Capítulo 1

41 6 1
                                    

Siento mi corazón, siento que va corriendo rápidamente, con un ritmo fuerte y marcado; no tengo que poner la mano en mi pecho, porque sin tocarlo siento su pálpito resonando en mi cuerpo. Se siente como vibraciones, puedo sentir mi cuerpo zumbar y como la sangre fluye por mis venas.

Así es cómo se que algo no marcha bien, mi corazón va loco y mis pensamientos lo siguen de cerca. Se me olvida respirar, hay muchas cosas que debo controlar… Inhalo; uno, dos, tres, cuatro, cinco.

Guardo el aire; seis, siete, ocho, nueve. Lo suelto; ocho, seis, mierda, perdí la cuenta. Todos los sonidos me molestan, intento identificarlos pero el ruido se intensifica dándome punzadas en la cabeza.

No puedo respirar, necesito escapar… Inhalo; uno, dos, tres. Tengo un nudo en el abdomen, es como un pequeño punto negro que empieza a crecer, que empieza a robarme el poco aire que me queda.  ¿Podría ser así? ¿Morir por falta de aire?

Me duele el cuerpo, siento como una masa negra va creciendo por mi abdomen y presiona tanto que me siento explotar. Todo va mal, hasta que vuelvo a respirar; Uno, dos, tres, cuatro.

—Brianne, ¿estás bien?

Vuelvo a la realidad de golpe, empiezo a sentir de nuevo mis dedos y me percato de la pequeña gota de sudor que se desliza por mi frente. Todos me miran tratando de comprenderme, entre ellos abunda la empatía, desde que llegué lo había notado, todos tratan de ponerse en los zapatos del otro. Y creo que ese es justo el punto del grupo. Algunos saben lo que pasa, saben que tuve un ataque de pánico y otros esperan pacientes que diga algo al respecto, pero no hay nada.

—Bonita, tú puedes—Habla nuevamente la señora Young—, estabas diciendo que...

—Oh, sí. Estoy aquí por mi problema de alcoholismo.

Inflo mis mejillas demostrando que acabé, esperando que alguien más hable. La verdad era que estaba aquí por Harper, mi amiga, me lo había pedido tantas veces que no sabía de qué manera decir no. Ella estaba a mi izquierda, comiendo de las galletas que había metido a escondidas en su bolso.

Harper tenía problemas con las drogas, había estado en rehabilitación varias veces, pero no había logrado avanzar mucho hasta ahora. Al comienzo de invierno había tratado de cortar sus muñecas, lo hizo; sin embargo, lograron llegar a tiempo. Sus padres la enviaron dos meses a Noruega, cuando volvió nos pareció ver a la virgen María. No había rastro de sus piercings característicos, en sus prendas favoritas ya no estaba el color negro, y su cabello empezó a crecer con su color natural, nada de rosa o azul.

No lo había dejado del todo, pero su avance era notorio, y estaba tratando de arrastrarme a el. No estaba en contra de los nuevos comienzos de nadie, pero no era lo que quería ni necesitaba para mí.

Mi familia—que consistía en papá, Jules y yo—, se había mudado a California, lejos de este pueblo buscando la esperanza, nuevos aires, nueva Brianne. Claramente no fue de ayuda, además de que necesitaban de vuelta a mi padre para una investigación. Habíamos vuelto apenas dos semanas.

—Me llamo Maya, vengo de Florida. Me mudé hace tres meses, antes de venir había escuchado de este grupo de apoyo...

Dejo de escuchar. ¿Por qué las personas hablan tanto?
Todo sería mejor si tuvieran al lado un botón de "mute".

Quiero un cigarro.

—¿Cuándo podemos irnos a casa?—Le susurro a Harper, que baja la galleta que estaba apunto de engullir para responder.

—Prometiste quedarte, Anne.

—¡No dijiste que hablarían tanto!

—¿Qué demonios creías que era un grupo de apoyo?—Disimula una risa.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 07, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Los Títeres De CharlesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora