Debía confiar en él y él en él

787 73 32
                                    

POV. KIRISHIMA

Rayos, rayos y más rayos desde la primera vez que lo vio hace tres años los rayos cambiaron de significado para él.

_ Compré esto para ti, mi solecito _solté un falso tono de ensoñación,  mientras le ofrecía el pequeño cactus que adquirí en oferta, que no era precisamente para él, pero me agradaba que al final fuera de esa forma. Lo vi rodar los ojos y bufar divertido, al mismo tiempo que tomaba el cactus en sus manos.

_ Oh mi tiburoncín, no debiste _dijo con el mismo tono que yo usé, dando una rápida examinación al cactus. Sonrió levemente, dejándolo frente a él y tomando lo que parecía una figurilla de madera_ Lo compré en una tienda de antigüedades _tendió sus manos cerca de mí, sosteniendo el detalle que había comprado para otra persona.

Era un tiburón  pequeño y curioso, tallado rústicamente sobre madera, sin detalles que resaltaran o por lo menos un moño. Curioso regalo para una cita. Lo coloqué junto a mi copa de agua y regresé mi atención a ese curioso ser, que me estaba siendo difícil no comérmelo con la vista. 

No lograba entender de dónde había salido mi valentía para acercarme a ese chico y  proponerle tener  nuestra propia cita.

Después  de estar esperando a Momo durante una hora y media, decidí terminar con todo esto. No solía esperar tanto tiempo por alguien, pero lo consideré una excepción por tratarse de ella. Habíamos tenido un pequeño romance durante la universidad, y como es usual, terminando los estudios fuimos perdiendo contacto e interés. Pero nos volvimos a encontrar , a platicar y queríamos probar si podía surgir algo más serio.

Su llamada tardía me hizo saber que no. No ese día y aunque se disculpó por no avisar antes, lo sentí como un golpe a mi orgullo. Nada por lo que tendría un rencor, pero claramente ella tenía otras prioridades en este momento, así que lo nuestro tendría que posponerse o simplemente descartarse.

Con eso en mente, me había dispuesto a pagar por el licor que ordené y marcharme de una vez. Incluso iba a dejar  "olvidado" el pequeño cactus  en la mesa.

Pero entonces lo vi.

Mientras me iba levantando, mis ojos captaron su figura en el  otro extremo del restaurante. Fue como si mi cerebro me obligara a voltear, como si hubiera distinguido algo o a  alguien que conocía. Es posible que mi inconciencia lo  haya detectado antes.

La criatura me era familiar. De piel pálida y bonita, adornando su rostro con chispas de chocolate porque lo de él no son simples pecas, su cabello rubio y ese distintivo rayo negro pintado en un lado, si fuera otra persona pensaría que es alguien raro por pintarse un rayo en la cabeza pero a él, a él se le ve perfecto.

Sabía que era seis o siete centímetros más bajo que yo. Iba vestido con una americana negra, camisa de color vino, jeans deslavados y sneakers de color gris. No necesitaba revisarlo demás, lo conocía de vista. Un chico atractivo y podría decir que me causaba ternura. 

Recordaba haberlo encontrado en situaciones. Ya habían pasado unos años desde que lo vi llorando afuera de otro restaurante. En ese entonces no le di importancia, recién me había mudado a esta pequeña ciudad y no quería lidiar con problemas de un adolescente que ni conocía y seguro se  olvidaría de eso al día siguiente. Suficiente tenía con mis propios problemas como para entrometerme en asuntos ajenos.

Pero empecé a encontrarlo más veces,  generalmente en el mismo estado deplorable. Y hasta ese momento no había tenido el  ánimo de acercarme,   primero porque no sabía que decirle  y no creé que fuera correctos inmiscuirme y segundo porque cuando llegábamos a coincidir yo solía estar  en compañía de otra persona, así que me tocaba observarlo de lejos.

Cariño míoWhere stories live. Discover now