☁6. INTRODUCCIÓN☁

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Año, 2049.

Para este año, los avances tecnológicos y científicos sobrevolaban lo que alguna vez el ser humano creyó posible, lo que creyó posible sólo en películas y cómics.

El auto volador era un gran ejemplo del avance tecnológico. Cuando se dio a conocer al público el primer prototipo de un auto volador, la audiencia quedo impactada. Fue un gran éxito, este avance tecnológico fue hecho en un laboratorio militar de Rusia, al ver que funcionó, los compradores no faltaron. Ferrari fue la primera marca a la que se le vendieron varios prototipos y así, varias marcas de autos fueron adquiriendo está modernidad.

Fue un gran escandalo, y las personas dudaban mucho en que alguien pudiera superar este hecho tecnológico, al menos no por ahora. Pero a los escasos 3 años de que haya sucedido el gran ¡boom! de los autos voladores, llegó un avance científico, que hizo que todo el mundo se olvidara rápidamente de los cochecitos voladores.

El científico Carlton Blade, logró lo imposible. Logró crear vida sin la necesidad de un vientre. Sin la necesidad de pasar por ser un bebé. Sin pasar por la infancia o adolescencia, dependiendo de que modelo estaba hablando. Creo, a lo que le llamo, Replicantes. Lucían como humanos, pasaban como humanos simples, pero estos tenían alteraciones en el ADN, eran más fuertes que un humano normal, más veloces, más inteligentes, más especiales. No había un sólo replicante que se repitiera, todos eran totalmente distintos, con sus detalles. Eran la creación perfecta.

Los más adinerados comenzaron a comprar de estos replicantes, pues no eran del todo baratos, después de todo eran vida. Podías ir a las compañías Blade y pedir exactamente como quisieras a tu replicante, o simplemente mirar el catálogo donde te mostraban a cada uno. Era un catálogo digital, así que con cada compra, el modelo se borraba en automático del catálogo, pues todos eran distintos y no podía haber iguales.

Los replicantes acataban órdenes, hacían lo que les pidieran. Eran modelos lo que se les implantaba en el cerebro para lo que servían. Había distintos modelos, había actividades o talentos que se le implantaban, de acuerdo a lo que el cliente quisiera. Podía sentir, tener pensamientos propios, tenía emociones propias. Como se dijo anteriormente, pasaban como humanos, pero eran más que eso.

La realeza compraba de estos replicantes, toda gente con un buen estatus social y económico, tenía a su disposición este avance científico.

El Barón Zemo, de Sokovia, no vio porque él no podía tener uno, tenía todo lo requerido para que un replicante estuviera en su poder. Decidido, compro uno de estos, observó el catálogo, a su parecer todos eran muy simples, insípidos, casi todos con rostros andróginos. Estaba apunto de decidir retirarse de la compañía Blade, pues nada del catálogo le gustaba y no tenía idea alguna de lo que quería como para ir a dar descripciones de lo que quería. Hasta que observó a uno de los replicantes, inmediatamente le llamo la atención. Inmediatamente compro al replicante, quiso que tuviera todos los modelos, quería todo el paquete, lo quería con envío rápido a Sokovia, pues no podía estar en New York hasta que su replicante estuviera listo.

Cuando su replicante llegó a casa, lo observó como cuando un niño pequeño observa a su nuevo juguete. Con el replicante venía una mujer, piel pálida, cabello negro atado en una cola de caballo, ojos negros, parecía hombre, pero a la vez mujer. Como se dijo, la mayoría de los replicantes tenían una apariencia andrógina. La mujer le hizo firmar algunos papeles, para después entregarle una caja negra brillante, en su interior había lo que aparentaba ser una memoria, donde se albergaba toda la información acerca de su replicante.

El hombre al frente de el Barón era de rasgos fuertes, su apariencia era muy masculina, por eso lo eligió. Cabello corto negro, ojos azules, casi grises, labios rosados, piel pálida con rubor en sus mejillas, señal de que había sangre corriendo por sus venas. Había señales de una barba que crecía ligeramente. Vestia un traje de vestir negro, camisa y zapatos negros, combinando a la perfección con su pálida piel. El hombre tenía una expresión recia, ceño fruncido y mirada fría, mientras sus manos permanecían tras su espalda.

Lo primero que obedeció, fue que tomará asiento, este con la misma expresión, obedeció. Zemo tomó su computador, abrió la cajilla y sacó la memoria. Inmediatamente observó el montón de hojas, pero se centró en la primera, y en los primeros párrafos.

Su replicante tenía nombre, James Buchanan Barnes.

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MAGIC CITY/One-Shots WinterBaronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora