Parte 35

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La decisión tomada de Anthony sería la misma resolución para Albert quien se había girado sobre su eje y caminado sus pasos para detenerlos en la ventana y a través de su cristal perder su mirada azul clara hacia la nada; y donde para un par de ojos color índigo no pasó desapercibida su reacción y dolor, porque hasta parecía escuchar el atormentado interior de Albert que se psicoanalizaba diciendo:

— Mi función primordial es velar por el bienestar de mi familia.

Más, su subconsciente le ganaba batalla, ya que constantemente le repetía las palabras que su sobrino, al estar a solas, apenas le había confesado:

Tío, yo no podría ser feliz del todo con ella sabiendo que alguien más de mi familia la ama o ¡tal vez hasta mayormente que yo! Qué egoísta sería, ¿no lo crees? Que uno ¡brillando y gozando de alegría por haberla recuperado y tenerla por siempre a su lado! mientras que otro u otros tuvieran que fingir y a solas tener que morir lentamente de no poder tenerla como se quisiera.

Sin embargo, nuestra realidad es otra, porque Candy hace mucho tiempo emprendió un vuelo diferente, así que, dejémosla seguir explayando sus alas en su propio cielo y nosotros, como la familia que somos, sigamos viviendo en paz y que cada uno encuentre su propio camino sin ella y que sea feliz sabiéndose que no se lastimará a los demás.

— Sí, eso es lo que haremos, sobrino, y no vendrá ni al caso confesarle a Candy quién soy yo verdaderamente — ¿el inolvidable príncipe de la colina?

— ¿Albert?

El guapo magnate giró su cabeza hacia la derecha al momento que sintió una mano sobre su hombro para disculparse:

— Perdón, ¿me llamabas?

Coral, yaciendo a su lado, hizo un sí con la cabeza. Posterior y levemente, le sonrió para compartirle:

— Sólo para despedirme.

Albert se movió para quedar de frente a ella y afirmarle:

— Te marchas.

La joven asintió.

— Mis padres me esperan.

— Entiendo. ¿Volveremos a verte un día? —, por dentro Williams se recriminó por la petición.

La rubia tímidamente levantó un hombro; y respondía con sinceridad:

— No lo sé. Espero que sí.

— Como sea; quiero que te cuides mucho, pequeña. Y sigue siendo muy feliz; eso y más, te mereces.

— Gracias.

El guapo magnate tomó la mano derecha de ella y se la besó.

Sonrientes, los dos caminaron hacia donde estaban los dos amigos, los cuales ya se habían despedido e informado de los planes a seguir.

Y así, en parejas, los cuatro dejaron el despacho para que en lo que Terruce se dirigía a la habitación a tomar sus pertenencias, en la sala, le comunicaban a Stear de la partida de la rubia.

El moreno, a pesar de haber hecho un gesto triste, comentaba:

— Bueno, qué le vamos a hacer —. Y con cierto positivismo compartía: — Aunque, yo también elevaré anclas para irme unos días a Florida.

— ¡Me parece bien! — expresó Coral levantándose de su asiento para ir a abrazar a Patty quien increíblemente se sonrojó.

Y estaban todavía en el festejo cuando Annie hizo aparición, excusando su intromisión, al llevar una charola consigo y sobre de ésta las medicinas de Anthony.

UNA CHICA QUE VALE OROWhere stories live. Discover now