Capítulo 3 "Han autorizado mi boda..."

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- Es mía entonces, Su Alteza. –sentenció Zaím. Ella gruñó de furia por dentro. Pero no se iría sin luchar.

- ¿Cuántas mujeres te han visto desnudo?- preguntó obligando a calmarse. Los tres hombres la miraron con sorpresa.

- ¿Cómo dices? –preguntó con ojos entrecerrados.

- Estoy segura Su Alteza que muchas mujeres podrían reclamarlo si se pudiera ejercer ese derecho. –afirmó ella señalándolo con furia.

- ¿Eres abogada o algo así?-preguntó Fadil conteniendo la risa.

- Estudió en casa. –aclaró el rey con un suspiro. –la universidad aun estaba vetada a las chicas hace un tiempo, ahora ya no. Habiba, esas preguntas no se hacen. –la regañó como si tuviera cinco años.

- ¿Y qué si lo reclaman? –era absurda su argumentación, pero ella se aferraba a cada idea que salía de su atribulada mente. Zaím empezó a reír y ella le lanzó una mirada enfurecida.

- No habrá quién me reclame. –aseguró.

- ¿Por qué no te han visto desnudo?

- Porque ese derecho es solo masculino, al menos aquí.

Así que sí que lo habían visto sin nada, maldito canalla, maldita manera de vejar sus derechos. Se calló por supuesto, un segundo al menos.

- Eso es discriminación tío. –acusó.

- Aquí no soy tu tío. –le recordó y ella chirrió los dientes. –Vamos a paso lento y sé que tanto Gabriela, tú y las demás harán un Durban donde los derechos sean iguales en un futuro para ambos sexos, no sé si alcanzaré a ver eso, pero créeme me gustaría. Pero por lo pronto, esto es lo que hay y tú no desconoces nuestra ley y costumbres. Actuaste deliberadamente, sabiendo que podía haber consecuencias, te salvaste muchas veces, te salvé otras, pero, esta vez ya no puedo hacerlo. –miró a Zaím. –será un honor darte la mano de mi querida sobrina, Habiba. –ella apretó los puños y se esforzó por no llorar. –los hombres le hicieron una reverencia al rey. –fijaremos una fecha para la boda y se realizará aquí por supuesto.

- Si me permite Su Alteza, deseo que no sea dentro de demasiado tiempo. –pidió él y ella tembló imperceptiblemente.

- Un año me parece bien. –habló ella con desesperación en la voz.

- Debo regresar en unos días y deseo hacerlo con mi esposa. –le sonrió decidido ignorando adrede el pedido de ella. –Y si posponemos demasiado esto, me temo que ella encontrará la manera de desaparecer y aunque seguro la encontraría. –sus palabras destilaron una ligera amenaza. –No quiero nos veamos envueltos en ese dilema. –el Rey consideró sus palabras y pareció estar de acuerdo.

- Será en una semana entonces. –anunció el Soberano y a ella las piernas no la sostuvieron y se tambaleó, una fuerte mano la tomó por el brazo. Alzó la vista y lo vio mirándola con esa condenada concentración, se soltó de inmediato con gesto brusco, él la dejó ir.

- No puedo esperar. –le susurró y ella vio el deseo escrito en sus ojos, su cuerpo vibró y no por el temor ¿Qué rayos?

- Va ser un infierno. –le aseguró en voz baja y lo vio sonreír con agrado.

- ¿Quién dice que no quiero quemarme?

Ella quiso abofetearlo, pero en su lugar hizo una reverencia a su tío y salió rápidamente.

- No dudo de que respetarás a mi sobrina, sus derechos y sobre todo su espíritu. No quiero que pienses que por estar lejos de mí y su familia no estaré al tanto y veré por ella. –el Rey habló con todo el peso de su poder. Zaím asintió con gravedad. –Quiero que siga representando a Durban como embajadora cultural así que deberá seguir viajando, entiendo que no tanto como antes, pero deberá hacerlo.

Princesa Habiba (Princesas de Durban 2)Where stories live. Discover now