OFUKURO

202 18 0
                                    

OFUKURO

.

InuYasha caminaba con calma por un campo de flores. Llevaba las manos metidas dentro de las mangas de su haori y dejaba que la temprana mañana lo calentara. El rocío de la noche aún permanecía sobre la hierba y él lo podía sentir en los pies y en la nariz. En tanto iba caminando, observaba las flores que variaban entre sí, quería escoger una que estuviese recientemente abierta y que aún conservara el aroma de las flores nuevas. Tenía que ser especial, tenía que ser hermosa, tenía que ser como a ella le gustaban. Una oleada de brisa trajo hasta su nariz el olor que buscaba y se giró para identificar la flor que estaba unos pasos de él. Se acercó, se inclinó para tomarla y tuvo un pensamiento antes de cortar el tallo con una de sus garras: recordó a Kagome y pensó en que ella le haría una petición a la flor antes de arrancarla de la planta; él no hacía esas cosas, no obstante, se descubrió ideando una petición.

—Flor, te vienes conmigo —le advirtió e hizo un rápido gesto con la mano al pasar su garra.

Era una de esas flores de color rosa que daban más de un retoño por tallo. Tenía un olor agradable sin ser empalagosa, Kagome decía que su olor era atalcado, aunque él no sabía a lo que se refería. Recorrió un poco más el campo y se detuvo junto a unas varas con pequeñas flores amarillas que parecían estrellas. También había visto a su compañera cortar de esas plantas para hacer sus ungüentos y recordó que le había dicho que la preparación servía para muchas cosas. Tomó unas cuantas ramas, también advirtiéndoles que las iba a cortar, y las adjuntó a la flor central y más llamativa. Se sintió complacido con el ramo que había formado, le pareció suficientemente hermoso.

Salió del campo y comenzó a caminar a un buen ritmo, el día iniciaba y quería volver a su hogar pronto, ojalá antes que Kagome despertara.

Su andar lo llevó hasta un lago, la brisa de la mañana hacia que el aroma del bosque lo llenara todo y aquello lo relajaba. Se acercó a un gran árbol que había casi al final de la colina por la que descendía y se sentó frente a una piedra fúnebre.

Ofukuro, soy InuYasha —dijo, en tanto ponía el grupo de flores que había recolectado delante de la piedra que tenía una inscripción sobre su madre—. Sé que llevo semanas sin venir, pero tengo buenas razones —continuó—. Ya conoces a Kagome, hemos estado aquí juntos ¿Recuerdas que estaba embarazada? —sonrió— La criatura ya ha nacido, es una niña y le hemos llamado Moroha —su sonrisa se hacía más amplia— ¡Es preciosa!

Sentía que el pecho le iba a estallar sólo al mencionar aquello.

—Tiene el pelo oscuro como el de Kagome y sus ojos y sus orejas también son humanas. Me alegra que su aspecto no se convierta un problema para ella —giró la cabeza para mirar a un lado y guardó un instante de silencio—. Sí, ya sé que no te gusta que diga nada de mis rasgos de hanyou, a Kagome tampoco, pero debes reconocer que a la niña le dará menos problemas.

Se quedó observando un momento el paisaje y vio como el sol se reflejaba en el agua cuando ésta creaba suaves cimas debido a la brisa. Por su mente pasaban los abrazos de su madre, cuando aún era demasiado pequeño y no podía comprender el desprecio de los humanos con los que convivían; también recordó lo enfadado que estaba cuando ya pudo entenderlo. Se encogió de hombros y volvió a mirar la piedra fúnebre.

—Kagome quería traer a la niña para que la vieras, pero sólo tiene unos días y ella está muy cansada del parto y eso —recordó las horas que habían pasado juntos a la espera del nacimiento de Moroha—. Le he dicho que ya vendríamos más adelante para hacer las presentaciones.

Se quedó en silencio por un largo momento, escuchando el sonido del viento entre las hojas de los árboles y el movimiento de los pájaros que por este tiempo estaban creando sus nidos. Este lugar le daba calma.

—Creo que Kagome se siente triste por no poder mostrarle la bebé a su madre —se miraba las manos, mientras tironeaba de un hierbajo que tenía delante—, aunque luego sonríe y parece que se le olvida. Sé que ha renunciado a su mundo por mí y quiero que sea todo lo feliz que pueda —volvió a guardar silencio y pensó en la nube de oscuridad que se cernía sobre el destino de su familia. Luego declaró—. Cuidaré de ellas con mi vida.

Se puso en pie, sin dar mayor razón de sus palabras.

—Bueno, espero que las flores te gusten, eran las que adornaban el jardín frente a la puerta de nuestra habitación en aquel lugar.

Hizo el amago de marcharse y volvió al sitio como si recordara algo.

Ofukuro, espero que estés bien ahí donde van las almas. Kagome dice que cuando morimos nos reunimos todos en una sola energía, pero que no siempre lo hacemos de inmediato, que muchas veces volvemos, como ella que también reencarnó su alma. Dice que los tiempos del universo son diversos. Yo no sé si la entiendo, pero creo en ella.

Dudó en seguir el hilo de sus pensamientos, pero no pudo evitarlos. Su mente se quedó tristemente prendada de la imagen de una nueva piedra fúnebre en este lugar, acompañando a la de su madre, el día en que Kagome partiera. Sacudió la cabeza, no quería albergar ese dolor.

Tomó aire profundamente, el viento meció su pelo e InuYasha cerró los ojos, sintiendo el aroma atalcado de las flores; era el aroma con que recordaba a su madre.

—Kagome también dice que las personas que nos aman se quedan más tiempo si las necesitamos —las palabras sonaban suaves y tranquilas—. No sé si sigas por aquí, pero quiero que sepas que las tengo a ellas, y que ya no estoy solo.

La última frase se repitió en su mente.

"... ya no estoy solo."

.

N/A

Este relato corto nació de la convocatoria de la página de Facebook "Inuyasha Fanfics", para escribir algo relacionado con el día de la madre que se celebra en muchos lugares por estos días de mayo.

El título lo ha inspirado el mismo InuYasha, ya que "Ofukuro" es la forma en la que él nombra a su madre, también puede querer decir "mi madre" o "la madre de uno", pero como las discusiones que encontré ponen la palabra como una definición de "madre", lo he dejado así, además me encanta escuchar la entonación que le da InuYasha al nombre en el capítulo 5, así que se queda.

Como dato extra, les cuento que el día de las madres ronda a las festividades paganas del hemisferio norte que tienen relación con la fertilidad, por tanto, en realidad se celebra a la "Madre Tierra" y desde ahí a las madres.

Sin más que agregar, espero que hayan disfrutado de la lectura y gracias por pasarse por aquí.

Besos

Anyara


Ēteru-AntologíaWhere stories live. Discover now