivo luego de tener sexo.

—He estado pensando en hacer socio a Will.

El tranquilo respirar de Tyler se detiene y todo su cuerpo se tensa contra Thomas.

—¿Qué?

—Ya es prácticamente mi socio —responde, en tono neutral intentando evadir la confrontación—. No podría manejar la cafetería sin su ayuda.

—Y quieres darle una parte del negocio, así nada más.

—Sí. Tiene sentido.

—No. No tiene sentido, Thomas —dice, mirando fijamente al techo—. No puedes darle la mitad del negocio a un empleado solo porque hace bien su trabajo.

—Pero se lo merece. Ha estado allí desde el día en que abrimos.

Tyler lo observa, incrédulo.

—¿Y?

Thomas entrecierra los ojos cuando observa al moreno.

—El lugar es tan suyo como mío. Él hace todo. Incluso fue quién eligió el maldito color de las paredes.

Tiene lógica para Thomas. Quizá no si solo se mira desde la perspectiva del negocio, pero, para él, no tiene nada que ver con el negocio. Se trata de hacer lo correcto reconociendo la lealtad y dedicación de una persona que da todo por algo que no es suyo y que no le genera ingresos extra.

—Nada de eso importa —Tyler dice—. No compré el lugar solo para que regales la mitad. Otra cosa sería si él quisiera invertir…

—No tiene el dinero suficiente.

—Entonces no tendrá parte del negocio —el tono de Tyler es indicativo de que el tema ha sido zanjado, cómo si la opinión de Thomas no fuese importante.

La cafetería podría llevar el nombre de Thomas escrito sobre la puerta, pero es Tyler quien mantiene el control en la palma de su mano.

—No todo tiene que ser un frío negocio.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, que a veces puedes hacer excepciones. Él no puso dinero propio en la cafetería, pero el lugar no sería tan exitoso sin su ayuda, yo solo preparo los alimentos.

Es doloroso admitirlo en voz alta, pero ese es su único talento y no sirve para propósitos reales.

—Y eso es lo único que debes continuar haciendo —Tyler gira nuevamente, ahora están cara a cara. Acaricia el rostro de Thomas con una mano. Sabe que ha ganado y eso lo relaja—. Solo ocúpate de la comida y yo me ocuparé de los negocios —sonríe y pasa el pulgar por el labio inferior de Thomas—. ¿Está bien?

Más tarde, Thomas sale silenciosamente de la cama. Tiene mucho en la mente y no puede dormir. Caminando de puntillas, se pone una camiseta y unos pantalones, deja el dormitorio para dirigirse a la sala. Enciende el televisor y baja el volumen.

Ya no quiere pensar, solo quiere una distracción.

Dylan llega un poco más tarde y cierra con cuidado la puerta principal. Para ese momento, Thomas está dormitando en el sofá, con la cabeza apoyada en el reposabrazos.

Mira con ojos entrecerrados a Dylan cuando este se quita el abrigo y deja la llave en la barra de la cocina.

—¿Dónde estabas?

Dylan lo mira incrédulo y Thomas se da cuenta que ha sonado como una esposa enfadada.

—Lo siento, no es de mí incumbencia.

Dylan le sonríe con ironía antes de sentarse a la otra orilla del sofá, con los pies sobre la mesita de centro.

—¿Qué estás viendo?

Thomas se acomoda de tal forma en el sofá que los dedos de sus pies acaban en el inicio del muslo de Dylan. No puede evitarlo.

—Ven A Cenar Conmigo.

—¿Lo retransmiten a ésta hora? —Pregunta Dylan, elevando una ceja. Está cubierto por la oscuridad. Thomas no se molestó en encender ninguna luz, la única, proviene del televisor e ilumina cada ángulo de su rostro. El juego entre luz y sombra le da a Dylan una enigmática apariencia. Thomas quisiera saber por qué este hombre le parece tan hermoso, se pregunta si se verá igual a los ojos de los demás cuando lo miran. Le toma un momento darse cuenta de que Dylan aún espera su respuesta.

—Lo retransmiten a cualquier hora —responde, sonriendo.

—¿No puedes dormir?

—No estoy cansado —vuelve la mirada al televisor, pero siente la atención de Dylan sobre él y solo puede sentir calor ante tal escrutinio. Cada mirada de Dylan se siente como una caricia—. ¿Qué? —pregunta, porque quiere hacerle saber a Dylan que lo siente, que le afecta.

Dylan lo mira y responde.

—Nada.

Un minuto después, cuando Thomas espera que se vaya a la cama, Dylan se acomoda en el confortable sofá. Cruza los brazos sobre su pecho y apoya la cabeza en el respaldo. Juntos miran el episodio de Ven A Cenar Conmigo sin hacer comentario alguno. De algún modo los pies de Thomas terminan bajo el tibio muslo de Dylan.

Cuando despierta al salir el sol, se encuentra solo en el sofá, el televisor está apagado y hay una manta cubriéndole. El espacio en la otra orilla del sofá aún se siente tibio, como si hubiera sido recientemente desocupado.

𝓙.

estoy sufriendo una crisis de identidad tremenda, así que disculpenme si llega a haber algún error ortográfico o de dedo.

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⏰ Última actualización: Jul 15, 2021 ⏰

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