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Charlie

Había dejado el club de noche y me habían concedido una semana de vacaciones para

que pudiese adaptarme de vuelta al trabajo. Swayer seguía llamando todos los días para comprobar cómo estaba, e incluso un día quedamos en mi piso para tomar unas cervezas. De Jeffrey no supe nada, pero al despertar de una larga siesta vi que tenía mensajes, primero entré en el chat que aparecía primero, eran de Theo.

El maldito cabronazo se atrevía ahora a decirme esto, Swayer ya me había comentado que había escuchado a Davis y a él hablar sobre mi viendo los vídeos de mis actuaciones en el club, así que eso sólo podía significar una cosa, tenía un maldito cal...

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El maldito cabronazo se atrevía ahora a decirme esto, Swayer ya me había comentado que había escuchado a Davis y a él hablar sobre mi viendo los vídeos de mis actuaciones en el club, así que eso sólo podía significar una cosa, tenía un maldito calentón, pues que se haga una paja. Me quedé embobada mirando la pantalla, salí del chat y me sorprendí al ver de quién eran los otros mensajes.

Apenas había abierto el chat y vi los mensajes desesperados de Jeffrey, escuché varios golpes en la puerta de mi piso

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Apenas había abierto el chat y vi los mensajes desesperados de Jeffrey, escuché varios golpes en la puerta de mi piso.

- ¡Charlie! - estaba gritando - ¡Joder, ábreme la puerta o te juro que la tiro abajo! - me levanté del sofá para dirigirme a la puerta y a través de ella pude escuchar como el señor Helders hablaba con él.

- Muchacho, si grita de esa manera tendré que llamar a la policía - dijo el anciano.

- Yo soy la policía - recalcó sus palabras. Escuché cómo el anciano se adentró en su vivienda cuando abrí la puerta. Jeffrey se abalanzó sobre mi y me besó hasta quitarme el aliento. - Joder, Charlie, me vuelves loco ¿sabes? Pensaba que te había pasado algo.

- Sólo me había pasado una tremenda siesta -reí pero a él no le hizo gracia. Me acerqué a cerrar la puerta - no puedes ignorarme durante días y esperar que te conteste inmediatamente, y más si estoy dormida.

- ¿Inmediatamente? He estado cuatro malditas horas pendiente del puto teléfono y jodidamente aterrado por si te había pasado algo. Sabes de sobra que puedes estar en peligro tras una misión como esta, te podrían haber seguido.

- Era una siesta larga, cálmese, señor - volví a reír y posé ambas manos en sus hombros, su respiración aún era agitada. Abracé su torso, era absolutamente adorable que se haya preocupado por mi, pero era un capullo por no haberme dicho nada durante estos días. Dejó un beso dulcemente sobre mi cabello y eso hizo que me derritiese por completo.

- Eres una marmota, Jones... ¡Cuatro putas horas! - se rió y yo con él, ahora me recordaba al Jeffrey que conocí en aquel bar.

- ¿Quieres tomar algo? - pregunté separándome de él - ¿Un refresco? ¿Cerveza? ¿Lejía?

- Lejía suena fantástico, pero creo que si tienes Cocacola lo prefiero - asentí, fui a la cocina y saqué de la nevera una lata de refresco y otra de cerveza, un bol con unas papas y volví al salón dejando todo sobre la mesita, nos sentamos en el sofá pero cada uno en un lado opuesto.

- ¿Qué tal por la comisaría? - pregunté, la verdad es que tenía unas ganas tremendas de volver pero tenía que hacer la puñetera adaptación, hablar con un psicólogo y todo ese rollo.

- Bien, pero no es lo mismo sin ti - me sonrió.

- Obvio, tengo que ir a poner orden, capitán - soltó una carcajada.

- No sabía que Hart te dejase hacer eso - ese comentario hizo que me helase, él lo notó - l-lo siento, no quería ofenderte.

- No, está bien. Es sólo que a veces me cuesta escuchar su nombre y que me provoque risa - tomé mi cerveza y di un buen trago - me ha escrito hoy.

- ¿Qué? - no me quitaba la mirada de encima.

- Al parecer me echa de menos - dije rodando los ojos. Me miraba esperando una respuesta, parecía nervioso. - yo obviamente no. - y en ese momento volvió a respirar y ladeó una media sonrisa. - Sé que es por los vídeos del club.

- Ese tío es un gilipollas - apretó sus puños con fuerza - voy a acabar con él, dame tiempo.

- No necesito, ni quiero venganza. Con que pueda hacer mi trabajo y tenga las mismas oportunidades que mis compañeros me basta. - me encogí de hombros. - ¿Quieres quedarte a ver una peli? Me aburro de mi misma - reí, y es que estas últimas semanas había pasado demasiado tiempo sola.

- Claro - se acomodó en el sofá y yo me recosté dejando mi cabeza sobre un cojín que coloqué en su regazo. Su mano acariciaba mi brazo y mi pelo mientras veíamos una película malísima que provocó que aún habiendo dormido 4 horas de siesta, volviese a caer sobre los brazos de Morfeo.

Incógnito (Jeffrey Dean Morgan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora