Capitulo 4

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El castillo, por fuera el castillo era de un color marfil brillante, con los techos azules, azul grisacio pero eso solo era una ilusión porque si mirabas al techo desde dentro podías ver el oscuro cielo, por fuera el castillo parecía una fortaleza, un lugar pequeño en el que esconderse pero por dentro un hechizo hacía que el castillo fuera infinito y que se adaptara a cada persona, con la necesidad, pero eso no le quitaba la diversión al lugar que en ocasiones tenía vida propía.

Caminar por el castillo era complicado, muchos se perderían por los enormes pasillos llenos de puertas del castillo, por fuera parecía pequeño, pero en realidad tenía un tamaño casi tan grande como muchas ciudades actuales, Lyra camino por el castillo hasta encontrar una habitación con baño, entro ahí y se dio un gran baño, y como siempre por decisión divina, en esa habitación aparecieron sus cosas, el lugar era mágica e inteligente, por lo que sabía que estaba controlada por sus creadores.

Lyra salió del cálido baño y se vistió con unos vestido ancho y cómodo, salió para ver que la habitación se había movido a cerca de las escaleras, haciendo más rápido el llegar a la primera planta, Lyra bajo y fue a la cocina.

—Debéis saber que la casa es mágica—comento ella mientras se peinaba con sus dedos, aun con el pelo mojado.

Alnair que intentaba cocinar unas verduras miraba el fuego, intentando entender como controlarlo, mientras Elnath ponía la mesa. Estaba bastante claro que ninguno de los dos estaba acostumbrado a que les hicieran todo.

—Ayudame con la mesa—ordeno Elnath.

Lyra miro a Elnath y negó.

Aunque no lo dijera, Elnath esperaba que Lyra fuera la misma chica inocente y sumisa que era hace siglos, esa chica que hacía lo que el pidiera y que le hacía caso, pero Lyra, había cambiado y para bien o para mal, ahora era una mujer con bastante determinación y tenía las cosas más clara que antes.

—Necesitamos sirvientes—se quejó Alnair—Y si tan mágica es la casa porque no nos hace la comida—se quejó, Lyra se sentó en la mesa y miro a los jóvenes.

—No podemos ser inútiles, algo debemos saber hacer—le comento Lyra y Alnair la miro serio.

—Pero si no estás haciendo nada—se quejo Alnair y Lyra le miro.

—Callate—le dijo Lyra molesta.

—Vale, vale—dijo Alnair levantando las manos—No se tú, pero yo he usado mis dones como beneficios—.

Lyra se calló porque también lo hizo, no era algo que se pudiera negar, los tres usaron sus dones por una causa, pero también por beneficio propio.

—Vale, quizás si necesitamos sirvientes—replico ella.

Alnair dejo las verduras quemadas en los platos haciendo negar a Lyra y Elnath quien cogieron fruta, Lyra cogió una naranja y Elnath una manzana, Alnair se intentó comer, pero se rindió en el primer trozo y cogió plátanos.

—Supongo que traerán a alguien—comento Alnair—Es imposible que nos hagan encargarnos solos de todo esto—añadió, Lyra miro a Elnath que aún no había comentado nada, tenía la mirada perdida pensando en algo.

—¿Sucede algo? —pregunto ella y él joven salió de sus pensamientos para mirar a la joven.

—Estaba pensando en que hará la gente que dejamos atrás—comento, haciendo que el corazón de Lyra se rompiera, entendía la frialdad del joven, se había enamorado de alguien más.

—¿Has dejado a algún hijo? —pregunto Alnair riendo y Elnath negó—¿Mujer? —pregunto Alnair ya no tan divertido pero con mucha intriga.

—No, simplemente he dejado amigos, siempre lo hago, pero me ha dado por preguntarlo—dijo y paso sus manos por su pelo, Lyra seguía con el dolor en su pecho, corto la naranja en silencio y comió un trozo—Jamás pensé volver a veros—susurro, Lyra le miro—Quince siglos son demasiados, y quizás a ellos también les vuelva a ver—añadió el joven.

Los PrimordialesWo Geschichten leben. Entdecke jetzt