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LLEVÓ UNA CUCHARADA DE AVENA CON leche a su boca y masticó sin ganas mientras veía las notificaciones en su teléfono

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LLEVÓ UNA CUCHARADA DE AVENA CON leche a su boca y masticó sin ganas mientras veía las notificaciones en su teléfono.

Jeon Somi tenía una rutina cada mañana: despertar y lucir impecable, para luego, bajar y comer un desayuno bajo en grasas hecho por su madre, quien consumía una enorme cantidad de vitaminas y suplementos para poder lidiar con su miserable vida.

Somi muchas veces escondía en su mochila un par de golosinas o un paquete de galletas que le permitieran endulzar un poco su día y no andar caminando con un vacío enorme en el estómago.

—Buenos días —Su voz sonó por toda la cocina haciendo juego con la enorme sonrisa en sus labios.

Casi de inmediato, Somi hizo una mueca, tener que lidiar con San se estaba haciendo cada vez más... Tolerable

—Oh vamos mi amor, quita esa cara

—No puedo si estás aquí —Suspiró para luego llevar una cucharada de avena a su boca sin dejar de ver al pelinegro quien traía una charola plateada en sus manos—. ¿Qué rayos estas comiendo?

San volteó a ver el recipiente y volvió a llevar un pedazo de galleta de jengibre a su boca.

—Tu madre hizo galletas y... Se me hizo fácil

—Devuélvelas — Ordenó, realmente no quería ver a su madre vuelta loca buscando esas galletas.

San masticó un par de veces para luego hacer una mueca juguetona y desafiante.

—Acepta el trato y lo hago— Sonrió.

Somi mordió el interior de su mejilla y arqueó su ceja ante su buena respuesta.

—Disfrútalas, da igual

El pelinegro se burló dejando las galletas en el recipiente y sacudió las sobras de sus manos, mientras veía a la chica con gracia comer su asquerosa avena.

—Escuché a tu dulce madre que ese tal Woko vendrá por ti

—¿Wooseok?

—Woko, Wooseok, es lo mismo —Somi sintió un hueco en el estómago con sólo escuchar su nombre.

—Empezando bien el día ¿No?

—¿Por qué no sólo le dices a tu madre que se vaya al diablo?

—No es tan sencillo y no lo haré

—Tu hermano lo hace

—Mi hermano es un sin vergüenza

—Tú eres peor, una doble cara

Somi rodó los ojos e hizo una mueca. No estaba de humor, no tenía el ánimo, ni las fuerzas para lidiar con San y sus insinuaciones hacia su fingida personalidad.

No hoy

—No tengo ganas de escuchar tu voz el día de hoy así que me voy

Y casi de golpe, dejando a un lado el plato y sacando la silla volando, Somi se puso de pie.

𝐏𝐀𝐑𝐇𝐄𝐋𝐈𝐎𝐍 | jeon somiWhere stories live. Discover now