Capítulo 40

161 33 4
                                    

Irina

¡Al fin mi cita!

El pueblo principal del Reino de los Siete Desiertos es bastante grande. Fared camina a mi lado con su otro rostro y yo le sonrío, luego me agarro de su brazo al seguir avanzando.

—Es chistoso, es como si saldría con otro y me estuviera escondiendo de mi prometido, para ver a mi amante. —Me río.

—Qué incómodo —opina.

—Nunca te engañaría, es gracioso porque eres el mismo.

«Justo como nosotras», opina Cielo.

«Ya no sé si tanto», pienso.

Ya no me cae muy bien.

—No te preocupes —aclara Fared—. Ese tipo estaría muerto y ni te enterarías.

—¡Qué cruel! —chillo.

«A mí me parece sexy, y manchado con la sangre de sus enemigos, todavía más».

Bufo.

—Cielo combina más contigo que yo —expreso triste y suspiro.

—¿Cielo? —Fared enarca una ceja.

—¿Te gustan las chicas malas? —consulto y se ríe.

—Niña escandalosa ¿A qué viene esa pregunta?

¡Oh no, estoy celosa de mí misma!

—Eh, pues... —digo nerviosa—. ¡Responde!

No sé ni qué decir.

—Me gustas tú, y tú destilas bondad, así que no.

—¿Te ha gustado alguien aparte de mí? —consulto.

—No.

—¿Qué tal Jacky? —Frunzo el ceño—. No es mala, pero es toda ruda.

—¿Por eso no fuiste a su boda?

—¡No, responde!

Fue porque Cielo estaba buscando algo que no sé qué era. Me dijo que tenía forma de piedra y que había una runa dibujada en esta.

No la encontró.

—Nunca he sentido nada por Jacky, fue mi novia por otras razones, nuestra relación no tenía que ver con algo sentimental.

—Ah —digo despacio—. Me siento confundida.

Las malas sensaciones de Cielo se impregnan en mí.

—Ya me tienes, ya me atrapaste ¿Vas a sembrar dudas ahora? —se burla—. No es necesario, prometo que jamás va a pasar y sabes que mis promesas contigo son casi imposibles de romper.

Hago una risita, avergonzada.

—Sí.

Nos detenemos en un comercio y pedimos algo para beber, entonces nos sentamos en las sillas de madera que ofrece el lugar. Se ven las carretas pasar por el camino de arena, la gente caminando en frente y comprando, hay muchas personas deambulando esta tarde.

—Siento hacerte salir —le aclaro tomando mi taza con ambas manos y dándole un sorbo—. Hum, chocolate con leche. —Me relamo los labios.

Fared se ríe.

—Eres una niña. —Se toma su café, ignorando mi disculpa.

—De verdad lo lamento —insisto.

—Olvídalo, ya soporto a mucha gente en el castillo, es lo mismo con el pueblo, al menos no me miran ni me hablan. Además, hoy oculté bien mis venas de metamórfico, así que estoy tranquilo.

—Sé que no te gusta estar entre tantas personas, pero me encanta que tengas esos detalles conmigo.

Bufa.

—¿Podemos cambiar de tema?

—¿De qué te gustaría hablar? —Sonrío y me mira.

—A veces solo me gustaría permanecer callado.

Me río.

—Lo sé, no te gusta hablar.

—Cuando hablo digo estupideces hirientes.

—Ya no, conmigo ya no necesitas hacer eso.

Mantiene su mirada en mí.

—También puedo decir cosas sucias. —Apoya su mano en la mejilla y me sonríe.

«Me encantaría oír eso», acota Cielo.

—Qué vergüenza. —Bajo la vista.

—Tranquila, me guardaré esas para la cama.

Se me eriza la piel.

—¿Por qué me estás hablando de eso?

—Bueno, ya que no lo puedo retrasar más, ¿hay que hablarlo, no?

—Mm, supongo.

«Yo quiero escuchar. No, mejor quiero ver eso».

Cielo mueve mi vista en dirección al pantalón de Fared ¡Me muero de la vergüenza, no hagas eso! Rápido giro mi cabeza para mirar el comercio. Mi corazón corre acelerado, jamás había hecho algo así, ni siquiera sin querer.

Y el intento de violación no cuenta, me obligaron a observar.

¿Quiero saber? Sí, pero cuando lo desee y sea el momento que yo crea apropiado. Nadie me va a decir cuándo, ni elegir por mí, ni siquiera mi otro yo.

—Mejor vámonos —expreso triste.

—¿Ya acabaste tu chocolate? —pregunta Fared.

Me sobresalto.

—¡Ya casi! —Tomo rápido lo último.

Él se ríe.

—Toda una niña escandalosa.

Belleza de las Esencias #6Where stories live. Discover now