Capítulo doce

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     La noche seguía siendo oscura, la casa continuaba en un silencio profundo y los tres soldados lunares, luego de desmayarse precipitadamente, fueron atados y puestos en medio de la sala de estar. Los otros adolescentes, que hasta ahora no habían visto algo como lo que acaban de presenciar, se mantenían a la espera de explicaciones.

—Vimos a unos chicos que parecían la niña del exorcista, una voz salió de no sé dónde y mis padres no tardarán en llegar. ¿Sugerencias para resolver esto?— preguntó un Peter molesto.

Chelsea, quien no deseaba estar más involucrada de lo que estaba ahora, alzó la manos y susurro apenas:

—Esperar. Ellos aún no se despiertan, y por lo que presenciamos, no podemos dejarlos ir.

—Claro, como si ya no tuviéramos tantos problemas encima— se irritó Julia colocando una palma sobre su frente.

—Yo no tengo palabras para esto: solo recuerdo la frase "las apariencias engañan". Esta si que engañó— opinó la pelirroja acercándose a Thomas.

—Me pregunto qué nos dirán cuando abran los ojos. Julia, si se mueven aprieta las sogas, y Pet, envía descargas si intentan escapar— ordenó Lara seriamente.

—Conste que no sabemos controlar muy bien nuestros poderes, pero supongo que no tenemos opción.

     Luego de afirmar esa mala noticia, el joven se apartó al oír murmullos de los guerreros que recién se despertaban del nefasto suceso. Joen, moviendo el cuello en círculos, se sobresaltó al sentir a sus amigos en su espalda.

—Chicos...

—Me duele todo— habló Alex mojándose los labios.

—Siento quemaduras en partes de mi cuerpo que no sabía que tenía.

—Thomas, por favor, no nos traumatices más de lo que ya estamos.

—Ni a nosotros, si eres tan amable— hablo la blanquecina de brazos cruzados.

      Ellos alzaron sus cabezas, se encontraron con miradas furiosas y también con cierto aire de curiosidad por saber qué era lo que les había sucedido con exactitud.

—Esto no es lo que parece

—Claro, y nosotros nacimos ayer, Joen— dijo Mérida de forma incrédula.

—Su amabilidad, sus actitudes y su persecución me parecieron muy sospechosas, ya que las personas normales no aparecen en casas que no conocen, no persiguen a nadie y no suelen ayudar a menos que se hayan conocido un poco. Esto me da a entender que no son de aquí, ¿Cierto?— inquirió Lara caminando alrededor de los prisioneros.

—Somos educados, eso es todo, reina.

—Nada de apodos por el momento— avisó la castaña con su telequinesis.

     Los aliens, al sentir la falta de aire, asistieron con desesperación y se aliviaron al ver que el colaborar los sacaba de varios problemas.

—¿Qué hay de lo que vimos ahí afuera? El levitar sobre el suelo no es normal— replicó el mundano señalándolos con un dedo acusador.

—¿Y lo que presenciamos nosotros en la escuela no cuenta?— contraataco el rubio intentando zafarse.

     Julia, yendo hasta él, lo agarró del mentón y giró su cara de izquierda a derecha. Deseaba entrar en su mente, pero a menos que el joven no estuviera lo suficientemente dormido, eso jamás pasaría.

—Tal vez sea bueno para ti tomar un descanso.

—¿Qué diablos estás haciendo, gatita?

—Nada malo. Solo mírame a los ojos, debo mostrarte algo.

Las Cinco Lunas [Saga Moons #1] {✔}Where stories live. Discover now