GODS AND MONSTERS. . . kaz brekker

⠀⠀⠀house of sins, crows and roses

       

      

    

              NESTA DROZDOV ERA UN SECRETO A VOCES, UN MISTERIO QUE NADIE SE ATREVÍA A INDAGAR POR MIEDO a que bastardo se mostrase en sus puertas en el medio de la noche, con aquel cuervo dorado entre los guantes relucientes esperando a enterrarse en sus ojos, (aunque, en realidad, nunca se atreverían a perder el orgullo diciendo que le temían a ella, a la Grisha). Los hombres creían que era mejor morir en manos del ladrón más conocido de Kerch (y que sus esposas inventaron una gran historia de valentía) a hacerlo por una chica que solo tenía la habilidad de hacer crecer rosas para las ancianas y niños cuando los criminales dejaban de pelear en los callejones, bañando los adoquines con sangre. Nesta inventaba una historia para los pequeños, diciendo que aquella era una forma en la que la esperanza buscaba nacer y por ello las flores nacían de allí.

Porque si Ketterdam le había enseñado algo a Nesta, era que siempre se podía sangrar un poco más, pero la joven se aseguraría de que aquellos inocentes no vieran el caos.

Nunca fue capaz de acostumbrarse al parloteo incesante que acapara el salón de baile de los demonios y el hecho de que el club carecía de ventanas, hacía que hasta el más mínimo ruido sonase como un barullo. Aun le molestaba el aroma del tabaco, odiaba que al final del día su cabello estuviese impregnado con él. Aprendió a convivir con ello, el ruido, el olor de alcohol mezclado con pólvora quemada, a las oscuras paredes que parecían sofocarla cada vez que caminaba por los pasillos.

Lo hizo porque sabía que era la única forma de seguir con vida o de no acabar como la mayoría de chicas extranjeras.

No era como los Grisha que huían de Ravka, nunca había luchado y a duras penas sabía cómo su poder funcionaba. Hacer crecer rosas de las grietas en los callejones era una cosa (era dinero fácil de algún bolsillo de un visitante), pero pelear en contra de otros bandos era un paso que nunca había dado (y tampoco sabía cómo). Porque, ¿cómo sería capaz de enfrentarse a personas aprendieron a convivir con la violencia? ¿les tiraría flores y ellos se detendrían? Inevitablemente se llevó su diestra a la otra mano, acariciando la cáscara en donde una vez hubo una herida, había pasado una semana y aún seguía escondiéndose de todos. Tenía miedo de que descubrieran porque estaba allí.

—¡Nesta!

La nombrada detuvo sus pasos quedándose casi en el medio del salón y, por costumbre, rodó los ojos al saber de quién era aquella voz. Rotty caminaba con una sonrisa en su rostro, reduciendo genuina felicidad, sacudido su mano como saludo y por aquella acción, Nesta temió. Rotty no era de su agrado personal, siempre creyó que era una especie de adulador en exceso que, aunque pertenezca a los Despojos, buscaba continuamente la aceptación de una sola persona cueste lo que cueste. Aun si significaba enviar a alguien más a la cuerda floja.

—Sabes, es muy gracioso verte aquí —divago el hombre—. Creí que estarías en tu antiguo hogar o escondida...

—Al punto, Rotty —interrumpió Nesta.

El hombre soltó una risilla mientras llevaba sus manos al polvoroso saco marrón, tenía algunas manchas de ceniza vieja que la Grisha no pudo evitar ver. Y fue lo que sacó de él lo que le hizo detener su respiración, los dedos de sus manos se volvieron fríos y todo a su alrededor pareció detenerse por un momento. Las risas de los que apostaban en las mesas y el tintineo de las monedas le comenzaban a molestar los oídos. Era una simple raíz arrancada de la tierra, tenía los bordes destruidos y algunas manchas escarlata se veían pintadas en ella.

—Hay rumores de que los Leones Moneda buscan algo que tiene que ver con esto, no es un árbol de Kerch sino ravkano y están muy molestos —murmuró entregándole aquel objeto a Nesta, quien (congelada en su lugar) se negaba a tocarlo—. Y pensé solo hay una persona en Ketterdam que sabe sobre plantas y es de Ravka. Ding ding, Nesta, esa persona eres tú.