17- FINAL

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Te lavaste el rostro por octava vez, ya habían pasado más de quince minutos y el receso estaba por terminar, saliste del baño y miraste por la ventana, el imbecil estaba en el lugar más apartado posible, como siempre el idiota era un asocial indeseable.

Respiraste profundo y bajaste las escaleras conteniendo la respiración. Monoma te vio acercándote mientras tu rostro estaba rojo por el poco oxígeno que había en tu cuerpo.

—¡Eres un idiota! — Gritaste cuando estuviste lo suficientemente cerca de él. Activaste tu particularidad y tu mano se envolvió en hielo para lanzarle un golpe fuerte.

Pero el té conocía muchísimo más de lo que decía en las notas, notaste como al golpear su rostro no se movió, el muy maldito había tocado a Tetsutetsu para de ese modo tener su particularidad cuando lo golpearas.

— ¿En serio? — le dijiste fúrica.

— No quiero que me desfigures el rostro.

— Estás loco. — murmuraste mirando al suelo. Era increíble como no te habías dado cuenta antes que el té enviaba cartas si en retrospectiva era la única opción lógica.

— Es para ti. — murmuró y no percibiste su común tono molesto e irónico. Levantaste el rostro y estaba sonrojado extendiéndote una bola extraña.

— ¿Es la canica mineral? — el asintió.

— Tómala. — ordenó

— No puedo aceptarla. Es de tus favoritas. — Murmuraste otra vez con la cabeza abajo.

— Tranquila. Tengo una nueva cosa favorita.

Frunciste el ceño ¿que cosa era su nueva favorita? Tenía semanas dándote estas molestas bolas y hablándote de ellas, haciéndote perder el tiempo con ellas.

Antes de abrir la boca para preguntaras tus labios se vieron ocupados, ¡te estaba besando! Este no fue como el beso de aquel día, no, este era un beso suave y lento. Tierno incluso para el. Lo único que pudiste pensar fue que debías seguirlo.

Al separarse lo viste a los ojos.

— Mi nueva cosa favorita es besarte.

A partir de ese momento empezaron a salir y para tu sorpresa Monoma era el mejor novio del mundo. Siempre era atento contigo aunque aún se molestaban como antes.

Al terminar la escuela se fueron a vivir juntos, a los seis meses tuviste que quedarte en casa gracias a una lesión en el tobillo, el té pidió matrimonio y se casaron en esa misma semana.

Para poder cuidarte el pidió unos días en la agencia en la que trabajaba y ellos aceptaron gustosos. Más al saber de la boda.

Ocho meses después diste a luz a un pequeño Niño sano. Idéntico a su padre.

Y así vivieron coleccionando canicas, eternamente enamorada del chico que pensaste odiar.

FINAL.

Canicas -Monoma NeitoWhere stories live. Discover now