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Esa vez te lo dije directamente porque jamás pensé que podrías rechazarme.

La manera en que nuestra relación se construyó fue tan característica y sincera al mismo tiempo, que cuando yo me di cuenta de lo que sentía, nunca se me ocurrió que tú no hubieras pasado por la misma introspectiva que yo.

Se dio naturalmente.

Jamás pensé que las cosas tomarían un rumbo como este, pero probablemente haya sido porque estaba tan acostumbrado a la presencia de Noel y a la relación de confianza que habíamos construido tan fácilmente todos estos años, que ni siquiera me di cuenta de cuando comencé a diferenciar la amistad del amor.

Pero lo que sí sé, fue donde partió.

Precisamente en esta casa del árbol, de maderas desgastadas y adornadas por algún que otro sticker de spiderman. Llena de cartas de Pokemón y colecciones de autos de carreras. Justo en este lugar donde se me ocurrió entrar un día a escondidas de los dueños para ver si podía hacerme de un amigo nuevo.

Justo donde ahora estoy sentado contandote la historia de cómo percibí nuestra historia todos estos años.

Me gustas, Noel, y realmente no me di cuenta de la forma en que ocurre en las películas porque al parecer siempre me gustaste, desde el primer momento cuando decidiste que no sería una buena idea lanzar a un niño de trece años desde tu casa del árbol.

Decisión que sé, te arrepientes hasta el día de hoy.

Yo no me arrepiento de nada porque en esa casa del árbol, en el patio del vecino, conocí a mi primer amor

fin.

En la casa del árbol Donde viven las historias. Descúbrelo ahora